El Caribe

Cabezas frías

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

El mundo se polariza cada vez más y las redes sociales son el hábitat idóneo para que las posiciones más extremas se publiquen al calor de la inmediatez y la rapidez de los exiguos caracteres, y la extrema facilidad de reenviar vídeos o mensajes, sin que muchas veces los reproducto­res siquiera los lean o analicen para advertir sinsentido­s o falsedades, convierten cualquier noticia falsa en cierta para muchos, y generan una atmósfera cargada que contribuye a alterar los ánimos y a nublar el raciocino.

Esa ventana al mundo nos muestra situacione­s adversas y complejas en muchos lugares, abatidos por la guerra, el hambre, el irrespeto a los derechos fundamenta­les, el autoritari­smo o la negación de los principios democrátic­os, pero a la vez también nos exhibe escenarios de ensueño, derroches de abundancia de unos cuantos, historias de vidas que parecen fascinante­s, que ya no precisan del estreno de una película o de la publicació­n de una novela o cuento para difundirse y poner a fantasear a los espectador­es pues están a la breve distancia de un clic.

En este siglo XXI las migracione­s constituye­n uno de los mayores retos mundiales, entre otros factores porque la gente conoce en tiempo real lo que ocurre en otras partes y busca la forma de emigrar para encontrar mejores condicione­s y oportunida­des, aunque esto los haga víctimas de traficante­s, arriesgand­o sus vidas y recursos en el intento, pues las historias de los que lo logran seducen más que el espanto que provocan las de quienes perecen intentándo­lo, y cada país busca las vías de frenarlas, de lograr aliviar las tensiones sociales que generan y que algunos atizan para su beneficio, de hacer malabarism­o entre las necesidade­s de fuerza laboral barata, la resistenci­a de locales, y las exigencias de la ley y la moral.

La República Dominicana tiene una diáspora importante y dinámica, que con sus remesas le hace una invaluable contribuci­ón, que ya tiene distintas generacion­es en países como los Estados Unidos de América y que ha sido capaz de insertarse en múltiples espacios ocupando posiciones tan altas como un escaño en la Cámara de Representa­ntes, pero sin perder nunca el vínculo con sus raíces. Al mismo tiempo recibe una numerosa inmigració­n del vecino Haití, que si bien inició con la utilizació­n de braceros para el corte de la caña de azúcar, desde hace tiempo fluyó al ritmo del crecimient­o de nuestra economía hacia la construcci­ón, el turismo, la agricultur­a y otros servicios, la cual fue aumentando conforme se deteriorab­an las condicione­s del otro lado de la frontera, lo que también hizo que nuestros productos fueran exportados masivament­e a Haití, convirtién­dolo en nuestro segundo socio comercial, después de los Estados Unidos de América.

La gravedad de la situación que se vive en Haití ha superado lo imaginable, pero lamentable­mente las soluciones siguen sin presentars­e, pues ese desastre tiene dueños que no quieren aceptar su responsabi­lidad, y beneficiar­ios que no tienen el menor interés en que lleguen, y manipulan a una población ignorante y pobre, pero demasiado rica en orgullo, jugando a presentarn­os como villanos, sin evaluar objetivame­nte lo bueno y lo malo de nuestra relación, pues siempre es más fácil encontrar culpas ajenas que aceptar las propias.

Más que nunca es necesario que los dominicano­s tengamos nuestras cabezas frías para no dejarnos llevar por las naturales pasiones, haciendo conciencia de todo lo que hay en juego, para ejercer soberana, cauta y justamente todo lo que sea necesario y convenient­e a nuestro país, pero con el mayor rigor y respeto del marco legal, recordando siempre que de nada vale tener derecho a algo si haciéndolo de mala forma lo perdemos.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic