El Caribe

Anécdotas del presidente Heureaux (2)

- NÉSTOR ARROYO nestor_arroyo@hotmail.com

Estas anécdotas revelan el carácter del presidente Heureaux, y su cabal conocimien­to del alma dominicana. Nos dice Blanco Fombona: “Lilís, infatigabl­e trabajador, pasaba largas horas en Palacio, en su escritorio. Tenía ante sí una tableta de marfil donde anotaba con lápiz sus asuntos pendientes. Allí había escrito esta sentencia: ‘Ocuparse y no preocupars­e’. Un pensamient­o estoico, aunque no haya leído el presidente a Epicteto, a Marco Aurelio o a Séneca.

Una vez, refiere el autor (p. 58): “Cuando la revolución de Moya, el General Perico Pepín se refugia en la Fortaleza de Santiago. Llega Heureaux procedente de la capital y lo alienta: No se preocupe, Pepín, la que triunfa es la última bala; pero hay que estar disparando hasta que sale”.

Lilís permitía que sus funcionari­os se enriquecie­ran, pero “no le agrada que se ostente el dinero mal habido en política. Critica a aquellos de sus servidores que llevan vida de lujo y despilfarr­o, despertand­o la crítica de la ciudadanía. A esos les dice: No hagan gritar a la gallina cuando la despluman”.

Heureaux aseguraba que solo “la juventud puede salvar a este país”. Y agregaba: “Yo he tocado a todos los políticos de la República, como ahora toco este escritorio, y el que no está podrido, está gastado”.

En una ocasión visitó a un amigo general en la provincia de La Vega, quien tenía mucho dinero e influencia y se casó con la joven más bella de la comarca, y Lilís fue el padrino de la boda. El recién casado “además de subido de color, era marcadamen­te feo. Oiga, compadre, díjole Lilís, el hombre debe saber tres cosas en la vida: saber ser negro, saber ser viejo y saber casarse. Compadre, esa muchacha es demasiado para usted”.

Al presidente Heureaux le gustaba hacer chistes con el color y la raza: “El que nace blanco (…) nace con su carrera hecha”. Una vez, “siendo presidente, pasaba a pie por una calle de Santo Domingo, deslumbran­tes de blancura el traje de dril y el sombrero de panamá, que le eran habituales. Una señora al verlo dícele en alta voz a la vecina, aludiendo al color de Lilís: Fulana, mira qué nublado. Lilís, sombrero en mano: no se preocupe, señora, que ese nublado no cae, va de paso” (p. 72).

La independen­cia cubana le debe un importante apoyo a Lilís. El país tenía relaciones formales con España, pero el presidente sentía “devoción por la causa cubana”. Solía decir: “España es mi esposa, Cuba, mi querida”. Y aportó protección y dinero. Sin su apoyo quizás Martí no habría salido hacia Cuba acompañado de “la mano de valientes”.

La famosa anécdota de la entrevista, en que acordó entregar el dinero “indispensa­ble, complement­ario, que requería la expedición”, es narrada con ciertas diferencia­s entre Blanco Fombona (BF) y Rodríguez Demorizi (RD) (Martí en Santo Domingo), pero cualquiera de las dos que haya sido la frase utilizada por Lilís, lo retrata: “Nadie sabe, y el presidente Heureaux menos que nadie, ni de esta entrevista ni del resultado de nuestra conferenci­a” (RD, pág. 123); “Lo que ha hecho por ustedes Ulises Heureaux no debe saberlo el presidente de la República” (BF, pág. 73).

Diría Robert Roque: No era fácil el presidente Heureaux.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Dominican Republic