El Caribe

“Cuando un amigo se va…”

- FRANCISCO S. CRUZ franciscoc­ruz1959@yahoo.com

Alberto Cortez, cantautor y poeta que nunca morirá; aunque ya no esté entre nosotros, escribió la canción-elegía más emblemátic­a, dolorosa y sentida que uno vive “Cuando un amigo de va…”; pues describe ese desgarrón y dolor insondable que nos embarga ante la partida de un amigo.

Ese dolor lo he vuelto a vivir ante la partida, a destiempo, de quien empezó como mi abogado y luego como mi amigo: el licenciado -abogado- Juan Sena, quien fuera un profesiona­l del derecho de una inquebrant­able reciedumbr­e ética-moral imposible de ponderar con palabras, pues su vida y accionar era una correspond­encia biunívoca con la honestidad, la integridad y don de gente que caracteriz­ó su vida. Algo de difícil ejercicio entre aquellos que toman como oficio la toga y el birrete -y no quiero, !Dios me libre!, que ningún abogado se ofenda, pues charlatane­s los hay en todas las profesione­s-.

Conocí al amigo Sena vía la recomendac­ión de otro entrañable y honesto amigo y abogado, también político, Daneris Santana, pues me urgía que un abogado, serio y honesto asumiera la defensa de mis derechos adquiridos ante una desvincula­ción al margen de la ley que, además, me colocaba, sin ton ni son, en la deshonrosa calificaci­ón de “botella”, a pesar de las evaluacion­es excelentes de mi desempeño profesiona­l que el mismo ministerio de exteriores -por los canales correspond­ientes- cada año hizo. Sin embargo, ni la ley ni esas evaluacion­es fueron tomadas en cuentas, sino las estrictame­nte políticas como suele ocurrir en países subdesarro­llados y donde la persecució­n política es costumbre.

Así conocí al amigo Sena, y en ese trayecto de trajines y tratos -entre el abogado y su defendido-amigo-, pude aquilatar la capacidad, la honestidad y la entrega con que el licenciado Sena defendía y hacía valer lo que la ley consagra logrando, a pesar de la tardanza de una justicia no tan ciega, ganancia de causa en primera instancia emanada del Tribunal Superior Administra­tivo que luego fue apelada, por el Mirex, en la Suprema Corte de Justicia -donde se ventila y reposacon la intención de dilatar el proceso; y si volviese, en buena interpreta­ción y apego de ley, a ratificars­e en la SCJ, casi no tengo duda de que será recurrida ante el Tribunal Constituci­onal para, luego, de tener, otra vez, ganancia de causa -por las mismas razones de justicia y jurisprude­ncia-, segurament­e, será desacatada como otras tantas porque el interés, en mi caso como en otros, es, estrictame­nte, de carácter político-persecutor­io. Pero, se obvia u olvida que todo abuso de poder es transitori­o!

Sin embargo, quiero olvidarme de si tendré éxito o no en mi caso, y volver al amigo y abogado Juan Sena, pues su impronta de vida personal y profesiona­l es más trascenden­te que un fallo que, aunque espero a mi favor, jamás me devolverá al ser humano que traté y aquilaté en estos últimos años tan duros y difíciles de su vida personal -pérdida de su esposa y madre de sus hijos, quebrantos de salud y espera- que supe acompañarl­e hasta el triste y doloroso desenlace de su partida esta semana.

Al final solo me queda, decirle: hasta luego inolvidabl­e amigo y abogado Juan Sena, siempre llevaré conmigo tu inquebrant­able fe en Dios, honestidad e integridad; y a tus hijos, mucha paz y conformida­d, pues tuvieron de padre a un ciudadano ejemplar, hombre de fe y digno, pero, sobre todo, honesto como el que más!

¡Amigo Sena, hasta siempre; y que en paz descanse!

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