Los Pilatos de estos tiempos
En el mundo de MIÉRCOLES SANTO. apariencias en que vive la sociedad de hoy ya es común que se prefiera a los mentirosos y a los corruptos, y se condene a los justos.
Y aunque las estructuras sociales de la actualidad se diferencian bastante de aquellas de los tiempos en que vivió Jesucristo, es innegable que hoy los poderes político y económico, el sistema materialista que rige las relaciones sociales, contradice lo que él enseñó.
Predominan hoy los Pilatos, idénticos a aquél que tuvo miedo y prefirió lavarse las manos, con lo que condenó a Jesús a morir en la cruz. Esa actitud es la expresión de un miedo común, que se puede reconocer a través de la Historia, en gente que tiene la responsabilidad de dirigir y tomar decisiones importantes, y no lo hace.
Ese tipo de gente, que mira para otro lado con la excusa de que son los demás los que deciden, suele aparecer en estos días, “pintándose” como ejemplos de una devoción, honestidad y rectitud que jamás tuvieron.
Y exactamente como ocurría en los tiempos de Cristo, esa clase de Pilatos está enquistada en todos los estamentos de nuestra sociedad, desde los más altos cargos hasta en las pequeñas instituciones.
Un fragmento de un artículo aparecido en el libro “Minicosas de un latidesorden” (1971), escrito por el intelectual santiagués Román Franco Fondeur, y que nos permitimos citar, los retrata a la perfección:
“Cada Semana Santa la humanidad cristiana se aglomera para odiar a Herodes, Pilatos y Judas. Y hay, de repente, un latigazo cuando la Pasión renace, pero nadie se da por aludido, nadie se reconoce en el espejo. Egoísmo pariendo odio y sed de sangre rompiendo aquella imagen. Las playas se llenan de multitudes que huyen de la ciudad-escenario y la arena invita a la imitación avestruzana, aunque nadie pueda huir de sí mismo. Solo hay un común consuelo: ¿quién podría lanzar la primera piedra lapidaria? La vida es una gran Semana Santa, dividida en años por el hombre. Y cuando Él retorne será crucificado otra vez, como todos los días”.
Si en cada Semana Santa se nos presenta una oportunidad para reflexionar, esa reflexión tiene que servir para enfrentarse con la verdad y actuar en consecuencia.
lLos datos más recientes de las encuestas que otorgan más de un 50% de las preferencias electorales a la reelección presidencial, revelan una característica asombrosa del carácter nacional; algo tanto o más importante que el pronóstico sobre las votaciones mismas. Las encuestas advierten acerca de evidentes y notables señales de un hasta ahora oculto masoquismo dominicano.
La observación viene de algunos de sus descubrimientos. El mismo pueblo que en un 60% dice que está muy mal, que entiende que está peor que antes en casi idéntica proporción y cree que la situación podría seguir empeorando, favorece en cambio en más de un 50%, lo suficiente para ganar en primera vuelta, al que por lógica natural pudiera ser señalado como responsable de sus quejas.
Otro dato relevante, digno de un estudio sociológico profundo que probablemente encuentre rasgos aún desconocidos del carácter del ciudadano común, es aquel que se desprende de las respuestas a la pregunta sobre la situación en que se encontraría el país al término del actual periodo. Poco más de un 20% menos de quienes entienden que las cosas marchan mal, estiman que desmejorará y afirman que se encuentran peor, cree, según la encuesta, que la situación está mejor que antes.
Las encuestas rigurosamente hechas suelen ser valiosos instrumentos de trabajo no sólo para los partidos y los candidatos, sino también para los negocios en la actividad privada. Reflejan realidades de un momento como proyecciones sobre preferencias o rechazos de una población hacia un futuro más o menos cercano, que pueden ser transformadas por eventos previsibles o inesperados. Aquí predicen el futuro, algo no del todo inconcebible si se vive en medio de un ambiente de masoquismo colectivo y del excesivo entusiasmo electoral que se respira. Cada día se aprende algo o muere alguien de espanto.
l