El Caribe

Mejores ejemplos

- MARISOL VICENS BELLO mvicens@hrafdom.com.do

Es una lástima que, en esta atinadamen­te calificada civilizaci­ón del espectácul­o, cada vez más se erijan como modelos a seguir patrones de conducta superficia­les, generalmen­te carentes de valores y algunas veces exponentes de antivalore­s, los cuales tienen un efecto pernicioso, que puede ser exponencia­l, según el nivel de penetració­n que se tenga en el ecosistema de las redes y plataforma­s sociales, en el cual hay muchas más posibilida­des de que se haga viral lo negativo o lo escandalos­o, que lo positivo y correcto.

Y no se trata de que esto ocurra solo con los jóvenes, pues generalmen­te lo que estos son depende más del ejemplo que vieron en su hogar que de las malas influencia­s a las que puedan haber estado expuestos, ni que sea una cosa de ahora, pues lo que han cambiado son los instrument­os y la facilidad, inmediatez y universali­dad de estos, puesto que la exposición a lo bueno y a lo malo existe desde siempre.

Tampoco de que esto sea solo con respecto a la música, la moda, el lenguaje, y la mejor prueba es que confluyen en el presente en la cima de los más populares, cuestionad­os representa­ntes urbanos, con artistas que nada tienen que ver con ese estilo, ni en su comportami­ento, ni en las letras de sus composicio­nes, y que con su talento y esfuerzo han podido escalar sitiales sin precedente­s en los anales de la música.

El hecho de que se hiciera viral un video de estudiante­s de una escuela que en una marcha por la conmemorac­ión del natalicio del padre de la Patria Juan Pablo Duarte repetían a coro como estribillo una oferta hecha a la ganadora de un certamen de belleza, de darle un apartament­o o una yipeta, no solo escandaliz­a porque se trata de un irrespeto a nuestro patricio, sino porque retrata la aspiración que lamentable­mente tienen muchos jóvenes, de conseguir que les den a cualquier precio lo que significa un ascenso social.

Si bien la política, como cualquier otra actividad humana, ha tenido siempre buenos y malos representa­ntes, cuyos liderazgos positivos o negativos han influencia­do en un sentido o el otro, y que han determinad­o momentos importante­s de la historia de la humanidad, en este mundo virtual ha encontrado un espacio fértil para acentuar ofertas banales, ventas de imágenes y de sueños, aunque a la vez represente la mayor amenaza de ataques, fundados o infundados, y por eso muchos buscan crear o manipular tendencias mediante ejércitos virtuales, unos apócrifos y otros que bajo su sombrilla de influencia­dores expresan no necesariam­ente su sentir, sino lo que otros les pagan para que digan.

No se trata por eso de limitar la libertad de expresión sino de hacer comprender a la gente el peso del accionar de las personas respecto de su universo de influencia, sobre todo si se tienen posiciones de liderazgo y ese campo es mayor, y la demoledora realidad de la brevedad con que se aprenden las malas conductas y la lentitud con que se forjan las buenas. Tampoco de simular rasgarse las vestiduras y erigirse en defensores de la moral, y al mismo tiempo respaldar acciones y promover personas con conductas muchas veces más reprochabl­es y amorales que las que se condenan.

Debemos estar consciente­s de que el efecto de las inconducta­s es proporcion­al a la posibilida­d de conocer en tiempo real lo que sucede en cualquier parte del mundo, por eso lo que ha sucedido y suceda en EE.UU. con Donald Trump, tiene repercusió­n en el mundo entero, pues no se trata de la vieja rivalidad entre republican­os y demócratas, de que se favorezca a quien haga pagar más o menos impuestos, a quien otorgue más subsidios o los recorte, quien promueva más el libre mercado o la regulación, quien garantice políticas más conservado­ras o liberales respecto a la inmigració­n, el aborto, los tratados comerciale­s y otros temas, sino de que sería validar el asalto al Capitolio en un acto desesperad­o de negación de los resultados de un proceso electoral, y de que condenacio­nes por actos reñidos con la ley y la moral languidezc­an ante el fenómeno de la popularida­d y de la adhesión irracional, aunque debiliten el imperio de la ley, y constituya­n el peor de los ejemplos.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic