El Tiempo

El árbol que no daba frutos

No era mi enemigo (1)

- ERNESTO RIVERA (DUKE)

Era una oprobiosa mañana de mayo de 1965 en la ciudad de Santo Domingo. El sol no había bajado a ver su cara todavía a ese de la media mañana y una tensa calma arropaba a la llamada Zona Constituci­onalista, ubicada en todo lo el casquete colonial, y donde está situado el viejo hospital Padre Billini.

Aquella tensa calma y aquellas nubes oscuras contribuía­n en mucho a solivianta­r los ánimos y a aumentar el nerviosism­o de aquella parte de la ciudad de por sí tensa y cercada por todas partes por un corredor y una alambrada detrás de los cuales estaban apostadas las llamadas Fuerzas Interameri­canas de Paz, grupos de soldados de distintos países, cuyos gobiernos se prestaron a legalizar aquel nuevo atropello de una nación poderosa contra una débil a la que ya había abusado en otras ocasiones.

Triste mañana aquella, y aunque la geste estaba acostumbrá­ndose poco a poco a la situación de aquel estado de guerra en una zona asediada, donde la escasez de todo se va haciendo sentir insoportab­le y no se permitía entrar nada que pudiera aliviar la situaEl cada vez más precaria. La gente, aunque sufría, soportaba estoicamen­te, mientras las autoridade­s sostenías negociacio­nes a fin de buscar la salida a aquel impase.

La guerra lo había trastornad­o todo. Parte del pueblo luchaba, temía, sufría y se desesperan­zaba. En el viejo hospital Padre Billini, único ubicado en la zona, escaseaban los médicos. Casi todos se habían marchado a sus casas en zonas menos peligrosas; aunque algunos del interior, perseguido­s en sus pueblos por sospecha de comunismo, que era la bandera enarbolada para justificar aquel atropello, llegaron allí a buscar refugio y, a la vez, a prestar sus servicios.

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