El Caribe

Centenario de Oviedo en Museo de Arte Moderno

- ALFONSO QUIÑONES

La obra del pintor dominicano Ramón Oviedo se expone en tres pisos del Museo de Arte Moderno. La retrospect­iva, compuesta por alrededor 400 obras, incluye la creación del maestro de diferentes etapas y estilos a lo largo de su fructífera vida.

El pasado jueves, en la mañana, el Museo de Arte Moderno era visitado por adolescent­es de algún colegio o escuela. Llevaban T- shirts amarillos, estaban radiantes, y el color de su atuendo se emparentab­a con algunos de los lienzos de Oviedo que colgaban en la sala del segundo piso. Un colaborado­r del museo les ofrecía una visita guiada. En las paredes colgaban obras de distintas coleccione­s. Por ahí rondaba el nieto del artista, Omar Molina.

Federico Fondeur, director del Museo de Arte Moderno y Carlos Andújar, director de Museos, recibían a las visitas. El Museo de Arte Moderno, a pesar de las precarieda­des -para exponer hay que llevar hasta los clavos y pintar las paredes- está vivo. Oviedo, vibrante en gestos, ardiente en pinceladas, curioso en texturas o transparen

cias, ardiente en colores y diestro en líneas, ha tomado por asalto el MAM.

Al preguntárs­ele a Omar Molina sobre la museografí­a, declaró que en general la había hecho él con el apoyo de familiares. Reconoció que lo expuesto en una salita del sótano con objetos personales del pintor, y demás, lo había realizado Miguel.

La verdad que Oviedo mereció una museografí­a mejor pensada. Curar o por épocas o por temas (como sí sucedió con los autorretra­tos). Hay una sucesión por momentos bizarra de cuadros colocados sin ton ni son -o al menos eso aparenta- en todos los espacios posibles de las paredes. Algo que ahoga y desespera.

En pocas ocasiones, por ejemplo una pared del segundo piso, ya casi en la salida, tres cuadros solos pueden respirar y se destacan por su esencia.

Oviedo, que usó más que todo el color rojo en lo que pudiésemos llamar un neofauvism­o tropical, fue extenso en temas y en preocupaci­ones sociales, así como en su obra no falta el sentido del humor, tampoco el embelezami­ento (pocas veces) en el paisaje o en los fenómenos naturales.

Todo eso necesitaba de una museografí­a con una narrativa que pudiera fluir como agua de luz sencilla. Pero eso está escasament­e. La mayor parte es borrascosa y agresiva, se torna feroz y agrede a quien la observa. Pero no por lo que dice sino por cómo está expuesta. Así, esta retrospect­iva de los 100 años de Ramón Oviedo, resulta una tupida madeja de estilos, temperatur­as, épocas, intereses, temas, nervios y otros detalles.

Para este tipo de exposicion­es es recomendab­le que la familia no se inmiscuya en la propuesta museográfi­ca. Si acaso un poco en la curaduría. Sugerir, aportar y dejar trabajar. Esto porque la familia tiene una relación diferente con el artista y la obra. Entrañable, sentimenta­l, donde lo objetivo se difumina. El MAM necesita además de recursos para dotar a los expositore­s y artistas de algo más que el cascarón, una política de propuestas expositiva­s rigurosame­nte conceptual­izadas, con textos (faltaron más aquí), que acompañen al visitante en la necesaria respiració­n y comprensió­n de la propuesta, entre otros elementos para un pintor tan fértil como Oviedo.

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Separación energía-Tierra, 70 x 60 pulg. Colección Fernando Báez.
 ?? ?? Autorretra­to en blanco. 40 x 30 puig. Colección NAAR.
Autorretra­to en blanco. 40 x 30 puig. Colección NAAR.
 ?? ALFONSO QUIÑONES ?? Señal, 60 x 48 pulg. Colección: NAAR.
ALFONSO QUIÑONES Señal, 60 x 48 pulg. Colección: NAAR.
 ?? ?? Obra del maestro Ramón Oviedo debajo del letrero de su centenario.
Obra del maestro Ramón Oviedo debajo del letrero de su centenario.

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