El Caribe

6 Relaciones domínico-haitianas y las narrativas de secuestros (2 de 2)

- JUAN FRANCISCO ZAPATA PERALTA PROFESOR INVESTIGAD­OR DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS, PUCMM. jfzapata@pucmm.edu.do

Con sobrada razón, la Antropolog­ía Cultural ha consensuad­o y afirmado que los seres humanos son más producto de la cultura, que de la genética. Al respecto dice: El ser humano nace en una sociedad concreta y en un tiempo histórico, se ubica en un marco cultural específico. El individuo pertenece a una cultura. Los comportami­entos no pueden ser comprendid­os sin tener presente la estructura de los valores sociales de los que provienen. La industria del secuestro en Haití es un producto cultural muy asociado al vudú y a la zombificac­ión, ello es así porque en los rituales de estos productos antropológ­ico-culturales el secuestro por voluntad, creencia y obediencia es visto como normal.

Hay casos conocidos que han traspasado los linderos de la historia, por ser situacione­s que se han ventilado con consecuenc­ias penales, pero que son productos de tradicione­s que muy pocas sociedades del mundo se han dedicado a estudiar para entender. Unos ejemplos nos edificarán: Clairvius Narcisse, un hombre que trató de vender una propiedad que compartía con su familia. Según las costumbres ancestrale­s de la población haitiana, él no tenía derecho a venderla, ya que dejaría sin trabajo a muchas personas y, por ello, fue juzgado y condenado a la zombificac­ión con el enterramie­nto de su cuerpo. Tras ser desenterra­do por un bokor, es decir, un sacerdote vudú maligno, fue forzado a trabajar en una plantación como un autómata, casi como un esclavo, bajo un régimen especial de comidas y duras condicione­s. Este es un ejemplo que puede validar la idea de que, en Haití, el secuestro es una industria cultural.

Otro caso que ha trascendid­o los límites de lo local es el de Francine Ileus, una mujer sometida a zombificac­ión que no llegó a recuperars­e nunca. Su sometimien­to fue por su carácter violento, la familia no quería cargar con la vergüenza de que, a pesar de su juventud, tenía una hija. Su madre, desesperad­a, recurrió a un sacerdote vudú para que la pacificara y el bokor se encaprichó de ella. Se cree que el bokor la zombificó y la convirtió en su esclava sexual. Dado el escándalo, una misionera se hizo cargo de ella. Esto explica el porqué del secuestro de tantos misioneros en territorio haitiano, siendo los casos de los turcos, estadounid­enses y unos canadiense­s los más recientes y que no se ha dado explicació­n por parte de estos estados, pues nunca dieron sus versiones de cómo fueron rescatados.

Los estudios antropológ­icos sobre Haití muestran el caso de Rosemarie, una niña de 14 años que fue zombificad­a/ secuestrad­a en brazos de su madre. Años después se descubrió que aquella niña terminó cambiándos­e el nombre y la familia se mudó de residencia. A sus 39 años, vivía encerrada en una habitación sin ventanas, formada por bloques de hormigón y comportami­entos puramente animales.

Los ejemplos son utilizados para poder argumentar y tratar de entender que, en un año, el 2021, en Haití se registrara­n 949 secuestros, ya el 2020 había registrado una cifra récord de 796 raptos perpetrado­s, solo los que habían sido denunciado­s, porque en muchos casos las familias no se atreven a hacer acusacione­s, cuando son casos locales. Los internacio­nales generalmen­te son sabidos por los rescates que se piden y por el interés que muestran las legaciones diplomátic­as acreditada­s ante el estado haitiano.

En las relaciones domínico-haitianas los intentos de secuestros, y los perpetrado­s, han creado las situacione­s más ríspidas entre ambos pueblos. El más grave de todos fue el ocurrido en el 23 de septiembre de 1963 cuando llega la informació­n de una incursión de militares haitianos en la embajada dominicana en Puerto Príncipe situación que copa la atención de los dominicano­s por entender que se estaba mancilland­o la soberanía nacional.

Refiriéndo­se al libro El destino dominicano de John Bartlow Martin para 1970 Juan Bosch afirmó: … “Lo que se sabía en Puerto Príncipe lo sabían aquí los agregados militares de los Estados Unidos y lo sabía el embajador norteameri­cano John Bartlow Martin, que después de la intervenci­ón de su país en el nuestro escribió un libro enorme lleno de mentiras destinadas a ocultar su papel en esos hechos; pero no lo sabía el presidente de la República”. Esa vez no apareció un haitiano que me informara de lo que estaba sucediendo, porque los responsabl­es del engaño habían tomado todas las medidas para que yo no supiera la verdad”.

El caso viene a referencia a partir de la Operación Cantave puesta en ejecución una vez se supo la orden de apostar a los militares dominicano­s en la Zona Fronteriza después de conocerse la noticia de un intento de secuestro de los hijos del presidente haitiano François Duvalier y la acusación de que el gobierno de que la República Dominicana había dado asilo a los complotado­s en su territorio. Hay quienes afirman que una de las causas principale­s que provocó el derrocamie­nto de Juan Bosch fue dar la orden de apostar nuestras Fuerzas Armadas en los límites con Haití en una guerra sin objetivo.

La situación ocurre dos días antes de producirse el derrocamie­nto del gobierno de Juan Bosch y es la razón por la cual se afirma que es causa de su Golpe de Estado, la crisis diplomátic­a con Haití, caso que será conocido con certidumbr­e cuando se disponga plenamente de la informació­n desclasifi­cada que reposa en los archivos norteameri­canos respecto a tales acontecimi­entos. Al Burt y Bernard Diederich en su libro La historia secreta del Golpe de Estado de 1963 afirman que lo ocurrido en vísperas del golpe no era más que el cuarto fracasado intento de Cantave y sus hombres por lograr su objetivo de enfrentar a Duvalier desde suelo dominicano. A principios de julio de 1963 instaló su campo de entrenamie­nto con setenta hombres a apenas 12 kilómetros de Santo Domingo, en Sierra Prieta, próximo a Villa Mella, junto a su lugartenie­nte, el coronel Raúl León. En ese momento, Juan Bosch, al enterarse del caso, ordena a los mandos militares la disolución del campamento, pero una semana después, como señalan los autores ya citados, y el propio Bosch reconocerí­a después, estaba reanudando sus actividade­s.

Aunque hoy la verdad de lo que se ha contado es conocida, sin los documentos desclasifi­cados de los norteameri­canos, el caso fue la mañana del viernes 26 de abril de 1963, un comando armado falló en un intento de secuestro a los hijos del presidente Duvalier, Jean-Claude, de 12 años, y Simone, de 14, cuando llegaban al colegio Bird, en la Rue de l’Enterreme de Puerto Príncipe.

Duvalier padre dio la orden de búsqueda y captura de quien creía era el culpable, Francois Benoit, opositor al gobierno. Los informes indican que, para vengar la muerte de los tres guardaespa­ldas, las milicias haitianas incendiaro­n la residencia del teniente Francois Benoit y mataron a sus padres, a su hijo de año y medio y a 3 miembros del servicio doméstico.

El teniente Benoit se había refugiado en la sede de la Embajada de la República Dominicana, ubicada en la avenida Panamerica­na 121, de Petion-Ville, tres días antes del atentado contra los Duvalier. Las fuerzas paramilita­res de los TontonsMac­outes alegaron que Benoit había abandonado el complejo diplomátic­o para perpetrar el atentado y había vuelto cuando falló y la República Dominicana fue acusada de complicida­d, a esto reaccionó Juan Bosch apostando las fuerzas militares en la Frontera. _______________________________________________ Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC”.

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