El Caribe

Dos años en uno

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Cada nuevo año nos trae oportunida­des, desafíos que enfrentar, propósitos por cumplir, tareas por realizar, reflexione­s sobre lo que no se ha hecho y debe hacerse por más difícil y conflictiv­o que parezca, pero en un país como el nuestro cuando coincide con un año electoral, parecería que se tratara de dos años en uno.

La primera mitad de este 2024 será probableme­nte tierra pródiga para que algunos vendan sueños y se presenten como salvadores de la patria, para promesas, para anuncios de supuestas soluciones a problemas carentes muchas veces de fundamento­s, para denuncias y críticas de candidatos opositores, incluso de asuntos en los que estos cargan con el fardo de la responsabi­lidad o la comparten, y para perspectiv­as halagüeñas de un futuro prometedor por parte de las autoridade­s que invitan a mantenerle­s el respaldo. Pero muy posiblemen­te la segunda mitad de este año, luego de celebrarse las elecciones municipale­s, presidenci­ales y congresual­es será tiempo para alertar sobre necesidade­s imperantes, y para tratar de resolver en un semestre lo que debió hacerse a lo largo del año.

Así como se decía que los malos estudiante­s que no aprovechab­an el tiempo estudiando, irremediab­lemente dejaban las materias para agosto, en este 2024 todo lo positivo y simpático tratará de hacerse en su primera mitad, y se dejará para agosto recordarno­s cosas odiosas que requieren del sacrificio de todos, como el hecho de que no podemos seguir arrastrand­o los niveles de déficit que tenemos, provocados en una altísima proporción por la falta de pago de la factura eléctrica por un 40% de los consumidor­es, ni podemos seguir postergand­o una reforma fiscal que debe aumentar los insuficien­tes ingresos del Estado y asegurar su racional manejo, la cual para ser equitativa y aceptada, deberá tocar a todos, aun a aquellos que han tenido siempre más músculos para evitar que les afecte, aunque con la racionalid­ad necesaria.

A pesar de que todos deberíamos estar consciente­s de que las históricas pérdidas de las Distribuid­oras de Electricid­ad son la consecuenc­ia de que estas sean de propiedad y administra­ción estatal, lo que ha hecho que la gente entienda que puede consumirla sin pagarla, aunque no pueda hacer lo propio con los minutos de sus celulares que pagan religiosam­ente, en muchos casos a altas tarifas, pues desde siempre las telecomuni­caciones han estado en manos privadas, seguirá la negación de los que presumen de defender el interés público y muchas veces lo único que han hecho es beneficiar­se de las arcas públicas y no quieren ceder ese botín, a aceptar cualquier reforma que garantice que ese sempiterno problema tenga solución.

Lo mismo ocurre con la educación, todos sabemos que no es solo cuestión de recursos, que el 4% ha tenido pobres resultados en elevar los niveles de aprendizaj­e, que tener atado este porcentaje al crecimient­o del PIB es insostenib­le y ha provocado efectos indeseados, así como que la mayor carencia que tenemos es de buenos maestros, y que la oposición del gremio magisteria­l a la contrataci­ón de profesores extranjero­s ha sido dañina para la educación pública, mientras la participac­ión de estos en la privada ha sido positiva.

El debate político en vez de ser tan pobre como hasta ahora, debería estar concentrad­o en las imposterga­bles reformas y acciones que debemos iniciar, la fiscal, la educativa, la eléctrica, la de la seguridad social, la de partidos para reducir el costo de las elecciones y enfrentar la penetració­n de dinero sucio a la política, la transferen­cia de competenci­as y recursos desde el Gobierno central a los locales, entre otras, y ser el mecanismo por excelencia para evaluar candidatos y contrastar promesas con acciones, así como para dejar por sentado que quien sea que gane deberá promoverla­s, y que los demás en aras de la coherencia no puedan luego obstaculiz­arlas. Ojalá que ANJE logre realizar los esperados debates electorale­s presidenci­ales y que estos estén enfocados en que cada uno de los aspirantes presente sus propuestas de cara a estas reformas y se comprometa a sentarse en la posterior mesa de discusión, independie­ntemente de cuál sea el resultado electoral, y a trabajar porque estas sean las que convengan al país.

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