AUTORIDADES VEN CON PREOCUPACIÓN MENORES LIMPIA VIDRIOS EN LA ROMANA
LA ROMANA. La cantidad de niños, jóvenes y adolescentes dedicados a limpiar vidrios de vehículos y vender todo tipo de productos en las principales avenidas y calles de esta ciudad se ha incrementado en los últimos meses, lo que ha disparado la alarma de las autoridades, que ven esta situación como una problemática social preocupante.
Algunos de estos vendedores ambulantes vienen de familias que viven en extrema pobreza, donde necesariamente tienen que dedicarse a alguna actividad productiva para poder subsistir. Pero otros lo ven como una ocupación que les deja buenos dividendos y de la cual pueden sacar provecho, desconociendo el peligro a que se exponen.
En la ciudad de La Romana es normal que en la Avenida Caamaño los conductores sean abordados por varios de estos jóvenes, donde suelen colocarse hasta 20 de ellos, ocupados en la no siempre bien recibida labor de lustrar cristales de automóviles que se detienen a esperar la luz verde de los semáforos.
La mayoría de las veces, esto que para ellos es un trabajo se realiza sin el consentimiento del conductor, lo que con frecuencia provoca algún tipo de incidente.
Algunos, en cambio, se conduelen de ellos y les dan algunas monedas para compensar su esfuerzo. Cuando ocurre lo contrario y estos muchachos no reciben nada a cambio se generan intercambios de palabras ofensivas que pueden degenerar incluso en agresiones físicas.
Hay registros de casos en que estos jóvenes han llegado al colmo de infligirle daños a los vehículos, como reacción a la actitud de conductores que rechazan esa forma peculiar de ganarse el sustento.
Testimonios
Muchos de estos adolescentes no estudian; vienen de familias disfuncionales y poseen todas clases de adicciones. Este es el caso de un josino ven apodado “Nelson”, quien tiene alrededor de ocho años realizando este oficio de limpiar vidrios.
“Yo empecé a los 10 años; hago esto no porque lo necesite, sino que a veces quiero darme mi traguito; cuando no estoy en nada, vengo aquí y hago de 500 a 700 pesos diarios”, expresó este joven.
Añade que “vengo a eso de las 12:00 del mediodía, porque hacemos turnos; hay algunos que están en la mañana y otros en la tarde”.
Al preguntarle sobre el peligro que representa esta ocupación, “Nelson” dice que prefiere estar en un semáforo limpiando vidrios, que hacer lo mal hecho. “Yo hago esto porque no quiero robar ni hacer lo malo, y sé que esto no es legal, pero de una forma hay que ganarse la vida”, opinó.
Dice que ha ido a otras ciudades de la región Este, como La Altagracia y San Pedro de Macorís, y dice que ha logrado tener una clientela fija. Afirma que en múltiples ocasiones su madre le ha aconsejado que deje de hacer este oficio, pero prefiere ignorarla.
Otro menor de 15 años cuenta que tuvo que dejar la escuela para buscar dinero, debido a la difícil situación económica que padece su familia. “Tenía una limpiabotas, pero ya eso no me estaba dejando (dinero); aquí me va mejor. Estoy haciendo esto no porque me guste, para llevar algo a mi casa. No es fácil acostarse con el estómago vacío”, sugiere.
En algunos casos estos jóvenes duran hasta largas horas de la noche, donde también se ha podido ver incluso hasta niñas de muy corta edad pidiendo en las esquinas, a merced de personas muchas veces mal intencionadas.
Hay conductores que entienden este drama, aunque se quejen de la forma en que algunos realizan esta labor. “Para que estén atracando y robando, mejor que hagan eso; no los critico, pero a veces deben entender que no se le va a dar dinero siempre”, dijo la señora Carmen de Jesús.
Otros entienden que las autoridades deben crear programas donde les ofrezcan otro estilo de vida a estos muchachos, tal como hicieron las alcaldías de Santiago y el Distrito Nacional, donde erradicaron los limpiavidrios y lo insertaron a la sociedad realizando otra ocupación.
“A veces uno se molesta con su razones con ellos, pero insisten tanto que le colman la paciencia a cualquiera. Las autoridades deben agarrarlos y ponerlos a estudiar mecánica o cualquier otra cosa, porque un día ocurrirá un desgracia”, advierte Federico Núñez, chofer del transporte público.
Varios de estos chicos utilizan sus ganancias del día en juegos de