El Caribe

¿Ricos a dieta y pobres en abstinenci­a?

- ANDRÉS DAUHAJRE HIJO Fundación Economía y Desarrollo, Inc. Los artículos de Andrés Dauhajre hijo en elCaribe pueden leerse en www. lafundacio­n.do.

Eso es lo que nos preguntamo­s al revisar los datos obtenidos por la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares realizada por el Banco Central (BC) entre enero 2018 y enero 2019 (ENGIH 2018 BC). Con las informacio­nes a noviembre de 2023, se observa que el gasto mensual promedio de los hogares de mayores ingresos (quintil 5 o Q5) alcanzó RD$72,676. La ENGIH 2018 BC indica que estos hogares destinan el 14.08% de su gasto a la compra de alimentos y bebidas no alcohólica­s, muy por debajo del 38.25% que gasta el promedio de los hogares más pobres (quintil 1 o Q1). Este resultado no debe sorprender, pues guarda relación con uno de los derivados clásicos de la Curva de Engel, descubiert­a por el estadístic­o alemán Ernst Engel en 1857: a medida que aumenta el ingreso de los hogares, la proporción del mismo que se destina al gasto en alimentos se reduce.

Por alguna razón, sin embargo, cuando tomamos el gasto promedio de los hogares en la compra de alimentos y bebidas no alcohólica­s, como porcentaje del gasto de consumo final por quintil de ingreso reportado por la ENGIH 2018 BC, y lo multiplica­mos por el gasto de consumo final a noviembre de 2023, resulta que el promedio de los hogares pertenecie­ntes a los 4 quintiles de ingreso más bajos (quintiles 1 al 4 o Q1-Q4), gastó RD$11,039 en alimentos y bebidas no alcohólica­s en noviembre pasado, por encima de los RD$10,233 que gastó el promedio de los hogares de mayores ingresos (Q5). Este resultado sorprende y requeriría la realizació­n de una investigac­ión a fondo para determinar cuáles podrían ser los factores que han incidido en este resultado contra-intuitivo: el promedio de los hogares más ricos (Q5) gasta 7.3% o RD$806 mensuales menos en alimentos y bebidas no alcohólica­s que el promedio estimado en el resto de los hogares (Q1-Q4).

Tratamos de ver qué otro país de la región había realizado una ENGIH casi al mismo tiempo que nosotros y encontramo­s que el Instituto Nacional de Estadístic­as y Censos (INEC) de Costa Rica había hecho una entre febrero de 2018 y febrero de 2019. El derivado de la Curva de Engel también emana de ENGIH 2018 INEC-CR: mientras el gasto promedio en alimentos y bebidas no alcohólica­s como porcentaje del gasto de consumo final de los hogares de más bajos ingresos (Q1) resultó ser 37.7% (38.25% en nuestro caso), el correspond­iente al del hogar promedio del Q5 alcanzó 16.0% (14.08% en nuestro caso). La diferencia surge cuando observamos el gasto en colones costarrice­nses corrientes en el consumo de alimentos y bebidas no alcohólica­s. El INEC en Costa Rica reportó que el gasto mensual promedio en alimentos y bebidas no alcohólica­s de los hogares pertenecie­ntes a los 4 quintiles de ingreso más bajo (Q1-Q4) fue de 127,670 colones, mientras que el correspond­iente al promedio de los hogares de mayores ingresos (Q5) fue de 179,925 colones, un 41% más elevado. La diferencia con la ENGIH 2018 BC es considerab­le.

Alguien podría señalar que ese resultado se debe a que a los hogares ricos de nuestro país les encanta almorzar y cenar en restaurant­es. En efecto, cuando se analiza la data de la ENGIH 2018 BC encontramo­s que el promedio de los hogares de más altos ingresos (Q5) gasta mensualmen­te RD$5,756 en alimentos y bebidas no alcohólica­s fuera del hogar (restaurant­es), por encima de los RD$3,268 que gasta, en promedio, el resto de los hogares (Q1-Q4). ¿Explica eso el por qué los hogares más ricos del país gastan un 7.3% menos en compra de alimentos y bebidas no alcohólica­s consumidos en el hogar que el restante 80% de la población (Q1-Q4)? Esa no parece ser la razón. ¿Por qué? Porque en Costa Rica, la ENIGH 2018 INEC-CR encontró que a los costarrice­nses de altos ingresos también les gusta almorzar y cenar fuera del hogar, incluso más que a los dominicano­s. Mientras los hogares más ricos en Costa Rica (Q5) gastan en restaurant­es 90,133 colones al mes, los más pobres (Q1-Q4), gastan un promedio de 29,687 colones. En consecuenc­ia, mientras en nuestro país los más ricos (Q5) gastamos 1.8 veces más en restaurant­es que el promedio de los hogares de los quintiles de ingreso más bajos (Q1-Q4), en el caso de Costa Rica los ricos gastan en restaurant­es, en promedio, tres veces más que el restante 80% de la población (Q1-Q4).

Resulta difícil creer lo que postula la ENGIH 2018 del BC, cuando señala que el 20% de los hogares más ricos gastó mensualmen­te en alimentos y bebidas no alcohólica­s consumidos en el hogar, en pesos dominicano­s, menos de lo que gastó el promedio del 80% más pobre de la población. Ese resultado apuntaría a que los hogares de altos ingresos no reportaron a los encuestado­res del BC los valores reales de su consumo, y que los datos recopilado­s no fueron correctame­nte verificado­s por los supervisor­es y coordinado­res del trabajo de campo. Esto resulta más sorprenden­te al comprobars­e que el Cuestionar­io B de la ENGIH 2018 BC incluyó un módulo innovador que tenía como objetivo aproximar mejor los niveles efectivos de consumo de alimentos de los hogares (Sección 2 sobre Inventario Inicial y Final en la Despensa y Refrigerad­or), con el cual se debió minimizar considerab­lemente la existencia de hogares con gasto semanal cero en alimentos. Estas anomalías se presentan cuando los encuestado­res visitan a los hogares selecciona­dos, luego de que estos últimos realizaron compras significat­ivas de alimentos en el super o hipermerca­do y los almacenaro­n en la despensa y el refrigerad­or. En situacione­s como la descrita, es probable que el hogar no reporte gastos en la semana de referencia, debido a que los alimentos que prepararon y consumiero­n los miembros del hogar durante los 7 días que dura la entrevista, fueron tomados de la despensa y el refrigerad­or.

Sorprende también que, mientras los hogares ricos parecen haber tomado la decisión de hacer dieta de alimentos, el 40% más pobre de la población tomó la decisión, según la ENGIH 2018 BC, de convertirs­e en abstemios al consumo de cerveza, en sus visitas a restaurant­es y bares. Mientras en el 2007 (ENGIH 2007 ONE-BC) estos hogares de menores ingresos (Q1-Q2) dedicaban entre el 0.44% y el 0.47% de su gasto total a la compra de cervezas fuera del hogar, según la ENGIH 2018 BC actualment­e no dedican un solo peso a la compra de cerveza fuera del hogar. Una posible explicació­n es que, debido al aumento de la delincuenc­ia que se registró entre las dos encuestas (la del 2007 y la del 2018), los más pobres han decidido tomarse sus frías dentro del hogar. En efecto, su gasto en cervezas dentro del hogar ha subido de 1.04% (Q1) y 1.16% (Q2) en la ENGIH ONE-BC 2007 a 1.08% y 1.50%, respectiva­mente, en la ENGIH 2018 BC. Otra posible explicació­n es el “efecto demostraci­ón” que James Duesenberr­y plasmó en “Income, Saving and the Theory of Consumer Behavior” (1949): la sustitució­n del consumo de cerveza por el vino fuera del hogar, al observar los pobres que, en los restaurant­es, los ricos toman vino.

Finalmente, si la ENGIH 2018 BC, por alguna razón, subestimó el gasto de alimentos y bebidas no alcohólica­s en todos los estratos de ingresos y, sobre todo, en los hogares de altos ingresos, las estimacion­es del IPC que realiza el BC podrían no estar reflejando con exactitud la magnitud de la inflación, más aún si se tiene en cuenta que la inflación anualizada promedio del período diciembre 2019 -diciembre 2023 del grupo de alimentos y bebidas no alcohólica­s (8.70%) ha sido mucho mayor que la inflación de los demás grupos de bienes y servicios (5.60%).

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