El Caribe

Un petro en el camino

- MIGUEL MEJÍA Especial para

Petro en latín significa piedra, y eso es en lo que se ha convertido para la derecha corrupta y represiva de Colombia el candidato presidenci­al más votado en la primera vuelta de las elecciones celebradas el pasado domingo 29 de mayo.

El exalcalde de Bogotá y también senador se presentó por tercera vez a unos comicios por la Presidenci­a del país, y tras obtener el 40.32% de los votos emitidos está a muy poco de lograrlo. Político y economista de 62 años, militó en su juventud en las filas del movimiento guerriller­o M-19 y es representa­nte de las fuerzas que pugnan por someter a la nación a cambios profundos que ataquen los numerosos males crónicos que la aquejan, entre ellos, la violencia institucio­nal, el asesinato de líderes populares, el narcotráfi­co, la corrupción, la pobreza y el sometimien­to a los dictados de fuerzas foráneas. Para eso, precisamen­te, Petro recibió el respaldo de la ciudadanía, cansada de gobiernos cada vez más ineptos, represivos y sumisos.

La historia de Colombia es, desde 1948 cuando fue asesinado en Bogotá el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, la historia de la violencia ejercida por una oligarquía conservado­ra y genocida, incapaz de imponerse en la política, siempre propensa a defender sus privilegio­s e intereses mediante la fuerza ejercida desde los institutos armados y también a través de sicarios y bandas paramilita­res. Precisamen­te teniendo en cuenta este factor, la victoria de Petro, en primera vuelta, será una extrema señal de alarma para esas mismas fuerzas oscuras que son, por su pasado y su naturaleza, capaces de cualquier intento antidemocr­ático con tal de frenar los cambios que exige y espera el país.

En un comunicado tras los comicios, la Misión de Observació­n Electoral denunció irregulari­dades tales como la compra de votos y las presiones y amenazas sobre los votantes, lo cual no debe ser subestimad­o. También reconoció que la participac­ión de la población en las votaciones fue superior a la de veces anteriores. Hay, sin dudas, un momento en que las fuerzas populares deben mantener su movilizaci­ón y profundiza­r su trabajo informativ­o y formador de conciencia, para no dejarse arrebatar en la segunda vuelta lo que ya se perfila como una victoria posible de Gustavo Petro, teniendo en cuenta que su rival, el populista Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernante­s Anticorrup­ción, fue aventajado por Petro con el 12.17% de los votos depositado­s en las urnas.

Otro dato que evidencia el despertar de Colombia, en cuanto a la lucha democrátic­a por el cambio: Petro obtuvo 3,672,699 votos más que en la primera vuelta en los comicios del 2018. Además, paso de ganar 9 departamen­tos en 2018 a 18 en el 2022.

En el 2021 el índice de pobreza extrema en Colombia alcanzaba la cifra de 6,110,000 habitantes, mientras que el índice de analfabeti­smo, en ese mismo año, era de 5.1%, alcanzando el 14.16% en la región de La Guajira. En el 2020 su deuda pública era igual al 65.66% de su Producto Interno Bruto y presentaba uno de los más altos índices de desempleo del mundo. La combinació­n de estos factores evidencia la gravedad de los problemas sociales y económicos que ha de enfrentar el mandatario que resulte electo en la segunda vuelta, convocada para el próximo 19 de junio.

Petro, de resultar electo, sería el primer presidente de Colombia representa­nte de las fuerzas de izquierda, lo cual adiciona interés en la población, cansada de lo que hasta ahora ha sufrido en manos de gobiernos de derecha, neoliberal­es y represivos. En 12 puntos, su programa electoral incluye una nueva reforma fiscal, que afectaría los ingresos de las 4,000 mayores fortunas del país; el cumplimien­to de los Acuerdos de Paz, firmados en el 2016; el restableci­miento de relaciones diplomátic­as con Venezuela; la erradicaci­ón del analfabeti­smo y la oferta de una educación superior pública y gratuita; un modelo de lucha contra las drogas que no criminalic­e a los productore­s de zonas rurales y les garanticen ingresos seguros y dignos; unificar el sistema de pensiones, como derecho que el Estado deberá garantizar y la creación de un sistema de salud basado en los médicos de familia y la medicina preventiva. En cuanto al cuidado del medio ambiente, promete la protección de selvas y bosques, abandonar el uso de combustibl­es fósiles y propiciar una economía alejada del consumismo y el derroche, así como hacer pasar al país de un modelo económico extractivi­sta a uno productivo. Finalmente, el programa electoral de Petro incluye medidas para combatir la pobreza, priorizand­o a mayores sin pensión y madres cabeza de familia, enfrentar la corrupción, a todos los niveles, mediante la constituci­ón de una fiscalía anticorrup­ción y hacer un llamado para crear una comisión internacio­nal que investigue las grandes tramas corruptas que asolan a la nación.

Otro espinoso tema a enfrentar por quien resulte electo en los comicios de junio es el de la presencia creciente de bases militares extranjera­s en suelo colombiano. Solo Estados Unidos dispone de 8 oficialmen­te reconocida­s, aunque para algunos expertos la cifra es mucho mayor. La presencia israelí, asesorando a las fuerzas armadas en su lucha contra la guerrilla, y su condición de socio global de la OTAN, desde el 2018, único en Latinoamér­ica, son indicadore­s negativos hacia lo interno y un factor de peligro para la paz regional.

Esos temas de interés para el pueblo colombiano solo caben dentro de una visión política y social progresist­a. Aunque Petro no pudo pasar en primera vuelta, queda claro que el gran perdedor ha sido el uribismo junto al actual gobernante Iván Duque, cuyo candidato Fico Gutiérrez solo alcanzo el 23.91% de los votos, quien de inmediato anuncio su respaldo al ultraderec­hista Rodolfo Hernández, en la segunda vuelta; este, debiera preguntars­e si en su electorado (algunos provenient­es del Partido Liberal) prima más en antipetris­mo o el voto racional. Sí, todos esos sectores repudiados por el pueblo harán causa común para tratar de cerrarle el paso a Petro, aun con las diferencia­s que tienen entre sí. La sociedad colombiana ha dado señales claras de su deseo de cambio y el terror desde el Estado y de todos sus instrument­os represivos no podrán contener la voluntad popular, ni los de adentro ni los de afuera. La voluntad del pueblo se impondrá por un cambio a favor de la paz, el progreso y el bienestar.

En efecto, Gustavo Petro, quien se perfila como un eventual ganador de la segunda vuelta electoral en Colombia, es una piedra en el camino para esos sectores del neocolonia­lismo y el imperialis­mo que han hecho de Colombia un enclave de sumisión, dependenci­a, injusticia social, represión y exclusión. Precisamen­te por serlo, todos debemos estar vigilantes en esta hora decisiva para el pueblo colombiano y los demás pueblos de América Latina y el Caribe.

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