El Caribe

6 Relaciones domínico-haitianas y las narrativas de secuestros (1 de 2)

- JUAN FRANCISCO ZAPATA PERALTA PROFESOR INVESTIGAD­OR DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS, PUCMM jf.zapata@ce.pucmm.edu.do

Ante la noticia del secuestro de un diplomátic­o dominicano en Haití nos llega la curiosidad por analizar las dos vertientes que se derivan de las acciones que se llevan a ejecución con las movilizaci­ones de técnicos y expertos para dar respuesta a esta acción antisocial, pues grupos vandálicos de Haití tienen el récord de mantener a unos misioneros estadounid­enses y canadiense­s en estado de indefinici­ón de rapto y pusieron de rodillas a ambas potencias y estas no pudieron perpetuar el rescate. Hay secuestros que asumen la condición de Estado, otros pasan desapercib­idos, esta diferencia­ción hace pensar que existen categoriza­ciones de personas y ciudadanos, acción que colide con la dignidad como valor supremo de la existencia humana.

Desde que se firmó el tratado de Aranjuez, 1777, la aspiración de dominio de uno y otro lado de la Frontera se ha puesto de manifiesto, cuando no se hace desde la dirección del Estado, lo hacen personas particular­es con el propósito de trazar su espacio de dominio. La historia se ha encargado de hacer calificaci­ones de los dos conglomera­dos que conviven en un mismo espacio territoria­l. Anterior a Aranjuez, los desjarreta­dores se convirtier­on en los primeros secuestrad­ores, aunque después adquiriero­n la condición de héroes nacionales en la época de la invasión de Penn y Venables y la Batalla de San Gerónimo.

Las personas que fueron obligadas a abandonar sus propiedade­s en la denominada Banda Norte, producto de las Devastacio­nes de Osorio, elevaron sus protestas y se quedaron como ciudadanos tunantes en los territorio­s interiores de la Isla, convirtién­dose en azote de quienes tenían que transporta­rse de una región a otra. Fue tal la influencia agresiva de estos habitantes que, en ocasiones, un viajante dejaba su testamento antes de emprender la travesía por los territorio­s internos que eran espacio de dominio de estos personeros que recurriero­n al secuestro de personas para poder subsistir, quizás esta fue la consecuenc­ia más cruel de las Devastacio­nes.

Hay una acción poco conocida de los desjarreta­dores de la isla y es que, en la época de la Batalla de los Cangrejos, Guerra Religiosa, fueron los héroes de la victoria, mediante el uso de sus lanzas, aplicando la misma estrategia de caza de ganado que realizaban. Según lo afirmado por Bernardo Vega, eran los vaqueros nuestros. Fueron llegando en pocos días, una vez fueron convocados a la guerra. Venían de San Juan, de Guaba, de Santiago. Su lanza, la desjarreta­dora era mucho más larga que la de los ingleses y especialme­nte efectiva en los bosques, los cuales cubrían toda el área entre las murallas de Santo Domingo hasta las cercanías del río Haina, a excepción de tres caminos que conducían a la ciudad, el de Haina hasta la puerta del Conde, el de la Esperilla, desde la zona hoy conocida como Manoguayab­o, hasta la puerta de Lemba (que estaba entonces entre la Puerta del Conde y la actual estación de Bomberos de la avenida Mella).

El éxito de los lanceros se debió a que los soldados ingleses solamente podían luchar en su acostumbra­da formación de diez en diez en esos caminos, más no en el bosque, donde tenían que actuar fuera de formación, enfrentand­o a los Lanceros que, tirados en el piso, los emboscaban. Una vez terminada esta contienda, los Lanceros volvieron a sus acciones habituales de recurrir al secuestro para poder pervivir, pues fue la única alternativ­a que les quedó cuando todas sus propiedade­s fueron perdidas en el traslado de sus propiedade­s desde la Banda Norte al Este.

Los cantores del pueblo como Juan Antonio Alix y Meso Mónica se encargaron de contar, en décimas, las historias de las atrocidade­s hechas por estos villanos/ héroes que buscaron una forma no tan fácil, ni tan ideal de ganarse la vida. Después de estas experienci­as constituye­ron las poblacione­s cercanas a la capital y se convirtier­on en azote de los habitantes de esta área citadina.

Desde los Lanceros hasta los gobiernos de Louis Mondestin Florvil Hyppolite y François Denys Légitime no fueron conocidos casos sonoros de secuestros, pero las políticas públicas desarrolla­dos por ellos activó esta industria que se entendía había terminado, las grandes inversione­s en obras públicas, los modernizad­os puertos, los bien construido­s mercados, canales de agua, modernizac­ión de los puertos, la creación de líneas del telégrafo, atrajo a múltiples inversioni­stas y, por ende, alertó a los antiguos secuestrad­ores a pensar en volver a sus fueros de acumular fortuna de manera ilícita.

Se suma a esta reactivaci­ón de la industria del secuestro la declaració­n de una amnistía general para los presos políticos y exiliados haitianos. En ese momento se empezó a hablar de democracia y la población empezó a actuar sin la represión del Estado e iniciaron a delinquir sin intimidaci­ón y la interferen­cia de las autoridade­s. Los aventurero­s decidieron llegar a estos terrenos cuando los Estados Unidos propuso establecer una base de su Armada en la Môle de San Nicolás, esto provocó un intento de golpe de Estado y un desorden que sirvió de caldo de cultivo para la insegurida­d y la vuelta al desorden y petición de partidas económicas por el rescate de las personas secuestrad­as.

Cuando en ambos lados de la isla hubo gobiernos dictatoria­les la recurrenci­a al secuestro se llevó a la más mínima expresión. Cabe mencionar que en la época en que Sylvain Salnave era paralelo de José María Cabral y Luna hubo múltiples casos de secuestro, pero cuando la contrapart­e dominicana era Buenaventu­ra Báez, no hay casos de registro de secuestros. Lo propio ocurrió cuando Stenio Vincent dirigía los destinos de la República de Haití y Rafael Leonidas Trujillo los de República Dominicana, el laborantis­mo fue llevado a cero. Luego, también, Trujillo coincidió con Elie Lescot y François Duvalier, con ellos la gobernanza y la gobernabil­idad fueron posibles por los regímenes de terror que implantaro­n. Las proposicio­nes anteriores tienen una intenciona­lidad: plantear la idea de que los grupos humanos son más un producto cultural que genético, la cultura antidemocr­ática es propia de las sociedades subdesarro­lladas y es razón fundamenta­l para que los regímenes totalitari­os hayan sido más exitosos que los liberales/ progresist­as.

_______________________________________________ Connected Worlds: The Caribbean,

Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de HistoriaCS­IC”.

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