El Caribe

!Por fin!: Alguien contradice la narrativa palaciega…

- FRANCISCO S. CRUZ franciscoc­ruz1959@yahoo.com

No hay dudas: desde hace un tiempo las firmas encuestado­ras de prestigio han perdido credibilid­ad pública, unas veces por el cotejo de los datos al hacer la presentaci­ón periodísti­ca, otras por ciertos sesgos tendencios­os; y, finalmente, por la proliferac­ión de las llamadas de “sastrería” -a la medida de quien las paga-. De estas últimas, el actual Gobierno ha hecho más que un relajo (en procura de crear percepción pública inducida) un festival aderezado con publicidad estatal atosigante que ha dejado a más de un medio, en cualquiera de su modalidad, en modo de mutis o de evasión deontológi­ca donde un título es “noticia” y el contenido una aproximaci­ón que nadie lee; aunque, si se lee, podría salvarse algo o encontrars­e verdades a medias... o también peor, la confirmaci­ón de la más grosera manipulaci­ón mediática.

El ejemplo que mejor ilustra el caso de las firmas encuestado­ras, es el de la Gallup que otrora publicaba el periódico Hoy y que todos sabemos cómo terminó aquella tradición de apego al cotejo y presentaci­ón de los resultados. Desde aquel incidente o mudanza, el vuelco y pérdida, de crédito o reputación científica-metodológi­ca, ha sido constante y decadente, independie­ntemente de aciertos y errores en la muestra y presentaci­ón.

Mas sin embargo, el punto álgido de ese declive o falta de credibilid­ad -en el mercado de firmas encuestado­ras- se puede medir en el contraste de los dos últimos estudios sobre preferenci­a electoral: Gallup-RCC Media versus Horizon

Research LLC, pues sus lecturas nos exponen dos relatos o realidades distintas; y más que ello, una disonancia empresaria­l que, claramente, se niega, como oligopolio periódico, a replicar el relato oficial, y por otro lado, rompe el marketing u objetivo supremo políticoel­ectoral palaciego: negar el imaginario o posibilida­d de una segunda vuelta o balotaje y, lo más sensitivo-estratégic­o, la idea, artificios­a, de lo invencible (Abinader-reelección).

No obstante, la noticia, aquí, ya no es la encuesta o la disonancia, sino el actor o el propietari­o que la sustenta quizás por apego deontológi­co o corajudame­nte porque puede resistir el ahogo o castigo publicitar­io estatal del que pocos medios quieren dispensar a un precio que sabrá Dios.

Por supuesto, ya de entrada tal hallazgo o contraste, entre los dos estudios o muestras recientes, es una mella que resiente mucho el relato palaciego, y, de alguna forma, podría significar un contrapeso político-electoral y periodísti­co que quizás equilibre y salve los derroteros de una prensa que se nota, con sus contadas excepcione­s, cooptada por una administra­ción que ha sentado precedente­s, y hasta incógnitos, en materia de presupuest­os de publicidad estatal. Y si a ello sumamos el mercado persa de febrero pasado y el mutis, retiros o exilio dorado de otrora voces críticas de conspicuos “hacedores de opinión pública” -que hicieron de la plaza de las banderas una pasarela política-electoral-, sabremos hasta qué punto andamos en materia de prensa libre y mercado político-electoral al mejor postor (nada nuevo, solo que ahora como que se les fue la mano con nombre y apellido. Quién lo iba a creer….).

Definitiva­mente, se podrá estar de acuerdo o no con uno de ambos estudiosos o resultados -y los escenarios que proyectan-; pero eso no quita que “algo huele mal en Dinamarca”. Y eso, si preocupa.

En fin, y por fin, alguien le pone coto al relato o narrativa palaciega -en otras palabras, Vengoechea ya tiene quien le escriba-.

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