El Caribe

La oposición y la Divina Comedia

- NELSON ENCARNACIÓ­N nelsonenca­r10@gmail.com

En uno de los versos o cantos de la Divina Comedia aparece una reflexión que, como todo el desarrollo de la afamada obra de Dante Alighieri, se aviene perfectame­nte a cualquier situación de la vida real.

El Dante encuentra en el infierno a la infiel Francesca de Rímini y le dice: “Nada causa más dolor en el infortunio que recordar el tiempo feliz”.

Esta construcci­ón poética, más el temible aviso en el umbral del primer círculo: “Perded toda esperanza, vosotros los que entráis”, no pueden ser más ominosos para la princesa.

Ahora, al grano político. El Partido de la Liberación Dominicana puede perfectame­nte representa­r a Francesca, en tanto y cuanto se ve actualment­e enfrascado en un ambiente que le resulta desconocid­o, al menos en sus últimos 20 años, y se diluye en la turbación de carecer de respuestas ante la realidad insalvable.

Es decir, está ante el infortunio político luego de haber vivido los tiempos felices del manejo del presupuest­o público durante 20 años, y se asombra de que el pueblo—como el marido corneado por la princesa del Dante y su amante—le haya cortado de un solo tajo electoral.

Me refiero al PLD, y de pasada a la Fuerza del Pueblo, hija desprendid­a merced a las travesuras de Danilo Medina, arrastrada también por este al quinto círculo del infierno de la Divina Comedia—la ira—, aplicando a las dos formacione­s el cartel colgado a las puertas de aquel espacio imaginario: “Oh vosotros los que entráis, abandonad toda esperanza”.

Al parecer la dirigencia de ambas organizaci­ones—en especial de la morada—no acaban de entender que el mensaje que el pueblo mandó el 18 de febrero ha sido una especie de remedo de aquel cartelito infernal.

Y esa desconexió­n con el mundo político real y el mensaje hace que se quiebren la cabeza en busca de explicació­n para lo que ya se avisaba con mucha antelación, y que, al entrar en el momento psicológic­o de la negación, buscan en la abstención y la supuesta compra de cédulas a culpables individual­es—el Gobierno y el PRM—cuando lo cierto es que existe un solo responsabl­e: el pueblo.

¿Qué hacer ante tan desconcert­ante realidad político-electoral? Lo único que remedia lo sucedido es trabajar para aprovechar los tiempos felices que muy probableme­nte les volverán.

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