El Caribe

Los villanos favoritos

- YLONA DE LA ROCHA CAMILO delarochay­lona@gmail.com

En todas las colectivid­ades, ya sea grupos de trabajo o bien de profesiona­les, sociales (y hasta familiares) hay personas que gozan de una suerte inexplicab­le para participar en travesuras y siempre salir ilesas. Las que hacen mil y una diabluras y consiguen mantenerse bajo el radar de la censura, romper la vajilla completa, no rozarles ni los fragmentos y que sean otros los que paguen los platos rotos.

A la hora de la verdad, el dedo acusador a lo mejor elige al que se empeña y las responsabi­lidades se inclinan hacia el que menos tuvo que ver con el suceso, mientras hay otro que permanece agazapado, para confundirs­e con el paisaje y pasar inadvertid­o. Si bien pudiera ser el artífice, le basta con echarse a dormir, si ha criado la fama de tranquilo. Las cargas se reparten y siempre lleva la mejor parte, al mantener un bajo perfil; arde en candela por debajo y evita que salga el humo, para atribuirle el calor al compañero.

Ese que hace lo mínimo, en vista de que su rendimient­o es proporcion­al al cheque que recibe. El que se acomoda en los demás y bajo la consigna del trabajo en equipo diluye su pereza en el esfuerzo ajeno. Aquel para quien el horario laboral es sagrado y por eso, no lo extiende y se limita a lo encomendad­o, sin agregar el menor ímpetu ni la famosa milla extra porque, al final, no le significa ningún aumento en sus ingresos.

Es el individuo que, aunque es merecedor de reprimenda­s porque igual su participac­ión (o falta de ella) ha sido determinan­te en algún evento, logra salvarse para que sean otros los culpables contando con ese olfato que tiene-infalible y bien desarrolla­do- para detectar el peligro y repeler los problemas. De apariencia mansa -pero nunca menso- tiene sus ideas muy bien concebidas que disimula y son descubiert­as al final, cuando ya es demasiado tarde. Es el privilegia­do del azar o del destino porque siempre habrá otro al que se le juzgará con dureza, mientras él observa en la distancia.

Es el personaje de ficción de las historieta­s que, con su sonrisa macabra y apariencia de héroe, es el malvado que saca sus garras en el momento justo y cuando menos se espera. Su papel es esencial en la trama, cuenta con el apoyo de los superiores, luce como una grácil paloma, pero es una fiera agazapada que goza del favor del entorno para ser el favorito entre los villanos; entonces, a medianoche, se descubre su verdadero rostro cuando llega el momento de quitarse las máscaras.

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