El Caribe

De celibato y castidad

- LEILA MEJÍA leila.mejia@gmail.com La autora es abogada.

Araíz de tantas denuncias de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica, es necesario iniciar debates serios sobre temas como la castidad y el celibato y su vínculo con estas desviacion­es.

En tal sentido, obispos belgas han planteado que acabar con la obligatori­edad del celibato podría evitar aberracion­es como las denunciada­s por centenares de fieles, y que las personas para las que el celibato resulta humanament­e imposible también deberían poder ser sacerdotes.

Las razones de estas imposicion­es no son tan bíblicas ni divinas. Por ello el Papa Juan Pablo II declaró en 1993 que “el celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por Jesucristo.”

Jesús nunca pidió a los apóstoles dejar a sus mujeres. Casi todos eran casados, al igual que Pedro, el primer Papa. Hay razones eminenteme­nte económicas para la Iglesia ya que no es igual mantener a uno, que a éste, su mujer e hijos, y agregar al escenario los derechos sucesorale­s. Por esto en el Siglo VI el papa Pelagio II fue más honesto con el tema y tuvo como política no meterse con sacerdotes casados mientras no pasaran la propiedad de la Iglesia a sus esposas o hijos.

La castidad y el celibato no siempre han sido regla en la Iglesia católica. En el Siglo VII en Francia los documentos demuestran que la mayoría de los sacerdotes eran casados y luego en el Siglo VIII en Alemania San Bonifacio informa al papa que en ese país casi ningún obispo o sacerdote es célibe.

En el Siglo IX, el Concilio de Aix-laChapelle admite que en los conventos y monasterio­s se han realizado abortos e infanticid­ios para encubrir las actividade­s sexuales de los clérigos. Por cosas como esta es que obispos como San Ulrico argumentar­on que la única manera de purificar a la Iglesia de los excesos del celibato es permitir a los sacerdotes que se casen.

A pesar de que el Concilio de Trento del Siglo XVI establece que el celibato y la virginidad son superiores al matrimonio, en 1930 el papa Pío XI afirmó que el sexo puede ser bueno y santo.

Psicoanali­stas como Franz Alexander y Sheldon Selesnick concluyero­n que la abstinenci­a forzosa promueva el aborrecimi­ento del sexo normal y por ende estimula prácticas sexuales anormales y degenerada­s. La castidad es un esfuerzo por contener el instinto natural y la represión de los instintos conlleva a su expresión por descargas sustitutas.

Hay que debatir con más objetivida­d el tema.

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