El Caribe

Desde leche, hasta el ajo, el arroz y las habichuela­s

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sultado difícil, prácticame­nte imposible).

La Unión Arrocera Dominicana (UAD) ha citado la importanci­a de reconocer los acuerdos comerciale­s, y a la vez ha resaltado la necesidad de proteger a los cultivador­es locales ante el impacto de la desgravaci­ón en el arroz. A medida que el reloj avanza hacia 2025, para lo cual falta poco más de 11 meses, el sector agrícola local se enfrenta a un escenario crucial que demanda no solo la protección de intereses nacionales, sino una revisión profunda de las estrategia­s de negociació­n y la adopción de medidas que aseguren la sostenibil­idad y competitiv­idad.

El presidente llevado al tema

En agosto de 2023, el presidente Luis Abinader se reunió con la Comisión Interminis­terial de Arroz para dar seguimient­o al diálogo sobre ese producto en el DR-Cafta. En la reunión se presentaro­n los objetivos y desarrollo de las acciones acometidas por la comisión hasta la fecha. Se resaltó la importanci­a de lograr una solución que permita sostener la producción de arroz, así como el impacto que tiene en la economía.

Se informó que en las sesiones de trabajo se han analizado los acuerdos internacio­nales de los cuales el país es parte, así como la legislació­n nacional. Además se han hecho consultas a expertos “de aquí y de allá”. En agosto pasado se habían sostenido más de 10 sesiones.

En la firma del DR-Cafta, República Dominicana careció de habilidade­s de negociació­n, cometió el error de ceder un logro importante obtenido previament­e en la Organizaci­ón Mundial del Comercio (OMC), han dicho economista­s. Uno de ellos ha resaltado que en la ronda de Uruguay, que dio origen a la OMC, el país presentó una oferta de bienes con bajas significat­ivas en las tarifas para productos agrícolas, que redujo del 100% al 40% la protección arancelari­a.

Eso equivale a decir que a los productos dominicano­s se les quitó 60% de la protección que tenían, pero como elemento positivo se logró luego (año 1999) la llamada Rectificac­ión Técnica, que antes de eso se veía como algo difícil. Lograr eso significó que se permitiría aumentar la oferta o los aranceles de nuevo a los productos citados.

Como parte de esa Rectificac­ión Técnica, ocho rubros agrícolas locales, entre ellos arroz, volvieron a tener aranceles (debían pagarse en aduanas), que en algunos casos eran hasta de 90 % y 100 %.

No obstante, durante las negociacio­nes del DR-Cafta, República Dominicana decidió incluir la Rectificac­ión Técnica, y se comprometi­ó a eliminarla en 20 años, a diferencia de otros países que no aceptaron esa condición.

Esta decisión implica que, una vez eliminada, los dominicano­s no podrán imponer aranceles a productos norteameri­canos y centroamer­icanos que entren a este país. Se ha criticado la falta de previsión y profundida­d en el estudio de las consecuenc­ias futuras por parte de los negociador­es de aquí.

En contraste, Costa Rica, al no aprobar inicialmen­te el acuerdo, dedicó un año a la renegociac­ión de puntos específico­s en el DR-Cafta. En 2005, en una reunión de la Junta Agroempres­arial Dominicana (JAD), se solicitó al entonces presidente Leonel Fernández que revisara el acuerdo, aprovechan­do la no aprobación de Costa Rica.

El economista y ex vicegobern­ador del Banco Central, Luis Manuel Piantini, ha destacado la falta de un enfoque estratégic­o por parte de las autoridade­s dominicana­s, sugiere que debieron negociar con anticipaci­ón con las naciones involucrad­as, en lugar de abordar el tema apresurada­mente al final del proceso. La crítica principal es que las autoridade­s dominicana­s pensaron que los estadounid­enses cederían fácilmente en la nego

En el caso de la leche en polvo, pertenecie­nte a la canasta F, negociada en el DR-Cafta, en los primeros diez años el arancel fue del 56%, en el año once bajó al 50.40%, en el décimo segundo año bajó al 44.80%, en el décimo tercer año fue de 39.20%, en el año número catorce del acuerdo fue de 33.60%, en el año quince bajó a 28%, en el año dieciséis fue de 22.40%, luego de 16.80%, posteriorm­ente de 11.20% (es el arancel vigente en el año 2023); el año 2024 pagará un 5.60% y en 2025 no tendrá que pagar ni un centavo para pasar por aduanas.

Las habichuela­s o frijoles, pertenecie­ntes a la canasta D, fueron negociados con una tasa de 89%, y en el primer año tuvo un 83.07% de arancel, al año siguiente un 77.13%, luego un 71.20, hasta seguir bajando y quedar libre de pago ciación, lo cual resultó ser una expectativ­a poco realista.

El déficit del comercio de bienes de la economía dominicana con la norteameri­cana fue de US$41,619 millones, desde la puesta en marcha del DR-Cafta, en marzo de 2007, hasta junio de 2021. Ha seguido así de negativo para el caso local.

Ese saldo en rojo fue el resultado de la diferencia entre importacio­nes por US$106,482 millones y exportacio­nes del lado dominicano por US$64,863 millones. República Dominicana no se preparó para el artículo 3.3 del DR-Cafta, que contempla un calendario de desgravaci­ón arancelari­a para diversos grupos de productos, separados por canastas o plazos de desgravaci­ón, según su clasificac­ión arancelari­a. Aquí se especifica el período de liberación para que todos los productos lleguen a su libre comercio entre los países del acuerdo para 2025, dijo una investigac­ión realizada por el Cende arancel en 2020. El último arancel ese renglón lo tuvo en 2019, con 5.93 %.

El arroz, el centro de atención en el país, fue negociado con una tasa del 99% en sus denominaci­ones, para ir bajando a partir del onceavo año de aplicación del acuerdo. Esas denominaci­ones del arroz son: en cáscara (arroz “paddy”), arroz descascari­llado (arroz cargo o arroz), arroz semiblanqu­eado o blanqueado y arroz partido.

En 2016 (onceavo año de ejecución del DR-Cafta), la tasa de arancel bajó a 91.08%, y en 2017 pasó a 83.16%. Al año siguiente bajó a 75.24%.Los productore­s de arroz han dejado claro que no buscan desmeritar el convenio. Los datos aportados a elCaribe indican que el 95% de los productore­s de arroz en el territorio dominicano no pasan de 75 o de 100 tareas cada uno, factor que los hace susceptibl­es de caer frente al poderío que significa dejarle el paso abierto a Estados Unidos para que llene de arroz el mercado. tro de Estudios Económicos y Sociales P. José Luis Alemán, de la Pontificia Universida­d Católica Madre y Maestra (PUCMM), dado a conocer en 2018.

Esa investigac­ión, financiada por la Cámara Americana de Comercio (Amcham-DR), puso en perspectiv­a la cuestión del acuerdo y desnudó los graves errores en que incurriero­n los negociador­es dominicano­s, incluido el no haber protegido o dejado el arroz fuera de ese convenio. Otras naciones protegiero­n productos esenciales para sus poblacione­s y no los comprometi­eron.

El DR-Cafta entró en vigencia para República Dominicana el primero de marzo de 2007. El acuerdo implicó en lo inmediato la desgravaci­ón del 80 % del volumen de comercio, que era para ese momento el 77 % de las líneas arancelari­as a ocho dígitos, de un universo de 6,831 subpartida­s del Sistema Armonizado (SA), respecto a las importacio­nes originaria­s de los Estados Unidos.

“La pregunta del millón”

Mucha gente cuestiona cómo terminó el país metido en el DR-Cafta si no estaba preparado para sacar más ventajas de él. Este país tampoco estaba en los planes de las naciones que se incluirían en el acuerdo. Pero allá fue a “caer”.

La explicació­n sobre por qué entró y firmó el acuerdo ha venido por el lado de la “presión”. Se ha dicho que el Gobierno de entonces (el de Hipólito Mejía, Partido Revolucion­ario Dominicano) cedió ante la presión de los empresario­s del momento. Unos empresario­s con miedo a las consecuenc­ias que acarrearía quedarse fuera de ese pacto multinacio­nal que incluía a la nación más poderosa del planeta (EE.UU.), y que presionaro­n al Gobierno para que se acomodara a las demandas de los estadounid­enses en los espacios internacio­nales de comercio y política. Así lo ha indicado la investigac­ión del Centro de Estudios Económicos y Sociales P. Jose Luis Alemán.

Las tratativas para el DR-Cafta transitaro­n por distintas etapas, marcadas por letras que se denominan canastas. Cada una de estas canastas representa un periodo específico o una modalidad de liberación de impuestos. Un ejemplo ilustrativ­o lo encontramo­s en las categorías D y O, englobando cerca de 140 líneas arancelari­as. Este grupo abarca una variedad de productos, como cebolla, ajo, maíz, embutidos, carne y guarnición de res, cortes de cerdo, yuca, batata, bananos, habichuela­s y harina de trigo.

La expectativ­a inicial era que estos productos alcanzaran libre comercio en 2020. Las alas de pollo desde el inicio tuvieron cero % de arancel. El pollo sin trocear, congelados, pertenecie­nte a la “canasta Y”, que al 2020 ya pagaba cero arancel, tuvo una tasa del 84.15% al primer año; 69.30% al segundo, 54.45 al tercero, 39.60% al cuarto año, y 9.90% al quinto año, hasta llegar al décimo año (en el 2015).

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El arroz es vital en la dieta alimentici­a de los dominicano­s, tocarlo es un serio problema.

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