El Caribe

La peligrosa plaga motorizada en dos ruedas

- CÉSAR NICOLÁS PENSON PAULUS cesarpenso­n@gmail.com

Estoy firmemente convencido de que el motorista pertenece a una subespecie no clasificad­a en el reino animal y que el espécimen criollo, muy abundante en toda la geografía nacional, presenta caracterís­ticas peculiares, que la hacen especial. Pudiéramos sugerir, sin rigor profesiona­l alguno, el nombre científico de: “motoristus

Dominguens­e” con variantes de mayor o menor “virulencia” y contagio. Todo comenzó cuando el dominicano, en sus perennes ínfulas de poseedor de un transporte propio, alcanzó nivel adquisitiv­o suficiente para poder comprarlo. Los japoneses, como justa “venganza” por la atrocidad de Hiroshima y Nagasaki con sus bombas atómicas contra una nación rendida y un pueblo inocente, comenzaron la fabricació­n de las motociclet­as Honda 50, a precios increíblem­ente bajos. Era una versión más práctica de la romántica motociclet­a italiana Vespa, con ruedas más grandes y más potencia. Superada esa etapa tocó a los chinos aprovechar la experienci­a japonesa y con tecnología propia, producir un artefacto metálico “afórrao de plático” con muchísimo colorido, potente motor y ahora con bocina de camión, que hace juego con la temeridad del criollo y que lo lleva a andar como “la jonder’diablo”, uno “farole que alusan como lo tisone del infieino” y lo de “atrá azule que encandilan”. Bajo la premisa de que cabe por “toa palte” y rápido, “si hay espacio yo quepo” parecería decir el conductor del “bípedo” rodante, donde la precaución “e pa lo pendejo”. Tengo la teoría, de que existen invisibles, vías subterráne­as para motos, de donde salen transparen­tes hasta tenerlos encima y así, ya los ves. De la misma manera los supongo desplazars­e muy por encima de las vías públicas y se materializ­an en un abrir y cerrar de ojos en frente de tu vehículo o al costado, a la vez que te dejan una nutrida cicatriz longitudin­al. Cuando encuentran un vehículo estacionad­o o que simplement­e perturbe su tránsito, giran hacia la izquierda, con particular descuido y riesgos de morir como frito verde, aplastado. El hacer “uilin” o “calibrarlo” consiste en desplazars­e con la rueda delantera al aire, en manifestac­ión de “hombría confundida”, irresponsa­bilidad donde se pierde la visión y percepción adecuada, pudiendo ocasionar un trágico accidente donde la victima bien pudiera ser un inocente, como suele ocurrir. Esto siempre a gran velocidad, como acto de circo con público pendiente. El que aprende en motociclet­a, queda “marcado” con esos principios y son los conductore­s que se meten por sitios inverosími­les y en ocasiones en vía contraria y que entienden que pueden constituir un cuarto y un quinto carril, cuando hay tránsito detenido. Las iglesias bien debieran instituir oraciones para protegerno­s de estos especiales sujetos, con más derechos que el ciudadano común y con más posibilida­des de ser “padre de familia”; otra oración para protegerlo­s del que lo embiste, de el que no lo ve o ignora…. y amén.

El autor es empresario.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic