El árbol que no daba frutos

Duyey (2)

Ala prima noche nos sentábamos después de la cena y el café en la puerta de la casa del cura, hacíamos una gran rueda y comenzaban los cuentos. En principio algunos se cohibían por respeto al Señor Obispo pero luego entraban en confianza y soltaban sus cuentos, nunca colorados pero sí algo subidos de tono.

Enriqueta había criado una muchachita, vivita y rápida que parecía jarrierito, inteligente y despierta como ella sola y la mamá le dice: Anita dile un cuento de esos que tú te sabes al Obispo y ella se encoge y le dice que le da vergüenza. El Obispo le dice, cuéntalo no te de vergüenza y Anita dice:

Yo vi una vieja meando/detrás de un tocón/y vino un gato mañoso/y le araño el chicharrón. Imagínese el lector.

En eso comienza a caer una lloviznita sin importancia y una viejita que estaba fumando su cachimbo de barro lo voltea boca abajo. Anita comienza a reírse de la viejita y ésta le pregunta de qué se ríe.

Anita le dice: de que usted tie- ne el cachimbo con la boca para abajo y no se le sale el tabaco, y la vieja le contesta: Y tú no andas con el culo pa abajo sin tapón y no se te sale la mierda. Y todo esto anotado en la libretica del Señor Obispo.

Alberto era tan enamorado que no respetaba pluma, y la mujer celosa como ella sola. El café que ella colaba era sabroso y siempre le echaba nuez moscada. Un día yo le comentaba de lo bueno de su café y ella me dice, si ese tuyo pero al de Alberto yo le guayo una enemocá entera a ve si se lo tumbo porque ese viejo vive to el tiempo cogiendo mujeres entre eso cacaotale.