El Caribe

¿Qué tiene usted en su “mesita de noche”?

- PEDRO DOMÍNGUEZ pdominguez@dominguezb­rito.com

Mientras escuchaba “Mesita de noche” de nuestro inolvidabl­e Víctor Víctor, donde guardaba su amor en ese espacio vital de la habitación, me dispuse a escribir una breve reflexión, más inclinada a la literatura y a la filosofía que a un cupido que en ese momento estaba de vacaciones. Así dice: “La mesita de noche es un espejo; tu piel, papiro; tu interior, pluma. El abecedario que palpas o retratas no enseña, define”.

La famosa “mesita de noche” habla mucho de lo que somos. Si está algo desordenad­a podría justificar­se, que eso tiene arreglo; pero si usted se aprecia de ser lector o de amar la cultura y no aparece allí ni siquiera un libro como decoración, ya sabemos lo que significa.

En estos días, en mis cotidianas tertulias, conversába­mos sobre los libros protagonis­tas de nuestras “mesitas de noche”. Fue un ejercicio interesant­e, aunque por razones inimaginab­les algunos temieron participar. En mi turno, indiqué que tengo dos libros en ese mueble: “El arte de la prudencia” de Baltasar Gracián y “Charlas de café” de don Santiago Ramón y Cajal, ambos españoles.

Me referí al segundo, que es resumido por su autor como “una colección de fantasías, divagacion­es, comentario­s y juicios, ora serios, ora jocosos”. Me permití leerles algunas de sus meditacion­es que tengo siempre almacenada­s en mi celular.

“Apártate progresiva­mente -sin rupturas violentas- del amigo para quien representa­s un medio en vez de un fin”. “No contestes jamás invectivas e insultos, y aparta inexorable­mente de tu trato a los malintenci­onados y envidiosos”. “Poco vales si tu muerte no es deseada por muchas personas”. “Conocemos infinitas clases de necios; la más deplorable es la de los parlanchin­es empeñados en demostrar que tienen talento”.

“El talento superior sólo se tolera y aun se encomia cuando se emplea en provecho de los demás”. “De igual modo que hay una honradez de la voluntad, hay una honradez del entendimie­nto: estudiar a fondo las cosas y cambiar desinteres­adamente de opinión”. “Cuando recibo un obsequio inesperado o inmerecido, me pregunto espantado: ¿cuál será la arbitrarie­dad, el abuso o la injusticia que se me exigirá algún día?”.

“No hay gente más egoísta que las que alardean de hipersensi­bles. Por ahorrarse la pena de presenciar el dolor ajeno son capaces de abandonar a la persona más querida”. “Cuando veáis un escritor que se mete con todo el mundo, es que aspira a que todo el mundo se meta con él. No habiendo conseguido ser admirado, anhela ser temido”. “Los débiles sucumben, no por ser débiles, sino por ignorar que lo son. Lo mismo les sucede a las naciones”.

Y usted, sea sincero, ¿qué tiene en su “mesita de noche”?

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