José, no vale la pena
José tiene sus ideas acerca de algunos empresarios; yo las tengo de algunos periodistas chantajistas. Hay un grupo de profesionales del área que no vende su alma ni su pluma, que su talento es más que suficiente para merecer anuncios o contratos.
Otros han hecho una gran fortuna insultando y tergiversando la realidad. Me acostumbré hace muchos años a no pagar ninguno de estos mercenarios y, en algunos casos, les he respondido con demandas judiciales, logrando retractaciones públicas.
Sé que estas diferencias con José, si no hubiese sido por la pandemia, que estaba en su pico más alto en ese momento, pudieron haber sido resueltas en un almuerzo, lo que ahora es imposible. José ha roto todos los límites, tiene su línea de tiempo en twitter llena de referencias a mi persona y, directa o indirectamente, trata de denigrarme. Nunca antes, ni en los tiempos de más acidez sobre el tema, tuvo a Punta Catalina tan presente como ahora. Todo lo que refiere acerca de la planta lo hace para desembocar en mi persona.
Incluso, hasta aprovecha hostilidades de terceros para montarse en la misma ola, con el objetivo de cumplir la misión que le han encomendado: atacarme, algo que en verdad me resbala.
Tengo años venciendo adversidades, soportando lenguas viperinas, por cierto de un grupito muy específico y reducido al que pertenece José y a quien debo decirle: Ofende quien puede; no quien quiere. Le aconsejo a quienes lo “aceitan” que midan el impacto de sus tuits, a ver si vale la pena el esfuerzo y si no es una pérdida neta.