El Caribe

Era domingo, estaba hambriento y llovía

- MIGUEL GUERRERO mguerrero@mgpr.com.do / @guerreromi­guele

Lo conocí una tarde en la redacción, donde se presentó empapado por el fuerte aguacero. En la madriguera donde vivía, la pobreza había dejado en él su marca indeleble. A causa del barro y la dureza del pavimento, sus pies, siempre descalzos, se habían hipertrofi­ado al punto que ya no resistía zapato alguno. De todas formas, la vez que los tuvo los perdió la tarde que los dejó a orillas del charco para bañarse porque el agua nunca brotaba por el viejo grifo que su padre, la última vez que estuvo en casa, golpeó salvajemen­te con una piedra.

Para sobrevivir aprendió a hurtar. Comenzó llevándose una naranja de un puesto de frutas en el mercado que estaba a pocas cuadras del barracón donde él, su madre y sus dos hermanitos compartían ilusiones y estrechez huérfanos de esperanzas. Con el tiempo desarrolló inverosími­les habilidade­s. Trepando paredes descubrió un frutal donde sació su hambre más de una vez, a cambio de una costilla y una deformidad en su antebrazo izquierdo.

Conoció al único hombre que verdaderam­ente se compadeció de él en la más penosa circunstan­cia. Fue un policía que en vez de llevarle a la cárcel para menores, permitió que siguiera en libertad per

A causa del barro y la dureza del pavimento, sus pies, siempre descalzos, se habían hipertrofi­ado al punto que ya no resistía zapato alguno”.

diéndose en el vicio y la miseria. El cura de la iglesia no tuvo ese día que darle y tenía los labios secos. Gritó y apenas alcanzó a escuchar su propia voz. Un doloroso vacío crecía en su abultado estómago lleno de lombrices y picadas de insectos. Caminó y caminó hasta extenuarse. Entonces vio aquella puerta abierta. Y penetró.

“Corre”, le dijo después el agente.” ¿Dónde?, le inquirió. “Donde no te peguen”. “¿Dónde no le pegan a niños como yo? Era domingo, estaba hambriento y llovía.

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