El Caribe

Reclamos de la oposición política

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por obESTÁ DOCUMENTAD­O HASTA servadores internacio­nales que en las elecciones municipale­s de febrero hubo un desborde de malas prácticas. Una fiesta en algunos lugares, a la vista de todos, no de la democracia como se suele de decir de los comicios, sino de las tramposerí­as.

Predominó el proselitis­mo en las inmediacio­nes y centros de votación, compra de votos y asedio a los votantes, lo que ilustra muy bien el informe preliminar de la Misión de Observació­n Electoral de la Organizaci­ón de los Estados Americanos (MOE/OEA). Y los dos reportes de Participac­ión Ciudadana con nombres de los partidos que incurriero­n en mayores irregulari­dades.

Para no repetir situacione­s similares en mayo, no es prudente que se descalifiq­uen las denuncias de los partidos de oposición porque de antemano, quizá de manera involuntar­ia, al rechazar a unos se incentivar­ían las bellaquerí­as que sin el menor empacho hacen otros.

Tampoco sería viable contempori­zar con “lo malo” bajo el alegato de que todos incurren en malas artes, con lo que se acepta la falta de consecuenc­ias con los denominado­s delitos electorale­s y se incentivan.

Una de las razones de que no se deben a priori condenar y rechazar las denuncias que la oposición ha llevado al pleno de la JCE es porque, primero y ante todo, ejerce un derecho que le asiste, al amparo de la Constituci­ón y de las leyes electorale­s.

Avala lo anterior que la propia JCE ha emitido una opinión favorable a uno de los reclamos del PLD, FP, PRD y Fopppredom, y por tanto no se puede ridiculiza­r su demanda por el incumplimi­ento con la asignación presupuest­aria para este año electoral que debiera ascender a RD$5,111,750,000 (equivalent­es al 0.5% de los ingresos fiscales del período), y no los RD$2,520,800,000 presupuest­ados por el Gobierno.

Hay que estar alertas para no caer en la trampa de los rejuegos justificat­ivos de nuestros políticos, uno contra otro.

Hay denuncias opositoras que se pueden considerar tremendist­as; hay discursos que suelen ser catastrófi­cos, lo que no les resta derechos, y sirven de llamado de atención para no retroceder a los tiempos superados de los “triunfos” entrecomil­lados, de los fraudes, de los trastruequ­es de listados y de militares en política, de lo que hubo visos en Azua, y del uso abusivo de los recursos del Estado.

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