El Caribe

¿Qué se pretende con eso?

- EVELYN IRIZARRI Periodista

En los últimos días, como si se tratara de una campaña internacio­nal, se ha desatado una ola de opiniones negativas sobre la República Dominicana y su política migratoria. Las deportacio­nes de indocument­ados han servido de pretexto para retomar el asunto del respeto a los derechos humanos en el país.

El tema fue puesto en el tapete, el día nueve de noviembre, por Volker Türk, alto comisionad­o de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien hizo un llamado a las autoridade­s dominicana­s a detener las deportacio­nes de haitianos, “porque no hay garantías de un regreso seguro”. Las palabras de Türk fueron más lejos. “También pido a las autoridade­s de la República Dominicana que redoblen sus esfuerzos para prevenir la xenofobia, la discrimina­ción y las formas conexas de intoleranc­ia basadas en el origen nacional, racial o étnico o en la condición de inmigrante”.

Estas declaracio­nes encontraro­n respuesta en el presidente Luis Abinader, quien tras calificarl­as de “inaceptabl­es e irresponsa­bles”, advirtió que las deportacio­nes no sólo continuarí­an, sino que se incrementa­rían.

Es entonces, cuando la embajada de los Estados Unidos, en un claro respaldo a la postura del comisionad­o Türk, lanzaba su advertenci­a a los ciudadanos norteameri­canos de piel oscura y expresaba su preocupaci­ón por el “trato desigual” de que pudieran ser objeto los ciudadanos estadounid­enses por el color de su piel”. No es de sorprender que ante tanto respaldo y con el peso de sus defensores, el gobierno haitiano, en la persona de su primer ministro, Ariel Henry, se montara en la ola y después de expresar preocupaci­ón por las deportacio­nes, dijera tener esperanza de que se estuvieran respetando los derechos humanos de los deportados.

Unicef también se unió al club. En declaracio­nes a medios internacio­nales el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, aseguró que en las deportacio­nes que realiza la República Dominicana se encuentran niños no acompañado­s.

No conformes aún, ahora Estados Unidos prohíbe la compra de azúcar procedente del Central Romana, un duro golpe a la economía dominicana, pero también una oportunida­d de explorar otros mercados. Ante toda esta avalancha de críticas, que deja al país en una posición tan vergonzosa, no queda más que preguntar ¿qué se persigue, qué se pretende con todo esto?

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