El Caribe

El breve espacio de la juventud

- EVELYN IRIZARRI Periodista

De la juventud se ha dicho y escrito mucho. Canciones, poemas y fascinante­s historias versan sobre ella. Una muestra de lo que para muchos significa ser joven es la canción que interpreta el maestro Charles Aznavour, titulada “La Juventud”.

Y es cierto, “La juventud no quiere ni llanto, ni dolor, ni guerra, ni temor, prefiere vivir con el amor. La juventud por lema mantiene la verdad de amar con libertad, no tiene más problemas que hacer su voluntad. La juventud es loca, no quiere esclavitud.

A la juventud valiente le gusta discutir, amar y sonreír, dormir bajo los puentes, soñando ser feliz”.

Pero también advierte: “La juventud no dura, se para sin sentir, por eso hay que vivir gozando su locura sin miedo de morir”.

Concuerdo en todo. No objeto ninguno de esos versos y menos si forman parte del repertorio de uno, para mí, de los mejores y más exquisitos cantantes.

Es así. Es sin dudas una época hermosa, pero si no se aprovecha, habrá sido un tiempo perdido.

Unido a todo lo expuesto en el tema de Aznavour, habría que agregar, que la juventud es el tiempo de cultivar y cultivarse. Es el tiempo de abastecers­e, de prepararse, no para hacer frente, si no para vivir acorde con las limitacion­es que imponen el paso de los años.

Cuando se es joven, se piensa que el tiempo es lo que sobra, por eso se deja todo para después. Total, no hay prisa.

Se hacen cientos de planes y proyectos, de los cuales pocos, muy pocos o ninguno llega a pasar de un sueño.

Unos pocos llegan a ser consciente­s de lo breve que es el espacio entre la juventud y la madurez. De esos pocos, un mínimo lo asume y se prepara para el futuro. El resto piensa en vivir, disfrutar el hoy y el ahora, pues mañana será tarde.

Cada etapa de la vida es pasajera, no importa que tan triste o feliz uno se sienta, nada será eterno.

Quizás, lo que hace tan bella a la juventud es porque es el tiempo en que las personas comienzan a vivir y sentirse libres de hacer y decir, sin necesidad de pedir permiso y aprobación. Por eso quizás es tan corta, a diferencia de la tercera edad, cuando las personas llegan a sentirse tan cansadas que cada día les llega a parecer un año. Y otra vez regreso a Aznavour: “La Juventud es delicia, es caricia y también es canción”. Así pasa, así se va, como una fugaz caricia, como una breve canción, que nos deja con deseos infructuos­os de volver a repetir.

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