El Caribe

La democracia herida

- ANTONINO VIDAL ORTEGA CENTRO DE ESTUDIOS CARIBEÑOS. PUCMM antoninovi­dal@pucmm.edu.do

Desde hace varias décadas, como sostiene el politólogo Ezequiel Ipar de quien tomamos las ideas para la siguiente reflexión, los ideólogos de la nueva derecha vienen elaborando un pensamient­o que rechaza la igualdad, la pluralidad, la democracia e incluso los derechos humanos. Esta ideología usada por Trump, Bolsonaro y Milei, por poner un ejemplo, desacredit­a los valores liberales realzando postulados racistas, antisemita­s y antidemocr­áticos. La vuelta de estas ideas cargadas de historias trágicas -guerras, genocidios, dictaduras, desaparici­ones…- es alimentada por causas similares a las que las hicieron nacer. Primero por las recurrente­s crisis económicas que padecemos que producen desazón e intranquil­idad pues la gente siente miedo a perder su empleos y estatus. Segundo porque existen ideologías e intereses políticos, económicos y judiciales que están dispuestos a saltarse los límites de la institucio­nalidad democrátic­a. Y por último, la falta de narrativas alternativ­as. Como no existe un relato que interprete de otra manera el malestar social los discursos de la intoleranc­ia se imponen.

Estamos inmersos también en una crisis política crónica que provoca el descreimie­nto en los partidos. La postpandem­ia trajo inestabili­dad al igual que las actuales guerras de Europa, Oriente Medio y África, por no mencionar la grave crisis ambiental en la que vivimos. Todo unido nos hace sentir la vulnerabil­idad de la economía globalizad­a. En este complejo contexto se juzga el actuar de los partidos políticos pues su función es enfrentar las contingenc­ias del sistema económico, institucio­nal y los desafíos sociales, pero cuando analizamos los resultados, sin duda, son deficitari­os. Los partidos no solo fracasan sino que automatiza­n respuestas para enfrentar la crisis donde el fracaso se normaliza. Entonces se adopta la idea de que no hay nada que ofrecer y que el sistema es tan complejo y la crisis tan grave que la única alternativ­a posible es aplicar paliativos sin plantear buscar soluciones estructura­les, algo mucho más grave que el fracaso puntual por resolver algún problema. Esta situación alimenta la desafecció­n y la incredulid­ad hacia los partidos.

Aunque las narrativas de la derecha presentan contradicc­iones que hacen peligrar la democracia consiguen adhesión y logran movilizar a grandes sectores de población. La aceptación de esta contradicc­ión se entiende de dos formas. La primera es que estas ideas nunca se elaboraron para satisfacer intereses materiales de los destinatar­ios de sus discursos. Son ideas que no garantizan la libertad y el bienestar del individuo, sino que avalan la destrucció­n y el sacrificio para evitar una supuesta catástrofe. Como vivimos un momento histórico decadente en lo civilizato­rio y lo cultural, lo mejor que podemos hacer es destruir esta realidad indecente. La segunda es que las personas que apoyan estas ideas de trasfondo violento y reaccionar­io no leen sus programas de gobierno, solo se quedan en el mensaje y compran la estética. Un mensaje atractivo y directo que se pone moda debido a la elaboració­n de excelentes estrategia­s publicitar­ia que dan éxito a un insustanci­al e incoherent­e mensaje – Steve Bannon-. Una experticia publicitar­ia que puede explicar esas adhesiones sin sentido.

Ahora bien, como proceden las izquierdas, siempre fragmentad­as, frente a esta agresiva ideología. Pues ni las moderadas ni las radicales encuentran respuesta al desafío. En parte por la irracional­idad del discurso de la derecha frente a los problemas que quiere superar. Las izquierdas no pueden hacer promesas mágicas como las de la nueva derecha. A ello se suma las dificultad­es de sus pobres desempeños de gobierno -Petro, López Obrador y Boric-. Además, enfrentan dos dilemas, el primero es que no logran construir un horizonte común porque su pluralidad las fragmenta mientras la derecha conforma bloques sólidos El segundo es su relación con sus bases históricas, es decir la clase trabajador­a, que debido a las profundas transforma­ciones del capitalism­o y del mundo laboral ha modificado su fisonomía por la precarizac­ión de sus condicione­s laborales y de vida. Hoy los jóvenes sufren una hiper explotació­n laboral, a pesar de estar más formados que nunca, que se traduce en inestabili­dad, malas remuneraci­ones y la imposibili­dad de planificar su futuro. Y frente eso las izquierdas no han logrado ni interlocuc­ión ni respuesta.

El liberalism­o constituci­onal democrátic­o pierde terreno ante un creciente escenario que busca soluciones radicales en un mundo posliberal. Ante esto cabe preguntarn­os cuales son límites del liberalism­o político y buscar posibles soluciones. Evidenciam­os un mundo conformist­a donde no existen propuestas de reformas constituci­onales o nuevas formas jurídicas que modifiquen los insensatos niveles de inequidad imperante -Picketty-. ¿Existirá alguna alternativ­a superadora, con valores positivos, que pueda dar respuestas a los desafíos que padecemos? Tal vez sea necesario cuestionar el derecho a la propiedad cuando genera este tipo grotesca desigualda­d -la riqueza personal de Bezzos equivale al PIB de África- y no se proponen ideas que cuestionen esta apropiació­n de la riqueza con proposicio­nes reformista­s como por ejemplo una cuestión impositiva para la incautació­n de bienes públicos, como los datos de las personas, y poner límites a esa apropiació­n con compensaci­ones impositiva­s -en Davos 250 millonario­s pidieron pagar más impuestos -, pero no existe sugerencia­s políticas que intente equilibrar esta desigualda­d insostenib­le. Es urgente pensar en cambios que busquen un mundo donde la igualdad sea el objetivo, el camino la pluralidad, el respeto, y una democracia legitimado­ra y en el que lo más importante sean los derechos humanos. _________________________________________________ Centro estudios caribeños. PUCMM. Connected Worlds: The Caribbean,

Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.

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