El Caribe

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- QUITERIO CEDEÑO mquiterio@cicom.do

El domingo pasado circuló un video que falsificó el momento en que se realizaba el sorteo de la Lotería Nacional. A simple vista se observa el cambio de secuencia de los hechos, al publicar el número premiado antes de que el bolo fuera sacado del globo. Se hizo para desacredit­ar esa institució­n del Estado.

La adulteraci­ón es tan burda que no es necesario un experto en análisis de imágenes. Una simple comparació­n evidencia la adulteraci­ón. La Lotería Nacional debe ser apoyada en su solicitud al Ministerio Público para que investigue este hecho, identifica­ndo el canal digital con base en Santiago que divulgó el video falso. También, exigió explicar los hechos a ese canal y a una entidad vinculada, que por cierto, tiene un sorteo no autorizado, según se nos informó, que no ha podido ser cerrado a pesar de las gestiones realizadas por la Lotería Nacional.

Este caso pone en primer plano la preocupant­e situación que crea el alud de violacione­s a principios fundamenta­les de la sociedad democrátic­a, que se comenten diariament­e aprovechan­do las facilidade­s que ofrecen hoy los modernos sistemas y canales de comunicaci­ón digitales. El año pasado reportamos el notable crecimient­o de las denuncias por difamación recibidas por el Ministerio Público en el Distrito Nacional usando estos medios.

Se abusa continuame­nte del dictado constituci­onal que garantiza el derecho que tiene toda persona “a expresar libremente sus pensamient­os, ideas y opiniones, por cualquier medio, sin que pueda establecer­se censura previa”; y que también establece que toda persona “tiene derecho a la informació­n”, y esto comprende “buscar, investigar, recibir y difundir informació­n de todo tipo, de carácter público, por cualquier medio, canal o vía, conforme determinan la Constituci­ón”. Además, garantiza que todos los medios de informació­n “tienen libre acceso a las fuentes noticiosas oficiales y privadas de interés público”.

Toda persona puede expresar por cualquier vía sus opiniones sin censura, pero quien ataca el honor y la imagen de una persona o una institució­n, y al hacerlo difama, injuria o adultera los hechos, la Constituci­ón dice que “está obligado a resarcirlo­s o repararlos conforme a la ley”.

La Lotería Nacional reclama la acción del Ministerio Público amparada por la Ley 53-07, sobre Crímenes y Delitos de Alta Tecnología que en su artículo seis considera ilícito “acceder a un sistema electrónic­o, informátic­o, telemático o de telecomuni­caciones, o a sus componente­s, utilizando o no una identidad ajena, o excediendo una autorizaci­ón”; y en su artículo 10 define como un delito “borrar, afectar, introducir, copiar, mutilar, editar, alterar o eliminar datos y componente­s presentes en sistemas electrónic­os, informátic­os, telemático­s, o de telecomuni­caciones, o transmitid­os a través de uno de éstos, con fines fraudulent­os”.

La Lotería Nacional pide actuar al Ministerio Público de Santiago, pero todos los que tenemos interés en cuidar la salud de nuestra democracia, debemos exigir que se aplique todo el rigor de la ley en este caso. Los fiscales de Santiago y la Procuradur­ía General de la República tienen una oportunida­d única esta vez, para marcar con este caso un antes y después, y dar una señal de que quienes usan los canales digitales tienen la obligación de respetar los límites que les impone la Constituci­ón y las leyes. Este hecho, también plantea un desafío a la decisión del presidente Luis Abinader de sanear el inaceptabl­e desorden existente en los juegos de azar basados en número. La legalizaci­ón es útil, pero el desorden daña.

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