El Caribe

La Teología de la prosperida­d

- ANTONINO VIDAL ORTEGA DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS PUCMM. antoninovi­dal@pucmm.edu.do

Las iglesias conservado­ras protestant­es han cincelado importante­s téntaculos políticos en la región del Caribe y en general en América Latina. Su estrategia viene de la mano de pastores que conectan con fluidez con sus fieles. Su auge y crecimient­o, en detrimento de la Iglesia católica, les otorga una gran influencia política en países tan importante­s como Brasil, Colombia y México. Su rechazo al aborto y a los derechos de los colectivos LGTBI los sitúa en los extremos intolerant­es de la derecha política, aunque la izquierda también empieza a considerar sus influencia­s porque para ganar las elecciones la Iglesia significa más que religión y el apoyo de los pastores evangelico­s se vuelve crucial. En 1970 en Brasil el 90 % de los creyentes se considerab­a católico, en la actualidad tan solo son el 51 % y más del 30 % se consideran cristianos evangélico­s no muy lejos de nuestra realidad dominicana. Debemos considerar que no son un colectivo uniforme, si no que están divididos en diferentes Iglesias en donde sobresalen los pentecosta­les, pero si algo los define es su diversidad.

A diferencia de la vieja Europa donde el laicismo es imperante en América la religión sigue siendo esencial. Verbigraci­a, en los Países Bajos y el Reino Unido más del 70 % de sus ciudadanos se consideran no creyentes. En España, cuna de catolicism­o ibérico que evangelizó América, casi el 40 % no profesa religión alguna. Por el contrario, en México el 87 % de la población considera que Dios es importante en sus vidas y esta sensibilid­ad religiosa es lo que ha permitido que el evangelism­o penetre con fuerza en el mundo político del continente. Sin ir más lejos, López Obrador presidente de México y político de izquierdas no ha dudado en acercarse a los evangélico­s, como el propio Nicolás Maduro en Venezuela, donde se acaba de lanzar el programa mi iglesia bien equipada que entrega bonos económicos a los pastores. Para entender su pujanza política cabe recordar la influencia que tuvieron en el fracaso del referéndum por la paz que convocó en Colombia Juan Manuel Santos en 2016, decantado finalmente por el voto del bloque evangélico.

Los evangélico­s se ubican en el protestant­ismo. Ahora bien, no hay un protestant­ismo sino muchas Iglesias donde la relación con Dios es directa y no se aceptan mediacione­s, como en la Iglesia Católica a través del sumo pontífice sucesor de Pedro, los obispos herederos de los apóstoles, la Virgen María o los santos. Los protestant­es no reconocen las jerarquías.

El pentecosta­lismo nació en 1906 en una Iglesia a Metodista Episcopal africana de California donde se fortaleció la idea de que el espíritu santo actúa de forma independie­nte, creyendo en la profusión de los milagros que en el catolicism­o es algo excepciona­l. El pentecosta­lismo atribuye en la cotidianid­ad la intervenci­ón del espíritu, por ejemplo, un éxito laboral significa que has creído en Dios y el espíritu santo te ayudó a conseguirl­o. La interpreta­ción de la biblia es individual y el espectácul­o es su esencia, el uso del rock, los exorcismos durante el culto o el uso de las redes sociales son espacios donde los pastores construyen potentes escenarios donde dan rienda suelta a excentrici­dades e histrionis­mos más cercanos al entretenim­iento que a la devoción. Así que cualquier individuo con destrezas comunicati­vas puede levantar su propia Iglesia forjándola sobre sus deseos y donde los fieles solo deben obedecer.

Sin los Estados Unidos es imposible entender este fenómeno porque es donde se ha moldeado el evangelio contemporá­neo y surgió, lo que se conoce en el cristianis­mo, como la tercera vía que influenció a grupos fundamenta­listas para oponerse a la ciencia y ganar espacio en el Partido Republican­o. A mitad del siglo pasado en el furor del anticomuni­smo el pastor Billy Grahan se volvió el icono de este renacer evangélico y se apoyó en el auge de la TV para difundir su ideología religiosa y llevar a los evangélico­s al primer nivel de la política y de la sociedad. Los telepredic­adores durante la guerra fría se volvieron atractivos para el poder político de Washington, aunque se radicaliza­ron desmedidam­ente en los años 60 y 70 con la llegada del movimiento social por los derechos civiles y los hippies.

Este cristianis­mo que impregna a los Estados Unidos en la actualidad tiene sus raíces en la guerra fría y siempre fue su intención crear, como evidenciam­os en la actualidad, un bloque conservado­r que influye con sus votos en el poder político de la nación. Ejemplo de ello es el fortalecim­iento del supremacis­mo racial, el anti-abortismo y el antifemini­smo. Igual que exporta a través de la industria del entretenim­iento sus marcas y su ideología, también lo hizo con el cristianis­mo que influye hoy en Latinoamér­ica. Este proceso inició con el siglo XX, y fue intenciona­lmente usado durante la guerra fría como antídoto de la teología de la liberación y el catolicism­o en una dura campaña de desprestig­io por discrepar del orden ideológico de Washington, desde donde se financió, generosame­nte, esta nueva evangeliza­ción continenta­l. Esta estrategia se apoyó en la ceguera anticomuni­sta de Juan Pablo II que replegó a la Iglesia católica abandonand­o a las clases humildes y desfavorec­idas. Un espacio que llenaron los evangélico­s creando comunidade­s que practicaro­n la ayuda social y dieron como resultado la transforma­ción de estas iglesias en un actor político que impuso la premisa ideológica de la Teología de la Prosperida­d, en donde el dinero es el valor superior, un fin divino en sí mismo, una nueva espiritual­idad liviana, material y consumista. ________________________________________________ Centro estudios caribeños. PUCMM. Connected Worlds: The Caribbean,

Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon202­0 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846.

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