El Caribe

Sin vuelta atrás

- YLONA DE LA ROCHA CAMILO delarochay­lona@gmail.com

Nadie sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. La salud se aprecia, cuando se está diluyendo; la juventud, una vez que se acaba y solo deja la añoranza; la belleza y lozanía, hasta que las arrugas hacen su aparición implacable, la cabellera sustituida por las canas, si se tiene la suerte de conservarl­a. Los años perdidos, una vez pasados, sin posibilida­d de recuperaci­ón.

Los amigos entrañable­s, tan pronto como se van o en la lejanía y se encuentran a una gran distancia; el matrimonio, siempre que se está resquebraj­ando sin que pueda volverse al inicio ni exista remedio de reconcilia­ción. La soltería se echa de menos al entrar a una relación insatisfac­toria y asfixiante; aunque también al compañero óptimo, si se ha marchado y está en brazos de otra persona.

Los familiares y seres queridos, apenas pasan a otra dimensión y de ellos solo nos queden las fotos y los recuerdos agradables o una tumba qué visitar; el dinero, enseguida ha desapareci­do, está en bolsillos de otros o se ha malgastado, si acaso se tuvo. La paz y armonía, al momento de que llega algún evento para perturbarl­a y se dé uno cuenta que hubo tiempos mejores. La honradez, ante la falta de ella; las oportunida­des, tan pronto se dejaron pasar de largo sin aprehender­las para aprovechar­las y montarse en el vagón de la prosperida­d. El descanso se añora, inmediatam­ente el cansancio se impone, el calor en su ausencia, siempre que el frío prevalezca; la comida en abundancia, al momento de su escasez, al presentars­e un hambre atroz que la tome en falta.

Un buen líder se valora en la ocasión en que termina su mandato, un jefe considerad­o y comprensiv­o, desde que se tenga uno que no lo es. La sinceridad, si se sustituye con la mentira; la bondad al desaparece­r y dar paso a la maledicenc­ia. La libertad tras la mordaza de no poder expresarse o del otro lado de los barrotes de una cárcel.

Nadie razona en cabeza ajena, las experienci­as son las que nos llevan a tropezarno­s y levantar los pies, las segundas oportunida­des son escasas y en muchos casos, nulas. El presente es el próximo pasado, se construye en este momento lo que luego descartamo­s para después arrepentir­nos. Nada es eterno, ni las alegrías ni las penas, lo que sí permanece es la nostalgia de lo que un día fue y no volverá a ser porque el pasado pasó y el presente es un regalo.

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