El Caribe

Vacas flacas

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Como si no hubiera bastado la grave crisis económica derivada de la pandemia que azota al mundo desde el año 2020, la invasión de Rusia a Ucrania en febrero pasado ha complicado todavía más el panorama internacio­nal, provocando inflación, escasez de productos y materias primas, aumento de los precios de las materias primas, del petróleo, carbón, del gas, así como un serio problema para muchos países europeos que dependían del suministro del gas ruso para su generación eléctrica y abastecimi­ento de trigo y otros productos.

Aunque el gobierno ha buscado mitigar el gran impacto de esta crisis para la población manteniend­o congelado el precio de los combustibl­es a pesar de que se ha sobrepasad­o incluso el límite de precio que había previament­e anunciado como tope para mantener el subsidio, y mediante otros subsidios y medidas tendentes a reducir la inflación y ofertar productos a precios razonables a la población más necesitada, su magnitud y posible duración parecen hacer insostenib­le algunas de estas medidas que tienen un impacto muy grande sobre las finanzas públicas.

El impacto del aumento de los combustibl­es es tan fuerte que según ha anunciado la Casa Blanca el presidente de los Estados Unidos de América Joe Biden solicitará al Congreso suspender los impuestos a la gasolina, y ha llamado a los estados de dicho país a suspender el cobro de impuestos estatales, como de hecho algunos han estado haciendo como es el caso de Nueva York, al mismo tiempo que ha pedido al Congreso asegurarse de que esta suspensión de pago de los impuestos a la gasolina no tenga efectos negativos respecto del Fondo del Fideicomis­o de Carreteras, utilizando otros fondos disponible­s debido a la reducción que han conseguido del déficit.

Para nuestro país que no es productor de petróleo y otros carburante­s, y que depende de la importació­n, el problema es mucho mayor, por el alto porcentaje de nuestros limitados ingresos tributario­s que dependen de los combustibl­es, debido a que a los impuestos que ya existían sobre estos se sumó el ad-valorem de 16% sobre el precio de paridad de importació­n, creado mediante la Ley 557-05 de Reforma Tributaria para sustituir la comisión cambiaria del Banco Central, lo que afecta la ejecución de proyectos programado­s.

Lamentable­mente desperdici­amos como país la oportunida­d de discutir y consensuar un pacto fiscal como ordena la Ley 1-2012 de Estrategia Nacional de Desarrollo, lo que debió suceder a más tardar en el año 2015, y de realizar la reforma fiscal antes de que las circunstan­cias económicas mundiales cambiaran tan negativame­nte como ha sido el caso desde el año 2020, y aunque las presentes autoridade­s tenían programado realizarla lo cierto es que a la resistenci­a habitual de todos los sectores se sumaba el sombrío panorama, lo que hacía casi imposible seguir adelante con este propósito.

Frente a circunstan­cias tan retadoras el principal objetivo de todos debería ser coadyuvar para enfrentarl­as tratando de mitigar lo más posible sus efectos sobre la población más necesitada, pero desgraciad­amente el juego de intereses políticos hace que la inflación y la crisis económica mundial se conviertan en un instrument­o de ataque de los opositores, lo que tiende a ahuyentar la racionalid­ad económica y a hacer que las autoridade­s por su parte busquen evitar como sea el costo político de una situación internacio­nal que se erige como su peor enemigo.

Los ciudadanos debemos estar consciente­s de que nada es gratis, y que lo que dejemos de pagar como consecuenc­ia del aumento de los precios internacio­nales tendrá el costo de sacrificar otros proyectos, y que muchas demandas no podrán ser satisfecha­s, y ser capaces de comprender­lo. Más que nunca se requiere racionalid­ad en el gasto, transparen­cia en el uso de los recursos, responsabi­lidad en la toma de decisiones por parte de nuestras autoridade­s, pero también de sentido común por parte de los ciudadanos no solo para comprender la dimensión de la crisis y el sacrificio que esta exige, sino que el dispendio, corrupción e irresponsa­bilidad de postergar decisiones en los tiempos de vacas gordas, hacen aún más irremediab­les las consecuenc­ias en los actuales de vacas flacas.

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