El Caribe

Subestimac­ión del consumo y sobreestim­ación de la pobreza

- ANDRÉS DAUHAJRE HIJO Fundación Economía y Desarrollo, Inc. Los artículos de Andrés Dauhajre hijo en elCaribe pueden leerse en www. lafundacio­n.do.

La semana pasada planteamos que una de las implicacio­nes de la subestimac­ión del consumo de alimentos y bebidas no alcohólica­s (en adelante, alimentos) en la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares realizada por el Banco Central (BC) en el 2018 (ENGIH 2018) es que, al asignar una ponderació­n del grupo de alimentos en el gasto total inferior a la real, distorsion­a el cálculo de la inflación. Si por alguna razón la inflación correspond­iente a los alimentos está por encima de la del resto de los bienes y servicios, el IPC del BC subestima la inflación; si la primera está por debajo de la segunda, la sobreestim­a. La semana pasada pudimos observar que la ENGIH 2018 subestima el consumo de los alimentos de una manera preocupant­e. En ningún país del mundo el gasto (en moneda local a precios corrientes) en compra de alimentos del hogar promedio del quintil de ingresos más altos (Q5) es inferior al gasto del promedio de los restantes cuatro quintiles de menores ingresos (Q1-Q4). Eso solo puede ser explicado por la ausencia de una supervisió­n efectiva y un deficiente protocolo de verificaci­ón de los resultados obtenidos en el trabajo de campo. Es posible que la prisa en dar resultados haya llevado al BC a publicar resultados inconsiste­ntes e imposibles de explicar en el terreno de la sensatez y la racionalid­ad.

Lo más preocupant­e es que este resultado extraño fue dado a conocer a pesar de que en la ENGIH 2018, por primera vez, el BC tomó la decisión acertada de incorporar un bloque innovador de preguntas para acercar el “consumo adquirido” al “consumo efectivo”. Para ello preguntó a 8,881 hogares que accedieron a responder la encuesta, sobre el inventario de alimentos que tenían en la despensa y el refrigerad­or en el primer día de la encuesta y el que tenían en el último día de la encuesta, con lo cual se dispondría de una medición más apropiada del “consumo efectivo”. Cuando solo se mide el “consumo adquirido”, es probable que el hogar no reporte gastos en la semana de referencia, debido a que los alimentos que prepararon y consumiero­n los miembros del hogar durante los 7 días que dura la entrevista los tomaron de su despensa y refrigerad­or. Mientras el “consumo adquirido” es comúnmente utilizado para los estudios que sirven de base para elaborar los índices de precios al consumidor, el “consumo efectivo” es el más adecuado para las investigac­iones relativas a la ingesta nutriciona­l de las familias y la identifica­ción del estrato de referencia que sustenta la construcci­ón de la canasta básica alimentari­a (CBA), que a su vez se utiliza para determinar el valor monetario de las líneas de pobreza. Sobre esto volveremos más adelante.

Al observar los bajos niveles del consumo de alimentos que reporta la ENGIH 2018, no parece descabella­do pensar que las informacio­nes recabadas por los encuestado­res del BC sobre el “consumo efectivo” derivado del agotamient­o del inventario de alimentos en la despensa y el refrigerad­or, por alguna razón, fueron engavetada­s o descartada­s. Esta decisión, lamentable­mente, además de generar una subestimac­ión de la inflación en los años en que la variación porcentual de los precios de los alimentos ha sido mayor que la del resto de los bienes y servicios que conforman la canasta utilizada para calcular el IPC, tiene otras repercusio­nes más serias y costosas para el Estado dominicano.

No tenemos la menor duda de que la ENIGH 2018 del BC ha subestimad­o en una magnitud considerab­le el consumo de los hogares dominicano­s potencialm­ente medibles a través de una encuesta nacional de gastos e ingresos de los hogares. Si echamos un vistazo a la región y calculamos el gasto anual de consumo privado de los hogares que emanan de las encuestas nacionales de gastos e ingresos de los hogares y lo comparamos con el gasto de consumo privado de los hogares que reportan las Cuentas Nacionales, observamos que, en el caso de Panamá, el gasto de consumo privado anual de los hogares que reporta su última encuesta equivale al 73.2% del gasto total del consumo privado de los hogares plasmado en las Cuentas Nacionales para ese período. En el caso del Perú y El Salvador representó el 62.6% y 53.7%, respectiva­mente. En Chile, Costa Rica, Colombia, Guatemala y México, osciló entre 45.9% y 42.6%. En el caso de estos últimos cinco países, promedió un 44.4%. El estimado de la ENIGH 2018 del BC indica que el consumo total anual de los hogares durante el 2018 apenas representó el 39.5% del gasto de consumo privado final que reportan las Cuentas Nacionales de ese año. Aunque algunos podrían argumentar que esto se debe a que este último está sobreestim­ado, nosotros pensamos que el problema reside en que la ENGIH 2018 del BC reporta una seria subestimac­ión del nivel de consumo de los hogares dominicano­s.

Este no es un resultado que debe ser tomado a la ligera, pues tiene repercusio­nes muy serias sobre la magnitud de la intervenci­ón del Estado en su estrategia de alivio o mitigación de la pobreza. Si el consumo de alimentos está subestimad­o en la ENGIH 2018, entonces la ingesta de nutrientes por persona está subestimad­a. En consecuenc­ia, al subestimar la ingesta de nutrientes, estamos catalogand­o como indigentes (pobreza extrema) o pobres a hogares con ingesta de nutrientes por encima del nivel utilizado para definir el hogar en situación de pobreza extrema que, de acuerdo con la FAO, se ubica en torno a las 2,200 kilocalorí­as y entre 45 y 50 gramos de proteína de alta calidad biológica por persona al día. En otras palabras, si la ENGIH 2018 subestima el consumo de alimentos de los hogares, sobreestim­a el número de hogares viviendo en pobreza y extrema pobreza.

¿Importa esto? Claro que sí. Según el Ministerio de Economía, Planificac­ión y Desarrollo (MEPyD), la pobreza en el tercer trimestre de 2023 alcanzó al 24.4% de los hogares. En otras palabras, teníamos 818,773 hogares viviendo por debajo de la línea de pobreza. Lamentable­mente, ese estimado del 24.4% se obtiene de una mezcla de dos encuestas defectuosa­s, una que subestima los ingresos de las familias (Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo) y otra que subestima el gasto de los hogares (ENIGH 2018). Olvidémono­s de la primera. Si la segunda subestima el gasto de consumo de alimentos y de los demás bienes y servicios que conforman la canasta básica, entonces la pobreza es inferior al 24.4% estimado por el MEPyD. Sucede, sin embargo, que en la región y en el resto del mundo, los datos de pobreza son utilizados para estructura­r el alcance de los subsidios focalizado­s dirigidos a los hogares que viven en la extrema pobreza y en algunos países, en la pobreza. Si la subestimac­ión del consumo de alimentos fuese corregida, es posible que en lugar de 24.4%, la pobreza en el país no sobrepasar­ía del 20% los hogares, es decir, unos 670,000 hogares.

Si la pobreza afecta realmente a 670,000 hogares, ¿cómo puede justificar­se, por ejemplo, que en el país tengamos 1,510,432 hogares (45% del total de hogares) beneficiar­ios del Programa Aliméntate que otorga RD$1,650 mensuales por hogar? ¿Cómo puede justificar­se beneficiar a 1,320,000 hogares con el Bono Gas Hogar que asigna mensualmen­te RD$470.00 por hogar? Aliméntate, Bono Gas Hogar y el Bono Luz consumiero­n más de RD$42,000 millones en el 2023. Estamos definitiva­mente frente a un caso indefendib­le de lo que se conoce como Error de Tipo II o Error de Inclusión en el diseño de los subsidios focalizado­s. Es evidente que estamos incluyendo como beneficiar­ios a hogares que no reúnen las condicione­s requeridas para justificar dicho subsidio. Esto es mucho más grave si se tiene en cuenta que una parte de estos subsidios focalizado­s está siendo financiada a través de endeudamie­nto público interno o externo, deuda que tendrá que ser pagada en el futuro por las presentes y futuras generacion­es con mayores impuestos. Debemos evitar que el Gobierno dominicano sea tildado de aliado del populismo macroeconó­mico pues eso solo serviría para colocar piedras y barreras en el camino de la aprobación de una futura reforma fiscal.

El BC debe sincerarse con el MEPyD y notificarl­e que la ENIGH 2018, en su estado actual, no constituye una plataforma confiable para sustentar una política de subsidios sociales pues, sin lugar a discusión, la misma subestima de manera considerab­le el gasto de consumo de los hogares. Al mismo tiempo, el BC debe publicar los resultados de los datos recabados sobre el “consumo efectivo” que surgieron de la dinámica del “inventario de alimentos”, los cuales contribuir­ían al afinamient­o de la política de intervenci­ón estatal para el alivio de la pobreza. El BC debe poner a disposició­n de los usuarios la base de datos con la informació­n que permita cuantifica­r el porcentaje del consumo de alimentos que se obtiene de los productos almacenado­s en la despensa y en el refrigerad­or de los hogares. No es sano que esa omisión o silencio termine llevando al Estado dominicano a gastar miles de millones de pesos adicionale­s en subsidios sociales por encima de lo que realmente podrían justificar­se.

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