El Caribe

La costumbre de colocar cruces en los caminos, calles y solares

- VIRGINIA FLORES- SASSO, PHD, ARQ. MCRM DOCTORA EN ARQUITECTU­RA, INVESTIGAD­ORA DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS. PUCMM vfloressas­so@gmail.com

Marcar el camino es una costumbre que se hereda de los romanos, quienes colocaban “miliarium” en el borde de las calzadas o caminos que era una columna cilíndrica pétrea que servía para señalar la distancia cada mil pasos, es decir, una milla romana, lo que en la actualidad equivale a unos 1480 metros aproximada­mente.

A partir de la época romana y con el auge de la cristianda­d se comienza a colocar cruces en los caminos incluso cruces sobre los miliarios para indicar o marcar los caminos que utilizaban los peregrinos. En la Edad Media las órdenes monásticas difunden las cruces y cruceros en los caminos, en las entradas de los pueblos, en lugares sagrados, sobre personas fallecidas, en los atrios y en las cubiertas de las iglesias, expandiend­o esta costumbre por todo el territorio español siendo el apogeo de las cruces en caminos a finales del siglo XVI para recordar la presencia de Dios en todas partes.

A pesar de que la cruz es un símbolo muy antiguo, llegó al Nuevo Mundo con la evangeliza­ción, de manos de los españoles, donde, en nombre del cristianis­mo, se colocaron cruces en el territorio, las iglesias, en los límites de villas y ciudades (salidas y/o entradas), en los caminos y en las bifurcacio­nes para orientar a los transeúnte­s, peregrinos y viajeros, y para protegerlo­s de los peligros que pudieran encontrars­e. También servían de orientació­n a los hateros y sus ganados.

Los motivos para erigir una cruz eran múltiples ya que también se colocaban para conmemorar algún acontecimi­ento histórico, religioso o milagroso; o simplement­e para cumplir una voluntad dejada en el testamento o “pro remedio animae” una donación para obras y beneficio del alma. También se colocaban en el medio de calles y solares que se convertían en el punto de encuentro de la población.

En la ciudad de Santo Domingo existieron muchas cruces colocadas en el medio de las calles y en solares. La hoy calle Sánchez se llamó calle de la Cruz por haber una cruz en el medio de la calle, en el cruce de la calle conocida como El Callejón con la actual calle Padre Billini, donde había una cruz colocada encima de una pilastra cuadrada de mamposterí­a. También se llamó Cruz de Regina, por su cercanía con la iglesia Regina Angelorum.

Otra cruz estaba en la calle frente a la puerta norte de la iglesia del Carmen. En 1851 aparecen documentos que dicen “de la Cruz del Carmen a la Escala Plana”, esto es desde la iglesia del Carmen en la hoy calle Arzobispo Nouel hasta la calle Palo Hincado. Otra referencia dice “de la Cruz del Carmen a los Batiportes”, o sea de la iglesia del Carmen hacia la muralla baja que da al Mar Caribe por el camino que hoy es la calle Sánchez.

Cerca de la Puerta de la Misericord­ia en el cruce de la hoy calle Palo Hincado con Arzobispo Portes, estaba plantada la

Cruz de la Misericord­ia, también llamada Cruz del Matadero. A mediados del siglo XIX el Ayuntamien­to cedió el solar para que se construyer­a una ermita de madera en ese lugar. Al final de la calle del Perdón o calle de La Trinitaria donde actualment­e cruza la carretera Duarte, existieron tres cruces de madera, que se eliminaron en el siglo XX. También se llamaba calle de la Puerta Mayor.

En la actual calle Salomé Ureña, fue conocida desde el siglo XVI hasta 1884 como el Callejón de la Cruz, ya que al final de la calle, en la actual calle José Reyes había una cruz. Otra cruz en el medio de la calle estaba en la hoy calle 19 de marzo esquina Juan Isidro Pérez, antiguamen­te nombrada la cuesta de Lucia o Luxia de Moxica. También había cruces en la calle Santomé, en la cuesta de San Lázaro y frente a la esquina de la calle Santiago Rodríguez; en medio de la calle José Reyes, junto al templo de san Miguel en frente a la Plaza Restauraci­ón; en la calle Hostos, al final de la Cuesta de la Altagracia y también de san Francisco; y en medio de la Plazuela de San Antón.

En la ciudad, igualmente había cruces en los solares baldíos o que pertenecie­ron a personajes importante de los primeros pobladores que ya no habitaban la ciudad, y que con el tiempo esos solares comenzaron a ocuparse por personas de escasos recursos que construyer­on viviendas de mala calidad. En el medio de los solares por lo general tenían plantada cruces de madera y durante todo el mes de mayo, por motivo de las fiestas marianas, se celebraban festejos públicos, cánticos religiosos, bailes y otras actividade­s. En las casas ubicadas cerca a la cruz, se hacían salcochos, comilonas y se echaba la cinta. Estos solares son Solar de la Piedra, Solar de Santa Ana, Solar del Almirante, Solar de Santa Clara, Solar de la Ceiba y Solar del Aguacate. Todos ubicados en lo que es hoy Atarazanas y Santa Bárbara.

En los caminos que iban a otras villas había muchas cruces, por lo general se colocaban tres cruces, ya que era costumbre hasta mediados del siglo XX, que frente a las cruces los viajeros se encomendar­an a Dios para iniciar el camino y dar gracias al finalizar el trayecto por haber concluido con bien. Todavía en algunas ciudades quedan, una de ellas es Higüey. Otra muy popular estaba en el camino hacia San Carlos, conocida como el camino de Santa Cruz, nombre que se mantuvo hasta el siglo XX.

Estas cruces fueron hechas por el Consejo, frailes, cofradías o personalid­ades de la isla que la mandaban hacer incluso como exvoto o como obra más de misericord­ia. Todas estas cruces servían como referencia para indicar lugares, celebrar fiestas o punto de reunión.

Con el tiempo las cruces comenzaron a molestar a muchos pobladores y en 1894, un regidor propuso la demolición de todas las cruces, pero antes de tomar la decisión el Consejo se le consultó al Arzobispo quien le negó el permiso, quedándose todo así hasta 1904, cuando otro regidor propuso a la sala del Ayuntamien­to, la demolición de las cruces que existían en todas las calles. De nuevo fue rechazada por la mayoría de los votantes, los cuales opinaron que la tradición debía ser respetada.

Sin embrago, el Ayuntamien­to logró demoler las cruces con la excusa de que las cruces eran “un obstáculo para el tránsito de los carruajes y carros de carga, interrumpí­an el curso natural de las aguas, constituye­ndo de este modo a la destrucció­n de las calles”. El Arzobispo molesto por el hecho, no le quedó otro remedio que aceptar y resolvió depositar las cruces de madera en los templos cercanos a ellas.

El 24 de julio de 1908, el Ayuntamien­to autorizó demoler la Cruz de Regina, ordenando que la cruz de madera fuese depositada en la iglesia de Regina. En agosto del mismo año se demolió la segunda pilastra que correspond­ió a la Cruz de la Misericord­ia, que era tan grande como la de regina y luego se demolió la del Carmen pasando la cruz a la iglesia. Así, poco a poco, se fueron eliminando las cruces dentro de la ciudad.

En la actualidad se mantiene el colocar cruces en los caminos, pues no es nada extraño encontrarn­os con una cruz en donde murió una persona a causa de un accidente de tráfico. Las cruces son un símbolo de homenaje y una manera de recordar. Es un símbolo de nuestra cultura, de nuestras creencias y tradicione­s. constituye­n un rico patrimonio cultural.

_________________________________________________ Este artículo forma parte de las investigac­iones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

 ?? FUENTE EXTERNA ?? Cruces en Mayo, San Rafael de Yuma.
FUENTE EXTERNA Cruces en Mayo, San Rafael de Yuma.
 ?? FUENTE EXTERNA ?? Cruces en Higüey, AGN, 1930.
FUENTE EXTERNA Cruces en Higüey, AGN, 1930.

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