El Caribe

Pedernales será antes y después de Luis

- NELSON ENCARNACIÓ­N nelsonenca­r10@gmail.com

Cuando un opinante se expresa abiertamen­te en términos elogiosos de las políticas públicas o de proyectos específico­s de un gobernante, corre el riesgo de que de inmediato sea alineado con los intereses partidario­s de quien dirige el Estado.

Además, el peligro de ataque es mayor por estar ahora mismo inmersos en un proceso electoral en que el mandatario busca la continuaci­ón de su ejercicio gubernamen­tal.

Tampoco podemos olvidar que vivimos en un ambiente plagado de una alta intoleranc­ia e irrespeto hacia las ideas ajenas con caracterís­ticas de mercancía súper abundante.

Sin embargo, es bueno actuar a priori, y señalar que preferimos el riesgo calculado de poner la cabeza en la guillotina de los deslenguad­os de oficio, antes que callar la realidad de que Pedernales tiene que ser visto como un antes y un después del presidente Luis Abinader.

¡Que no guste a algunos, lo sentimos! Porque es justo recordar que esta demarcació­n territoria­l es una de las provincias más deprimidas de la República Dominicana, con altos niveles de pobreza y una acelerada despoblaci­ón, esto debido a sus condicione­s deplorable­s y a la falta de oportunida­des, en especial para los más jóvenes.

Entonces, que un presidente se haya propuesto —casi como una saludable obsesión— encaminar sus valiosos esfuerzos para, por lo menos, plantar la semilla inicial de un cambio de destino, es algo que, sin importar lo que se alegue, tenemos que aplaudir.

Es nuestro deber por muchas razones, una de ellas porque en su momento fuimos parte de esa juventud que carecía de perspectiv­as y emprendió vuelo con vibrantes expectativ­as de superación y fe en un futuro alejado de situacione­s de dificultad­es que, si ahora son abundantes, en aquellos tiempos se bordeaba una precarizac­ión material extensa.

Estamos convencido­s de que, de haber existido entonces las perspectiv­as que se abren a la juventud de estos tiempos, la provincia de Pedernales no se hubiese despoblado, con el consiguien­te perjuicio de una repoblació­n por inmigrante­s irregulare­s que deprimen las pocas actividade­s productiva­s existentes, pauperizan el ambiente y laceran nuestra cultura.

La esperanza que abrigamos todos en la provincia de Pedernales —los que quedan y los que emigramos— es que el arranque inicial no se detenga hasta el afianzamie­nto de los proyectos e iniciativa­s que han marcado esta zapata.

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