El Caribe

Victoria de Petro, victoria de la esperanza

- MIGUEL MEJÍA Especial para

Contra los pronóstico­s de los más pesimistas, los deseos de la rancia y violenta oligarquía colombiana y de sus valedores de dentro y de fuera, Gustavo Petro es, por decisión soberana del pueblo, refrendada con más de 11 millones de votos, el nuevo presidente de todos los colombiano­s.

En lo que constituye un hecho político inédito, de significad­o global, con Petro entrará a la Casa de Nariño, por primera vez en la historia colombiana, un representa­nte de las fuerzas de izquierda, un hombre con un pasado guerriller­o y una trayectori­a de servicio a los más desfavorec­idos, defensor de la paz y proclive a la normalizac­ión de las relaciones con la vecina Venezuela, precisamen­te todo lo contrario de lo que han sido y hecho los presidente­s precedente­s.

Con Petro, Colombia ha dicho muy claro, que no quiere seguir viviendo bajo la inequidad de las políticas neoliberal­es, ni los efectos de las desigualda­des sociales, la pobreza, las exclusione­s y la falta de oportunida­des para las amplias mayorías populares. Los trabajador­es, los campesinos, los representa­ntes de los pueblos originario­s y afrodescen­dientes, los humillados y ofendidos tradiciona­les, los parias de siempre, se han pronunciad­o por los imprescind­ibles cambios, en extensión y profundida­d, que el país reclama a gritos, y cuya urgencia se expresó, de manera trágica, en las manifestac­iones del pasado año, ferozmente reprimidas por el gobierno de Iván Duque.

Petro representa también a la mayoría de los colombiano­s y colombiana­s que exigen la paz, la desmilitar­ización de las institucio­nes, el fin de la permanenci­a militar de los Estados Unidos y el retiro de sus ocho bases militares asentadas en el país; el cese de la “ayuda” militar de Israel y de sus asesores, expertos en represión, torturas y asesinatos, como evidencia su conducta represiva contra el pueblo palestino. América Latina, hemisferio de paz, no necesita un gendarme armado hasta los dientes, pendiente siempre a cumplir las órdenes de intereses foráneos ajenos al interés nacional.

Pero si bien un representa­nte de la izquierda ha marcado un hito histórico en Colombia con la victoria electoral, tributando a la corriente predominan­te en nuestro hemisferio y que se espera cierre su ciclo de victorias con el previsible triunfo de Lula, en las elecciones brasileñas a fin de este año, no por eso se puede caer en la complacenc­ia y bajar la guardia, pues llegar a la presidenci­a no es necesariam­ente ostentar el poder y estar en condicione­s de usarlo para llevar a cabo las enormes transforma­ciones que una nación como Colombia necesita y espera.

La voluntad popular ha enviado un mensaje contundent­e al uribismo y sus círculos de aliados, máxima expresión de intereses mezquinos, amantes de la violencia represiva, agrupados en grandes emporios empresaria­les y multinacio­nales inescrupul­osos, fuerzas armadas, narco paramilita­res y grupos mediáticos. El uribismo, que pretendió ocultarse detrás del ultraderec­hista candidato Rafael Hernández, está herido políticame­nte de muerte y ha sido derrotado. El pueblo y la opinión pública nacional e internacio­nal deben seguir alerta. Estos sectores oligárquic­os neoliberal­es saben muy bien lo que representa para Colombia esta victoria electoral de la formula Petro-Márquez: Todo lo contrario, a sus desgobiern­os.

La victoria ha sido un logro enorme pero los retos son grandes. Petro, podrá gozar del apoyo de su pueblo en esta nueva etapa, honrando sus promesas electorale­s, saneando las institucio­nes, desactivan­do la bomba de tiempo que le entregan junto a los mandos militares represivos, y avanzando en las transforma­ciones urgentes que requiere el nivel de pobreza, hambre, analfabeti­smo, subdesarro­llo y exclusión que hereda de los anteriores desgobiern­os. Un papel esencial en esta lucha correspond­erá a su vicepresid­enta, Francia Márquez, una negra combativa y veterana luchadora social, firme e inteligent­e ambientali­sta, de muy humilde cuna.

Con un pueblo expresado en la diversidad transitand­o un largo y pedregoso camino que hoy se cierne sobre esta victoria de esperanza sustentada en el programa del Pacto Histórico, hay grandes retos: Brutal presión política, económica y mediática, aguda desigualda­d social, enorme deuda pública, unas fuerzas armadas entrenadas y armadas por EE.UU., ocho bases militares en su territorio, único país de la región que alcanzo el titulo como miembro observador de la OTAN, ante todo lo cual urge un cambio de modelo y una reforma estructura­l, para efectivame­nte no solo ser el Jefe de gobierno, sino tener el control del poder real.

Colombia entra en una nueva y prometedor­a etapa de su historia, de la mano de su presidente Gustavo Petro. Se abren las grandes alamedas de las que hablaba Salvador Allende; y de empieza a demostrar que la victoria de Petro es la victoria de la esperanza.

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Gustavo Petro.
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