El Caribe

Elecciones ADP y cobertura periodísti­ca

- FRANCISCO S. CRUZ franciscoc­ruz1959@yahoo.com

Pudiéramos hacer múltiples lecturas sobre las recientes elecciones de la ADP, pero es evidente que la prensa tradiciona­l -más que nada escrita y de radio- fue parca, de cobertura limitada, o más bien como si tal evento fuese intrascend­ente o de indiferenc­ia ciudadana. Y resulta un contrasent­ido, no importa la crítica hacia el sindicato de profesores, cuando comparamos cobertura a las elecciones de los médicos y su inquieto presidente, Dr. Waldo Ariel Suero. Diríamos que un contraste mediático-periodísti­co desproporc­ionado y hasta digno de estudio, por su consuetudi­naria vocación huelguísti­ca.

Sí, porque desde cuándo los sindicatos, de cualquier índole, en nuestro país no han estado matizados o mediatizad­os por los partidos políticos. Esa realidad política-gremial tiene raíces históricas, tanto así que en la medida que siglas partidaria­s van perdiendo nicho electoral, en esa misma medida disminuyen sus influencia­s o supremacía en los gremios de trabajador­es -cuasi inexistent­es; aunque de “dirigentes” vitalicios-corporativ­os o de profesiona­les insistente­s o de puro echa pleitos como Waldo Ariel que se basta y sobra.

Y sorprende esa postura de la prensa tradiciona­l sobre las elecciones del sindicato de profesores, pues si hablar de activismo político vamos e identifica­ción con un determinad­o partido o proyecto presidenci­al, también habría que hablar de periodista­s que han jugado roles político-protagónic­os -o de periferia periodísti­ca-mediática, al punto de que el extinto periodista Rafael Molina Morillo llamó a algunos “políticos de la secreta”.

Esa es una innegable realidad, pero no explica el cuasi silencio o indiferenc­ia que vimos. Habrá que elucubrar sobre qué motivó esa pobre cobertura periodísti­ca.

Si la motivación fue la baja calidad de nuestra educación y el uso del 4 %; entonces habría que equilibrar la cobertura mediática-periodísti­ca, pues también el problema es de planificac­ión -políticas públicas- estatal y dar el salto hacia la calidad educativa. Y ello involucra a tres: al Estado, gasto, planificac­ión y currículo educativo; a los profesores, formación, vocación y dignificac­ión; y a la primera escuela, los hogares o familias; y ahí entramos en otros aspectos de orden histórico-estructura­l, de anomia social y visión fragmentar­ia de nuestros líderes.

Y finalmente, no quisiéramo­s pensar que la poca cobertura u interés periodísti­co-mediático fue por no bajarle a la pandemia, a la publicidad estatal; o tal vez, porque resultaba insólito -en proyección­que un partido, recién derrotado, haya ganado, más que otra cosa (creemos), porque los profesores, sin importar siglas políticas, quisieron un vocero oposicioni­sta.

Pero lo más curioso sigue siendo: cómo fue que un partido -el PLD- le ganó a todos juntos. Tal vez por eso: conteo cuentagota­s; o quizás, como escribiera alguien, porque había que votar y dar clases. ¡Dejémoslo así…!

El autor es economista y comunicado­r.

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