Hallazgos durante la construcción del parque
Esta estructura evoca la vistosa corona del rey Carlos V hacia 1518.
Esta estructura evoca la vistosa corona del Rey Carlos V hacia 1518 y engalana la glorieta del parque, diseñada por el artista plástico Ignacio Morales (El Artístico).
Montada en base de tubo entrelazado, la corona fue vestida con luces, cuyos destellos durante la noche atraen la vista de todos los que cruzan a su alrededor. La obra costó RD$ 40.0 millones y fue construida por el gobierno de Leonel Fernández, a través de la Oficina de Desarrollo Provincial y la Oficina Fiscalizadora de Obras del Estado.
Cuando nació la construcción del parque de recreo quedaron al descubierto varias osamentas humanas, que creó asombro y curiosidad entre los nativos del pueblo, que desconocían que antes de existir el parque y de ser sometido a varias remodelaciones, operó allí el primer centenario de Hato Mayor del Rey.
Entre la confusión, algunos historiadores llegaron asociar dichos hallazgos con un cementerio indígena, al origen de la comarca y a los fusilamientos de la primera intervención norteamericana a la República Dominicana en 1916.
Al menos dos osamentas humanas, con sus dientes intactos y un sarcófago en metal fueron extraídas durante el movimiento de tierra para dar paso a la nueva y moderna estructura, que tanto atrae a turistas y excursionistas. Las tumbas fueron localizadas en el extremo norte y oeste.
Omar Ramírez, arquitecto que diseñó el lugar de recreo confirmó que son fósiles antiguos, con más de 100 años y recomendó el estudio antropológico para determinar su antigüedad. El hallazgo llevó al arquitecto Ramírez a paralizar los
El arquitecto Omar Ramírez, quien diseñó el parque.
La vistosa corona del Rey Carlos V hacia 1518 engalana la glorieta del parque, diseñada por el artista plástico Ignacio Morales (El Artístico)”. trabajos en el ala norte del parque de recreo, donde corrió el pueblo a curiosear.
Antropólogos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo se presentaron a evaluar las piezas humanas y la cantidad de cuerpos sepultados en el lugar.
“Conservamos parte de un ataúd antiguo, que pudiera ayudar a ubicar la época cuando fueron enterrados los cadáveres”, acotó el arquitecto Ramírez, quien precisó que hay quienes no descartaron que aquí pudo haber existido un cementerio indígena o de la familia que fundó el pueblo, pero tenemos que esperar para que los antropólogos nos arrojen luz y podamos descubrir ciertamente que pasó”.
Además, el arquitecto Ramírez dijo que desde que inició la construcción del parque se fue encontrando y descubriendo “cosas raras”.
En tanto, el historiador Víctor Espinal cree que estos enterramientos pudieran arrojar luz sobre el verdadero origen de Hato Mayor y sus reales fundadores.
Explicó que Hato Mayor fue fundado hacia en 1520, fecha en que se instituyó el mayorazgo de Dávila, entidad que agrupó a la familia Dávila Coca y Landeche, fundadores del ejido. Hato Mayor del Rey, como antiguamente denominaban al pueblo.
Hato Mayor estuvo 16 dueños herederos, siendo la última Mercedes de la Rocha Coca de Landeche, quien donó los terrenos donde hoy se erige el pueblo de Hato Mayor del Rey en 1888.
Ella pidió que el parque llevara su nombre en su honor y en reverencia de sus ancestros, que se cree muchos fueron sepultados en las inmediaciones de la parroquia Las Mercedes, que también lleva el nombre de la filántropa mujer.
Además, se conjeturó que los cadáveres corresponden a jóvenes revolucionarios, denominados “Gavilleros”, que fueron fusilados por el yanqui invasor durante la primera intervención norteamericana, que inició en 1916 y se extendió hasta 1924.
Otros nativos creen que los fósiles pueden corresponder a indígenas del cacicazgo de Guarionex, que dominaba la zona a la llegada del genovés, Cristóbal Colón.
Los yanquis llegaron a Hato Mayor en 1917 de manera avasallante y de inmediato, según la tradición histórica al establecerse realizaron varios fusilamientos en el Parque Mercedes de la Rocha, como forma de advertir que llegaron a “traer la paz”.
También, enajenaron documentos históricos que estaban en la parroquia, que aún opera justamente en el ala oeste del parque.
La entrada de los invasores se produjo, precisamente el 12 de enero de 1914, fecha en que en Hato Mayor lucía tranquilo y se hacían preparativos de procesiones rurales en el parque, para visitar el santuario de la Virgen de La Altagracia en Higüey, festividades que quedaron truncas con las acciones trágicas, horripilantes y funestas que en todo curso de su historia conociera esta laboriosa población.
Tres columnas de hombres embotados, con caras de “diablo” y armados se precipitaron hasta este municipio por diferentes caminos, sitiando a Guayabo Dulce, San Valerio, Los Jíbaros y ocupando todo el norte de la comarca.
Sin embargo, fue desde el antiguo parque, ubicado donde está la moderna estructura, que operaban y despachaban para perseguir a quienes despectivamente llamaron “Los Gavilleros”.
El asesinado historiador hatomayorense, Manuel Antonio Sosa Jiménez narra en su libro “Hato Mayor del Rey”, que el 24 de agosto del tétrico año 1918, el invasor yanqui mató al desafecto Ciprián Alarcón y luego concentró a cientos de campesinos que habían sido desalojados en la plaza pública, para que no tuvieran contacto con los gavilleros, como despectivamente osaban llamarles.
En definitiva, el Parque Mercedes de la Rocha ha sido escenario de excesión para que sobre él y en su entorno se cometieran tropelías y vejámenes contra esta sufrida y aletargada población, que tanto espera de las autoridades para su despegue definitivo al desarrollo ecoturístico, ya que fue la primera en haber logrado ese estatus mediante la Ley 77-02, por ser poseedora de inmensos encantos naturales y de lugares de atracción turística.