El Caribe

El alto precio de una vaca muerta

- MIGUEL GUERRERO mguerrero@mgpr.com.do / @guerreromi­guele

Cuando desde el ámbito político se acusa al sector privado de pretender quedarse con todo el sector eléctrico a precio de “vaca muerta”, se incurre en un penoso error de valoración. En efecto, una vaca muerta, vendida en libras, vale mucho más que el mismo animal comprado vivo.

Pero tendría razón si la expresión se explica al precio que los gobiernos han pagado por las acciones privadas de esas empresas. Los funcionari­os eléctricos son típicos ejemplos de la cada vez más fuerte tendencia oficial a pelearse con todo el mundo, lo que en gran medida explica los pronunciad­os descensos de la popularida­d que en ciertas épocas, como al parecer ocurre ahora, alcanzó un nivel desde el cual se esperaba comenzara a brotar el petróleo.

El Gobierno no puede aspirar a solucionar la crisis de energía eléctrica sólo por sí mismo. Y en riña permanente u ocasional con las empresas privadas vinculadas al negocio, la tarea le podría resultar más ingrata todavía. Todo el complejo y costoso andamiaje de publicidad que la corporació­n eléctrica ha sostenido para crear la ilusión de avance en la solución del problema, choca con la realidad brutal de los apagones, el déficit del sector y las enormes deudas contraídas con los generadore­s, a despecho de las enormes sumas entregadas a la corporació­n, sin resultado alguno.

Los responsabl­es del equipo eléctrico han carecido de respuesta a la crisis y se imponen ya cambios de dirección y de mentalidad, que sean capaces de revivir las esperanzas de mejoría en el servicio que las falsas promesas y las mentiras oficiales han herido de muerte. Cambios que darían además un respiro al Gobierno, acosado mandato tras mandato por continuas manifestac­iones de protestas callejeras en reclamo del cese de los apagones y un mejor trato a los usuarios del servicio.

Es necesario insistir que la realidad económica nos indica un solo camino. Lo que este país necesita y reclama es una mayor dosis de iniciativa individual, tanto en la economía como en las demás facetas del quehacer cotidiano. Los mercados bien abastecido­s han sido siempre aquellos dejados en situacione­s normales a la libre competenci­a y a las fuerzas naturales del mercado.

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