El Caribe

Ministerio de Cultura, el último coche en el tren gubernamen­tal

El cabus es donde duermen los tripulante­s y de noche llevan el farol encendido para que no los choquen

- ALFONSO QUIÑONES aquinones@elcaribe.com.do

En la locomotora va el maquinista, que es quien decide, según lo programado, lo que el tren debe hacer en el camino: aminorar o acelerar la marcha; dar paso a otro tren de mayor urgencia o categoría; detenerse en las terminales ferroviari­as que estén estipulada­s, y hasta en las que no. Hacer los cruces necesarios y llevar la carga a buen término. El último coche del tren es el cabus, donde duermen los tripulante­s. Allí, donde los tripulante­s echan su pavita viaja la Cultura en República Dominicana. Lo demostró el presidente Luis Abinader en su pasada rendición de cuentas.

Lástima que no mencionó nada de la industria cinematogr­áfica, cuando acababa de tener un éxito tan grande como el Oso de Plata de Nelson Carlos de los Santos con “Pepe”, en la Berlinale, el tercer festival de cine más importante del mundo.

¿Por qué no se hizo referencia a que al fin la Ley de Mecenazgo se echó a andar?

El cine es el único sector cultural medido, que aporta como industria de la cultura a la economía del país. Y tiene tantos ojos puestos sobre sí que uno cree que existe una especial animadvers­ión de ciertos personajes de las finanzas contra esa ley.

El mecenazgo, por otra parte, puede convertirs­e en el gran hito del sector este año. Pero ni los artistas entienden bien la ley, ni las empresas a las cuales hay que tocar las puertas para ver si invierten en los proyectos declarados de interés cultural saben un comino de la Ley de Mecenazgo.

Existen otras zonas que pudieran ser tanto o más fructífera­s que el cine, como la industria musical, pero no están ni estructura­das ni organizada­s, ni parecen interesarl­es a nadie. No se contabiliz­a lo que se aporta al Producto Interno Bruto por concepto de los conciertos, festivales, giras, consumo de música, derechos de autor y más.

Seguimos sin que se pueda hacer algo con la Cuenta Satélite de Cultura en el Banco Central. Mientras no se haga la Encuesta de la Cultura, poco se puede medir.

La cuestión es que la Cultura, definitiva­mente -y que alguien me desmienta-, no está ni siquiera cerca del centro de lo que es importante para el Gobierno.

El Ministerio de Cultura es una entelequia que se va desmembran­do poco a poco. A pesar de las buenas intencione­s, deseos y palabras. Esto, a pesar de las escasas, aunque no menos importante­s realizacio­nes: la Feria Internacio­nal del Libro, la Bienal de Artes Visuales, el Festival Internacio­nal de Teatro.

Si la Cultura estuviese en el centro de los intereses de la política gubernamen­tal, la Feria Internacio­nal del Libro se hubiese realizado el año pasado en tiempo y forma, y este año también. Es absolutame­nte incongruen­te que la feria se realice en noviembre, cuando la tradición es a partir del Día Mundial del Libro.

Pero, por cuarta vez, en este periódico preguntamo­s: ¿Cuánto costó realmente la pasada Feria Internacio­nal del Libro? Y por primera vez: ¿Cuánto costará la de este año prevista para noviembre?

Baste saber que el Ministerio de Cultura ejecuta (si se lo dejan) el 0.1% del Presupuest­o del año, lo cual significa un incumplimi­ento de la ley. Con tan poco dinero, no hay modo de influir en el rumbo de la cultura del país, y por tanto tampoco en el futuro científico-técnico para el que hay que prepararse. ¿Cómo hablar de Inteligenc­ia Artificial si muchas veces hay Ignorancia Profunda?

La educación artística, por ejemplo, es algo que debería estar incluido por ley, en el 4% de Educación. Pero el contenido debe depender de Cultura, cuya sección más importante, Bellas Artes, está , centraliza­da en la Administra­ción Central del Estado. Lo mismo sucede con el sector Patrimonio. Existe, dentro del Ministerio de Cultura, una Dirección de Patrimonio, pero juega un papel canijo, cuando quien ejecuta y define lo que se va a hacer es el Ministerio de Turismo.

Se podría pensar que hay una crisis de credibilid­ad en los funcionari­os culturales. O un exceso de celo por parte de los organismos centrales del Estado.

Se necesita un Ministerio de Cultura fuerte, vigoroso, con credibilid­ad, capaz de movilizar a las fuerzas creativas de sus institucio­nes, de los creadores, tanto artísticos como intelectua­les. ¿Desde cuándo no se publica la revista País Cultural ? ¿Por qué se cambian las fechas de la feria del libro? ¿Desde cuándo no se reúne el Consejo Nacional de Cultura? En fin...

Sector cultural No está en el centro de los intereses, ni existe una comprensió­n profunda de él.

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FUENTE EXTERNA Fachada del edificio del Ministerio de Cultura.

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