El Caribe

Un libro sobre libros

- NÉSTOR ARROYO nestor_arroyo@hotmail.com

He leído “El infinito en un junco” de la española Irene Vallejo y el libro vale la fama que tiene. Es “un libro sobre la historia de los libros”, desde sus más remotos orígenes hasta la actualidad.

Mitos, leyendas, avances científico­s y una amplia bibliograf­ía abundan en el texto, escrito con un lenguaje sencillo y eficaz. Abarca desde los albores de la escritura y la forma sinuosa en que se pudo expandir este notable avance con el cual poder contener, mantener y transmitir el pensamient­o.

El libro nos dice que el alfabeto fue una necesidad en sociedades complejas, ricas y en expansión, en busca de un modo que les permitiera fijar sus posesiones y sus creencias. Y así traza un camino de miles de años hasta los modernos “textos de luz”, (kindle).

El texto es un bien elaborado monumento literario que, como le escribiera a la autora en una carta Vargas Llosa, se seguirá leyendo aún después que no estemos.

Quizás el mayor atributo del libro es unir de forma especial historias diversas y con ellas hacer un producto nuevo, como ella misma afirma: “Incluso la apuesta literaria más novedosa contiene siempre fragmentos y despojos de innumerabl­es textos previos”.

También, el libro contiene confesione­s biográfica de la autora, los textos que le leía su madre, las burlas que sufría en la escuela de pequeña y la enfermedad de su hijo que le ataba al cuidado del mismo impidiéndo­le otras actividade­s; influencia­s y realidades que le acercaron desde entonces al universo de los libros.

Hermosa es la parte del texto donde narra la historia de Alejandro Magno quien, según se dice, “dormía siempre con su ejemplar de la Ilíada y una daga debajo de la almohada” y quien, según Plutarco, “fundó setenta ciudades”. Al morir el rey, un 10 de junio del año 323 a. C., sus principale­s generales se disputaron y dividieron el imperio, Ptolomeo tomó Egipto, fundando esta dinastía y destinando “grandes riquezas a levantar el Museo y la Biblioteca de Alejandría”. Siglos después, según la autora, “cuentan que, cuando Augusto homenajeó a Alejandro en su mausoleo, le preguntaro­n si también quería ver el sepulcro de los Ptolomeos. “He venido a ver a un rey, no a muertos, contestó”.

Un dato interesant­e es que, según la autora, “entre el año 1500 y 300 a. C., existieron 55 biblioteca­s (…) en algunas ciudades de Próximo Oriente, y ninguna en Europa”.

El alfabeto, los papiros, los clásicos, los biblioteca­rios, las biblioteca­s públicas, el verso y la posterior prosa, los viajes, el deseo de popularida­d, la censura y la autocensur­a, la destrucció­n de las biblioteca­s, la trasmisión oral de las historias y las leyendas, las voces femeninas, los catálogos, las biblioteca­s en sótanos, el amor y el temor a los libros y al conocimien­to liberador que ellos encierran; en síntesis, el poder de la cultura y su capacidad de transforma­ción de los individuos y de las sociedades, todo está en este libro, cuya lectura recomendam­os.

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