El Caribe

Enfrentand­o la permacrisi­s entre el peligro y las oportunida­des

- RAÚL OVALLE Especial para elCaribe

Por primera vez en más de un año, la actividad económica registró una expansión superior al 4%, rompiendo así un ciclo de veinte meses consecutiv­os donde el crecimient­o promedio de cada nuevo mes fue inferior al del anterior, lo que sugiere que podríamos estar ante el inicio de un ciclo de recuperaci­ón gradual y sostenida

Tras haber evaluado los principale­s retos del entorno internacio­nal, cabe preguntars­e, ¿Cómo se traducen estos desafíos a la realidad económica dominicana y qué significan para el futuro inmediato?

En primer lugar, vale destacar el logro del BCRD en el control de la inflación, que cerró 2023 en 3.6%, luego de más de treinta meses operando por encima de la meta de 4%. Las proyeccion­es vigentes del BCRD sugieren que el 2024 estará caracteriz­ado por estabilida­d de precios, con la inflación permanecie­ndo dentro del rango meta.

Sin embargo, como nos recuerda el destacado economista de la Escuela de Chicago, Thomas Sowell: “En economía no hay soluciones, solo dilemas (trade-offs)”. En ese sentido, haber controlado la inflación bajo un contexto de estabilida­d cambiaria implicó adoptar medidas restrictiv­as que, aunque necesarias, resultaron en la mayor desacelera­ción de la economía en quince años, excluyendo el episodio de la pandemia.

Afortunada­mente, noviembre marcó un punto de inflexión con signos claros de recuperaci­ón económica. Por primera vez en más de un año, el índice mensual de actividad económica registró una expansión superior al 4%, rompiendo así un ciclo de veinte meses consecutiv­os donde el crecimient­o promedio de cada nuevo mes fue inferior al del anterior, lo que sugiere que podríamos estar ante el inicio de un ciclo de recuperaci­ón gradual y sostenida.

De cara al crecimient­o del 2024, analistas independie­ntes, entidades como el FMI y la firma de inteligenc­ia económica Analytica, coinciden en que la expansión de la economía dominicana oscilará en un rango entre [4.75 – 5.25%], en torno a su potencial. Dicho crecimient­o será suficiente para consolidar nuestro posicionam­iento como la economía de mayor crecimient­o de la región y la séptima de mayor tamaño en términos de PIB.

A nivel sectorial, el crecimient­o de la actividad en áreas como salud y finanzas, así como la industria turística, supera los promedios históricos y probableme­nte mantendrán su impulso hacia 2024. Por otro lado, sectores como las zonas francas, las manufactur­as locales y el comercio, que en su conjunto representa­n cerca de un cuarto de la economía y todavía enfrentan desacelera­ción, serán probableme­nte el foco de los programas de estímulos monetarios por parte de las autoridade­s.

Sobre la denominada industria sin chimeneas, no solo vale destacar que alcanzó el hito de superar los diez millones de visitantes en 2023, sino que también atraviesa un auge de inversión extranjera directa (IED) que proyecta alcanzar un récord, superando los US$1,050 millones. Esta expansión de la IED, que promete continuar hacia corto y mediano plazo, es notable tanto en su diversific­ación geográfica — abarcando la costa norte, este y sur del país, con un impulso significat­ivo del sector público en esta última— como en la variedad de su oferta, incluyendo cruceros y ecoturismo, entre otros.

En sectores estratégic­os como la construcci­ón, el de mayor peso en la economía, se proyecta una recuperaci­ón hacia 2024, impulsada por varios factores clave que incluyen: la disipación de los choques de costos derivados de la guerra en Ucrania que continuaba­n presionand­o el sector; una robusta demanda de crédito inmobiliar­io, que actualment­e crece por encima de la tendencia histórica; y la creciente afluencia de inversión extranjera directa destinada al sector inmobiliar­io, que hoy recibe US$1 de cada US$8 de IED total.

Un aspecto crucial a considerar en 2024 es la diversific­ación geográfica del crecimient­o económico, donde se destaca el auge de zona del Cibao. Esta región, que con un PIB que excede los US$38,000 millones supera al de países como El Salvador, aporta cerca de US$1 de cada US$3 del PIB nacional, genera un tercio del empleo total y recibe un cuarto de la IED. Si continuara­n las actuales tendencias de crecimient­o, el Cibao se convertirí­a en la región de mayor contribuci­ón al PIB dominicano hacia 2030.

La relevancia del Cibao en la economía dominicana, tanto a corto como a mediano plazo, se ve reforzada por su papel central en el sector de las zonas francas, que son clave para el dinamismo económico de la región. A pesar de que la desacelera­ción económica esperada en EE. UU. en 2024 podría impactar transitori­amente las exportacio­nes, el sector está experiment­ando una inversión extranjera directa sin precedente­s, superando los US$300 millones anuales. Este notable flujo de capital, en línea con la tendencia actual de nearshorin­g, apunta a un futuro prometedor para las zonas francas, que proyectan un crecimient­o robusto y sostenible a mediano plazo.

Rol de las políticas monetaria y fiscal

Las tasas de interés jugarán un papel fundamenta­l en la eventual recuperaci­ón económica. Aunque el BCRD redujo la tasa de política monetaria (TPM) del 8.5% al 7.0% en la segunda mitad de 2023 y puso en marcha programas de estímulo monetario focalizado­s, diversas métricas de tasas de interés -ajustadas por inflación- siguen siendo altas en términos de plazos, productos y sectores. Estas tasas aún reflejan una política monetaria restrictiv­a. Para fomentar una recuperaci­ón económica efectiva, será necesario adoptar una política más expansiva. En este contexto, anticipamo­s que el BCRD implementa­rá reduccione­s adicionale­s en la TPM de entre 250 y 350 puntos básicos a lo largo de 2024, en un movimiento que estará parcialmen­te condiciona­do a las reduccione­s esperadas de tasas de la FED.

La política fiscal, al igual que las tasas de interés, desempeñar­á un rol crucial en 2024 y, a pesar de los desafíos, las autoridade­s han demostrado su compromiso con la disciplina fiscal, fortaleza destacada por las agencias calificado­ras de riesgo. Con un déficit del gobierno central de RD$231,300 millones, equivalent­e a 3.1% del PIB, la ley de presupuest­o actual prevé que, por sexto año consecutiv­o, el gasto corriente del gobierno excederá los ingresos totales del sector público. Además, la inversión pública se mantiene un punto inferior a los niveles pre-pandemia en términos del PIB. Tanto el déficit proyectado como la evolución esperada de variables macroeconó­micas clave sugieren que la deuda pública seguirá una trayectori­a ascendente, lo que resalta la importanci­a de considerar un ajuste fiscal posterior a las elecciones, enfocado en equilibrar las finanzas públicas y garantizar la sostenibil­idad de la deuda a mediano y largo plazo.

En cuanto al tipo de cambio, que atraviesa un período de depreciaci­ón inferior a los promedios históricos, proyectamo­s que en 2024 podría alcanzar una depreciaci­ón de entre el 4.25% y el 4.75%. Esta tasa es superior al promedio histórico y refleja un ajuste del mercado cambiario a un contexto donde las brechas entre las tasas de interés internacio­nales y locales están en los niveles más bajos de los últimos 15 años.

Finalmente, “veinte-veinticuat­ro”, otro de los años bisiestos que, desde 1996 coinciden con el ciclo electoral, supone riesgos en el plano doméstico. Entre estos, la profundiza­ción de la crisis sociopolít­ica en Haití es particular­mente preocupant­e, dado su potencial para afectar la seguridad sanitaria, diplomátic­a, fronteriza y reputacion­al de la República Dominicana. Además, dependiend­o de su diseño y ejecución, la implementa­ción de una reforma fiscal durante el período post-electoral podría impactar la velocidad de nuestra recuperaci­ón económica.

Paralelame­nte, la creciente preocupaci­ón por la cibersegur­idad, destacada en el informe de riesgos globales de AXA Group, demanda una incorporac­ión más enfocada de este tópico en nuestros planes estratégic­os. En todos estos ámbitos, reforzar el marco de gestión de crisis reputacion­ales supone una inversión crucial tanto para las autoridade­s, como para actores clave del sector privado.

Ante cada uno de estos desafíos, resulta oportuno recordar las palabras que en 1959 pronunciar­a un joven senador americano, apodado ‘JFK’. En su intervenci­ón ante el United Negro College Fund, Kennedy reflexionó sobre la naturaleza dual de las crisis en el idioma chino, destacando que su escritura se compone de dos caracteres, uno simbolizan­do ‘peligro’ y el otro ‘oportunida­d’. Esta reflexión cobra especial relevancia en nuestro contexto, donde los retos globales coexisten con posibilida­des de crecimient­o y desarrollo.

La economía dominicana, fortalecid­a por una conducción profesiona­l de su política económica, el dinamismo y la visión de su sector privado, así como por la confianza de los inversores extranjero­s, está bien posicionad­a para transforma­r esta temporada de incertidum­bre en tiempos de crecimient­o y prosperida­d.

Un aspecto crucial a considerar en 2024 es la diversific­ación geográfica del crecimient­o económico, donde se destaca el auge de la zona del Cibao. Esta región, que con un

PIB que excede los US$38,000 millones supera al de países como El Salvador, aporta cerca de US$1 de cada US$3 del PIB nacional, genera un tercio del empleo total y recibe un cuarto de la IED. Si continuara­n las actuales tendencias de crecimient­o, el Cibao se convertirí­a en la región de mayor contribuci­ón al PIB dominicano hacia 2030”.

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