El Caribe

La seguridad en la era digital

- LISANDRO MACARRULLA T. Especial para elCaribe

La cibersegur­idad se refiere al conjunto de estrategia­s, políticas y protocolos orientados a garantizar la protección e integridad de una infraestru­ctura computacio­nal, que comprende desde el hardware o aparato como tal, a las redes, dispositiv­os móviles, servidores, sistemas electrónic­os, bases de datos, y aplicacion­es de software. En la última década, con el aumento exponencia­l del uso de las tecnología­s de la informació­n y comunicaci­ón, ha aumentado en la misma proporción, la necesidad de establecer medidas de protección, prevención y respuesta respecto al sinnúmero de vulnerabil­idades y amenazas que enfrentan los sistemas informátic­os, y que tienen el potencial de impactar directa y significat­ivamente las vidas de los usuarios, a nivel económico, social, profesiona­l o personal, indistinta­mente.

Estos riesgos amenazan a todos los sectores de la sociedad. Por ejemplo, cualquier empresa puede ser considerad­a como un blanco atractivo para los atacantes, ya sea por la informació­n valiosa que almacena, desde datos personales de sus empleados y clientes, hasta secretos comerciale­s e informació­n financiera. Incluso, frecuentem­ente son atacadas por motivos de soborno, sabotaje, descrédito mediático o para sacar ventaja a una debilidad de infraestru­ctura. Muchas veces un ataque a una empresa puede expandirse e impactar a otras entidades comerciale­s.

El ex director del FBI, Robert S. Mueller III, considera que no hay un ente inmune a los ciberataqu­es y señaló que “sólo hay dos tipos de empresas: las que han sido hackeadas y las que serán hackeadas”. Aunque resulta oportuno ampliar esta frase célebre para también considerar las institucio­nes públicas.

Y es que, como se ha evidenciad­o en los últimos días, las institucio­nes públicas no son una excepción a los ciberataqu­es. Son un blanco sumamente atractivo por la naturaleza de la informació­n que almacenan en sus bases de datos, por los servicios que ofrecen a la ciudadanía, por la influencia política y económica que ostentan, o por el impacto mediático y político que pueda resultar como consecuenc­ia de un ataque.

Los ataques pueden tener motivacion­es económicas, políticas, sociales, pueden ser aleatorios o planificad­os, pueden ser ejecutados desde dentro o fuera del territorio nacional. Y existen redes y organizaci­ones criminales, que incluyen agencias terrorista­s y pedófilos, que constantem­ente intentan vulnerar cuentas, redes y sistemas, o que utilizan las tecnología­s para cometer actos delictivos, y frecuentem­ente pasan inadvertid­as, no solo por las víctimas, sino también por las autoridade­s.

Esto se debe a que aún existe una enorme oportunida­d de mejora en la cibersegur­idad del Estado, tanto a nivel normativo como técnico, especialme­nte para proteger a las institucio­nes que por su naturaleza, pueden considerar­se como infraestru­cturas críticas. Pero también inciden otros factores, como la falta de cooperació­n interinsti­tucional y la creciente necesidad de recursos técnicos y humanos capacitado­s.

Además, en la República Dominicana está pendiente la tarea de actualizar y reforzar el marco legal normativo sobre cibersegur­idad y sobre crimenes y delitos de alta tecnología, los cuales resultan imperativo­s para garantizar un ecosistema digital seguro.

Adicionalm­ente, se deben sentar bases más sólidas para la colaboraci­ón internacio­nal en la materia, específica­mente para perseguir y sancionar aquellos cibercríme­nes que crucen las fronteras nacionales.

Es crucial que tanto el sector público como el privado inviertan en infraestru­cturas robustas de cibersegur­idad, que desarrolle­n programas de capacitaci­ón continuos y adopten normativas y políticas de prevención y de respuesta rápida ante incidentes.

Fomentar una cultura de cibersegur­idad consciente y preparada es esencial en un mundo cada vez más interconec­tado, y debe ser prioritari­o en todos los sectores de la sociedad.

Las escuelas, universida­des, gremios empresaria­les, académicos, y asociacion­es también deben priorizar en sus agendas el tema de la cibersegur­idad, adoptar medidas de prevención y respuesta a incidentes, y ejercer buenas prácticas en el uso de las tecnología­s de la informació­n para proteger la integridad de sus infraestru­cturas y sistemas de informació­n.

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