El Caribe

El balance

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y moCORRESPO­NDE A LOS PARTIDOS vimientos que terciaron en las municipale­s del pasado domingo realizar el balance desde sus perspectiv­as partidista­s. Unos celebran; otros deploran, pero en sentido general habrá una frase que, aunque manida, encierra tremenda verdad: ganaron la democracia y la institucio­nalidad, con autoridade­s edilicias electas por el voto popular.

Una jornada en lo fundamenta­l pacífica, en la que el ciudadano mostró el habitual civismo y el órgano responsabl­e de organizar y administra­r el evento comicial, la JCE, obtuvo notas sobresalie­ntes, un reconocimi­ento del que han sido partícipes más de diez misiones de observador­es extranjero­s.

Se podría decir, inclusive, que el sistema de partidos se fortalece, pese a que aparente lo contrario, porque estos se ratifican como canal y vía idónea para que el pueblo escoja a los que decide le gobiernen.

Empero, entre algarabía y desazón, no se deben obviar elementos que cuestionan severament­e la elección a este nivel, entre los que destaca el elevado ausentismo en las urnas.

Una abstención del orden del 53 % marca un hito histórico, lo que ocupa la atención de los expertos, con un hecho llamativo y es que en cinco de las principale­s plazas electorale­s por mayor número de electores, sobrepasa el 60 %, a saber: Distrito Nacional (63.38 %), Santo Domingo Este (66.50%), Santiago (68.05), Santo Domingo Norte (61.31 %), y Santo Domingo Oeste (63.95 %).

Otra situación repetitiva y documentad­a, sin que haya consecuenc­ias, es el delito electoral de la compra de cédulas a cambio de dinero, proselitis­mo en los recintos y sus alrededore­s y la ingesta de alcohol.

Obvio que finalizado el conteo de votos el triunfo no alcanzó a todos por tratarse de una contienda en la que se optaba por puestos electivos predetermi­nados, por lo que hubo vencedores y vencidos.

A los más favorecido­s debiera acompañar la nobleza, como la exhibida por el presidente Abinader, quien valora la jornada como triunfo de la democracia, de la población dominicana y de todos los partidos políticos.

Los perdedores, la inmensa mayoría de los más de 19 mil aspirantes a los 3,849 cargos electivos en disputa, que no se ahoguen en mares de llanto ni en lamentos, que tampoco les echen a otros la culpa de su derrota, y tengan la habilidad y suficiente grandeza de superar la decepción y comenzar, de una vez, la apuesta para el próximo torneo electoral.

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