El Caribe

Después del ajusticiam­iento del tirano Rafael Leónidas Trujillo en 1961, el país se sumió en una crisis política y social que volvía incierto el futuro de los dominicano­s, dado que su hijo, Ramfis Trujillo, aún controlaba las fuerzas militares

- Lramos@elcaribe.com.do

LENIN RAMOS

El país experiment­aba un clima de cambios constantes y luchas por el poder, con fuerzas conservado­ras buscando mantenerse en el poder y fuerzas emergentes buscando un nuevo orden. En esta edición, Zona Retro recuerda el golpe de Estado y contragolp­e ocurrido en 1962, que culminó con la salida de Balaguer del poder.

Luego de la renuncia del doctor Joaquín Balaguer como Presidente de la República y del Consejo de Estado, y los miembros del Consejo señores: licenciado Rafael F. Bonnelly, licenciado Eduardo Read Barreras, doctor Nicolás E. Pichardo y monseñor Eliseo Pérez Sánchez, como consecuenc­ia de los graves acontecimi­entos que venían conmoviend­o a Santo Domingo, se formó un Consejo Cívico Militar que gobernaría el país.

Dicho organismo estuvo constituid­o por cinco miembros, los civiles licenciado­s Armando Oscar Pacheco, Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barreras, y los militares contralmir­ante Enrique Valdés Vidaurre, de la Marina de Guerra, y mayor polito Wilfredo Medina Natalio, de la Aviación Militar. También fueron nombrados el licenciado Huberto Bogaert y el coronel Neit. R. Nivar Seijas.

En una alocución dirigida al país, el Presidente de la Junta Cívico-Militar, licenciado Huberto Bogaert, proclamó que ese organismo se proponía “restablece­r el principio de la autoridad y resguardar el orden público, bases indispensa­bles para que la nación recobrara la confianza y para que todas las fuerzas vivas del país retornen, en un ambiente de seguridad, a sus actividade­s normales.

El mensaje fue transmitid­o por Radio Santo Domingo, y el licenciado se dirigió al pueblo desde el Salón de Recepción del Palacio Nacional a la 1:00 de la tarde.

Entre las disposicio­nes del nuevo Consejo Cívico-Militar, por medio de su ley No. 5801, prohibió la entrada al país de toda persona, sea nacional o extranjera, reconocida como comunista o que haya sido condenada como tal por cualquier tribunal. Así como la implementa­ción de una censura a la prensa nacional y cualquier comunicaci­ón con la prensa internacio­nal.

En menos de 48 horas quedaron frustrados los planes del ambicioso militar que intentaba erigirse en árbitro de los destinos del pueblo dominicano, instituyen­do un nuevo régimen dictatoria­l.

Fue el 19 de enero de 1962, cuando un grupo de oficiales de las Fuerzas Armadas pusieron en libertad a los miembros del Consejo de Estado que se hallaban recluidos en la base aérea de San Isidro, y redujeron a prisión al mayor general Pedro Rafael Ramón Rodríguez Echavarría, en una operación.

En cuanto a los miembros Luis Amiama Tió y Antonio Imbert Barreras, se aseguraba que se encontraba­n en calidad de huéspedes en la Embajada americana.

La acción fue dada a conocer el día anterior, cuando el grupo de oficiales condujo al Palacio Nacional a los miembros liberados, licenciado Rafael F. Bonnelly, monseñor Eliseo Pérez Sánchez, licenciado Eduardo Read Barreras y el doctor

Guagua de la Marina de Guerra que transportó la banda, repleta de personas que acudieron al desfile.

Nicolás Pichardo, e informaron luego la noticia por la radio.

En este sentido, la Junta Cívico-Militar impuesta por la fuerza, desapareci­ó automática­mente.

Fue así como el Consejo de Estado, proclamó al licenciado Rafael F. Bonnelly Presidente de la República y del Consejo de Estado. Quien además, pasa a ser automática­mente comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.

En este sentido, el licenciado Bonnelly se juramentó ante sus compañeros, donde expuso que en vista de la renuncia del Presidente Balaguer como Presidente de la República y del Consejo de Estado, asumiría ambas funciones.

Expreso que “el Consejo no hará mas que correspond­er a los deseos del pueblo: libertad con democracia”.

Comisiones de la Federación de Estudiante­s Dominicano­s y una comisión representa­tiva de cincos sectores del país, que visitaron al Consejo en el Palacio Nacional, solicitaro­n sanciones para el depuesto mayor general Pedro Rafael Rodríguez Echavarría, el ex Presidente de la República y del Consejo de Estado, doctor Joaquín Balaguer, y para los integrante­s de la disuelta Junta Cívico-Militar.

El cambio de gobierno generó un entusiasmo desbordant­e entre la población de ciudades y pueblos en todo el país. Los correspons­ales de El Caribe en Santiago, San Pedro de Macorís, El Seibo, La Romana y San Cristóbal se comunicaro­n telefónica­mente para informar sobre la alegría con la que la noticia del regreso del Consejo de Estado al gobierno fue recibida, en contraste con el rechazo popular a la Junta Cívico-Militar desde su instalació­n.

El improvisad­o desfile que el pueblo capitaleño realizó por la calle El Conde para demostrar, una vez más su alegría por el derrocamie­nto de la Junta CívicoMili­tar, parecía una fiesta improvisad­a de carnaval.

El pueblo consideró que recuperó lo que la Junta le había arrebatado “su derecho de gobernarse dentro de los principios de la democracia, la justicia y la libertad”.

En adición a estos, las bandas de la Marina de Guerra y del cuerpo de Bomberos desfilaron tocando aires populares y marchar. La banda de la Marina era dirigida por el capital Manuel de Jesús Mañaná Pimentel y el primer teniente Porfirio Isidro Medina Martínez. Organizo el desfile el compositor Bienvenido Fabián.

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 ?? ?? Desfile de vehículos repletos de personas por la Calle Braulio Álvarez en celebració­n del derrocamie­nto de la Junta Cívico-Militar.
Desfile de vehículos repletos de personas por la Calle Braulio Álvarez en celebració­n del derrocamie­nto de la Junta Cívico-Militar.
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Presentan una caricatura del general Rodríguez Echaverría durante el desfile por la calle El Conde.
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Huberto Bogaert mientras se dirige al país como Presidente de la Junta Cívico-Militar.
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