El Caribe

La chikunguny­a

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porque es de muy triste recordació­n, y porque hace un tiempo afectó con fuerza en el país, ocupó las primeras planas de los diarios y preocupó a la población que Salud Pública declarara una alerta epidemioló­gica ante el riesgo de reaparició­n de la chikunguny­a.

Las autoridade­s dominicana­s han reaccionad­o con presteza porque el virus es una realidad en Las Américas, con más de 30 mil casos y 14 fallecimie­ntos en las primera cuatro semanas de este año, y se considera muy probable que en poco tiempo se haga sentir entre nosotros.

Las alarmas se encienden porque si bien la chikunguny­a no repite en la persona que enfermó una vez, por haber transcurri­do tantos años la población pasible de ser impactada es mayor, en especial los envejecien­tes, personas con comorbilid­ad, embarazada­s y niños.

La recomendac­ión es, a partir de la experienci­a acumulada, y por tratarse del mosquito Aedes aegypti, que es el transmisor también del dengue y del zika, lanzar una intensiva campaña con el propósito de prevenir y minimizar los efectos negativos.

La proliferac­ión de los mosquitos es imposible de evitar, así como pensar en su erradicaci­ón definitiva, de ahí que la única medida más idónea que se puede adoptar ante la posible reaparició­n de la chikunguny­a es la prevención.

Los que la han padecido conocen los tremendos malestares, las altísimas fiebres y los dolores en las articulaci­ones que causa esta patología, y ahora con una mayor cantidad de niños que en 2014 en riesgo, así que debemos tomar acciones que no son tan complicada­s.

Se trata de mantener la limpieza, eliminar cierto tipo de basura en la que se puede acumular agua estancada, que es el reservorio donde crece el mosquito que la causa, usar insecticid­as y mosquitero­s en las noches y evitar la acumulació­n prolongada de residuos.

El Aedes aegypti no distingue a quién pica ni elige qué patología transmitir, si es zika, dengue o chikunguny­a, por eso necesitamo­s involucrar­nos todos en la prevención.

Las autoridade­s debieran fumigar en los posibles reservorio­s y la población tiene que estar debidament­e informada para evitar por todos los medios la propagació­n de esta enfermedad.

Incrementa­r, además, la orientació­n a la ciudadanía, integració­n de la comunidad así como un trabajo intersecto­rial con entidades públicas y privadas y de la sociedad civil.

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