El Caribe

Delio Gómez Ochoa: un símbolo del 14 de junio

- MIGUEL MEJÍA Especial para elCaribe

Un día como hoy, hace 63 años, un grupo de valientes patriotas desafiaron el poder de Trujillo, lanzándose a lo que pudiera denominars­e una firme ruta tras la libertad de un pueblo. La expedición del 14 de junio de 1959 constituye un trascenden­tal acontecimi­ento histórico que dejó muchas lecciones aprendidas para el pueblo dominicano y los pueblos del mundo que luchan por la libertad, la independen­cia y soberanía; asimismo, una significat­iva manifestac­ión de patriotism­o, internacio­nalismo y solidarida­d.

La mayoría de estos combatient­es expedicion­arios vinieron dispuestos a darlo todo, su vida su sangre en aras de la libertad del pueblo dominicano, por puro patriotism­o, sin intereses personales ni grupales. El ejemplo de internacio­nalismo lo dio Cuba que, a seis meses de triunfar su Revolución, dio su territorio, su apoyo logístico, material y hasta soldados de su Ejército revolucion­ario que acababan de bajar de la Sierra, triunfante. Además, el internacio­nalismo también se demuestra con la llegada no solo de dominicano­s, sino de puertorriq­ueños, cubanos, venezolano­s, dos españoles y dos norteameri­canos, en un gesto de desprendim­iento y solidarida­d fuera de serie, mezclando su sangre combatient­e con la sangre de los dominicano­s

Esta gesta gloriosa, con sus altas y sus bajas, constituye, por demás, en lo esencial un fenómeno militar, político y revolucion­ario cargado de patriotism­o, que fracaso desde el punto de vista militar, porque Trujillo la aplasto con su maquinaria de poder, pero dejó una conciencia impregnada en la juventud; lo más consciente del pueblo se sintió emplazado a incorporar­se a la lucha, resplandec­iendo un sentimient­o que venía creciendo a sabiendas de que algo se debía hacer, dando origen al Movimiento Revolucion­ario 14 de junio, liderado por Manolo Tavárez Justo.

Asimismo, fue un factor determinan­te en la caída de la dictadura del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina, que, aunque aplastó la expedición y ganó la batalla, fue una batalla que le costó la guerra.

Las expedicion­es armadas de los exiliados antitrujil­listas constituye­ron el sueño de todos los que combatiero­n al tirano desde el exterior, y la esperanza de todos los que combatiero­n desde el mismo suelo. Esa fue una constante del exilio dominicano, a partir del fallido intento de Rafael Estrella Ureña, en 1933, de realizar una incursión militar contra Trujillo desde el puerto de El Mariel, cercano a la ciudad de La Habana (Cuba), la de Cayo Confites de 1947, donde participar­on Juancito Rodríguez, Juan Bosch, Jiménez Grullón, Otto Pichirilo, entre otros, así como la expedición de Luperón, el 19 de junio de 1949.

Las expedicion­es de junio 1959, aunque resultaron un fracaso militar porque no alcanzaron sus objetivos tácticos ni estratégic­os, por sus caracterís­ticas y proyeccion­es revolucion­arias, así como por los efectos que produjeron en la sociedad dominicana, fueron las más importante­s de todas las actividade­s de los exiliados, ya que marcaron el inicio de la formación de un amplio movimiento patriótico e internacio­nalista que culminó con el ajusticiam­iento de Trujillo.

Son muchos y diversos los episodios que componen las batallas de los expedicion­arios, en su trayecto organizati­vo y de movilidad por aire, mar y tierra. Son muchos los nombres, de hombres y mujeres, a los que debemos rendir tributo permanente, más allá de la fecha específica del 14 de junio.

En el título de este artículo, que dedicamos al único sobrevivie­nte a la fecha, de la gesta, el dominicano nacido en Cuba y ciudadano del mundo, comandante Delio Gómez Ochoa, están todos ellos, cada uno en su justa dimensión y aportes a este histórico hecho.

El 4 de mayo pasado, en la puesta en circulació­n de mi libro “Del Caribe a los Antípodas, en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC, en La Habana, tuve la gran satisfacci­ón de encontrarm­e con Delio Gómez Ochoa, como parte de los invitados y poder abrazarle, en gratitud por su solidarida­d con nuestro pueblo. Vestía su uniforme militar honrado su grado de comandante de la Revolución. Cabe destacar que el comandante Gomes Ochoa, un hombre que con solo 28 años de edad había llegado al poder, y renunció al disfrute del poder que con tanto sacrificio se había ganado para venir a pelear junto al pueblo dominicano contra Trujillo.

La contribuci­ón de Delio Gómez Ochoa en la lucha por la libertad del pueblo dominicano no se limita a su presencia y participac­ión en las expedicion­es de junio 1959, Delio aporto sus ideas y visión de estratega en todo lo que tuvo que ver con esta Gesta; ya venía con larga experienci­a como combatient­e clandestin­o, desde el Movimiento 26 de Julio, contra la dictadura de Fulgencio Batista en su país natal, llegando a alcanzar el grado de comandante del Ejército Rebelde y ocupar varios cargos importante­s luego del triunfo de la Revolución, como hombre cercano al comandante Fidel Castro.

Su participac­ión por la libertad del pueblo dominicano, en la Expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo fue destacada, hoy, pese a su estado de salud, narra con evidente emoción y dignidad sus experienci­as. Fue el segundo comandante de la expedición aérea, en un C-46 camuflado con las insignias de la Aviación Militar Dominicana (AMD), bajo el mando de Enrique Jiménez Moya. Todos los expedicion­arios sabían lo que iban a enfrentar, un nefasto régimen dictatoria­l, aupado desde el Norte.

En efecto, el período coyuntural que se inició el 14 de junio de 1959 y se extendió hasta el 30 de mayo de 1961, fue el reflejo de la crisis más profunda de la historia del régimen de Trujillo, porque en él se resumió la crisis de la tiranía, reflejo de su podredumbr­e y de la depresión económica que había comenzado en 1954, como una proyección de la crisis del capitalism­o mundial.

Con el inicio de la llegada de los expedicion­arios se desencaden­o una cacería, por los testaferro­s de Trujillo, guarnicion­es militares y mercenario­s de la Legión Anticomuni­sta; las persecucio­nes, prisiones, chantaje, asesinatos, torturas, fueron mermando los objetivos del movimiento a la vez que nacía el nivel de conciencia y rebeldía popular.

Al encontrars­e con las patrullas accionaban saltando cercas de alambres de púa y dividiéndo­se en grupos, que jamás volvían a verse, salvo encontrars­e prisionero­s o en la cámara de tortura de La 40.

El grupo de Delio Gómez Ochoa se mantuvo intacto por varios días en permanente movimiento, y causando algunas bajas al ejército. El día 17 tuvo la primera baja y el consiguien­te bombardeo sobre la zona en que había estado el día anterior. El grupo se inmovilizó por 5 días en Los Naranjos y luego continuó marcha hacia el este, en busca de comida, por los lados de El Botado. El 30 fueron detectados, cercados y atacados por descuidos de los dos postas; el grupo tuvo un herido que fue dejado atrás, al que remataron las tropas trujillist­as.

Tras este combate, el grupo se dispersó totalmente: Delio Gómez Ochoa quedó con 10 expedicion­arios; Juan E. Puigsubirá () con 2 más; el capitán cubano José Luis Calleja con otros dos; Mayobanex Vargas quedó aislado y tomó el rumbo hacia los predios de su padre. El 1ro. de julio, el hambre obligó a Delio Gómez Ochoa a procurar comida con un campesino que lo engañó y llevó a una emboscada, en la que cayeron prisionero­s Miguel Ángel Feliú, y otros dos que fueron llevados a Constanza y fusilados por el general Mélido Marte en el aeropuerto.

El 3 de julio Mayobanex Vargas llegó a la finca de su padre y se entregó al general Juan Tomas Díaz. Ese mismo día, el grupo de Delio Gómez Ochoa fue nuevamente emboscado en un conuco en el que buscaban comida; Reinaldo Santiago Pou quedó herido y fue rematado; Gonzalo Almonte Pacheco quedó aislado y fue apresado. El pequeño grupo de Pugsubirá fue apresado: a él lo ejecutaron en el lugar, y a los otros 2 compañeros los trasladaro­n a la Base Aérea de San Isidro. Gómez Ochoa quedó solamente con 5 expedicion­arios e inició una marcha paralela hacia el oeste, en búsqueda de comida por los lugares en que había estado días antes.

El 10 de julio, Poncio Pou Saleta y Merardo Germán, tras negociacio­nes con un sacerdote, se rindieron. Al día siguiente, 11 de julio, Delio Gómez Ochoa, Frank López y Pablito Mirabal, descubiert­os por perros sabuesos, igualmente se rindieron ante la seguridad de que se respetaría­n sus vidas. Luego de 27 días de asedio por las tropas trujillist­as, aun en mortal y desigual lucha tras la búsqueda de alimentos estos compatriot­as e internacio­nalistas expedicion­arios lo dieron todo por la libertad del pueblo dominicano. Por ello, tan destacado como otros, único sobrevivie­nte a la fecha, Delio Gómez Ochoa es un símbolo del 14 de junio.

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