La muerte del periodista Teófilo Guerrero del Rosario
ELlla montada en una silla de estribos de bronce, con unos pantalones de montar color kaki, una camisa manga largas de cuadros verdes, unos botines marrones, y un sombrero para cubrirse del candente sol o de la frecuente fría lluvia, y él en una silla corriente.
Cuando llegaron a la escuela de La Otra Banda se dieron cuenta que el alumno Teófilo Guerrero del Rosario ya no estaba en ese lugar; era costumbre del inspector carear a los estudiantes preguntándoles la tabla de multiplicar o ponerlos a leer en voz alta. Por eso notó su ausencia, se había trasladado a la escuela Servando Morel, nombre de un pica pleito seibano que según un conspicuo ciudadano, arreglaba los pleitos que sucedían en el patio de su casa. Tiempos después fue captado para que trabajara en la inspección de educación pública, donde aprendió mecanografía, a distribuir el periódico La Nación y otras revistas como Carteles y Billiquen.
Luego fue recomendado a Nana Docoudray, que era Oficial del Estado Civil, en San Rafael de Yuma, donde se desempeñó como corresponsal de La Nación y el Caribe. Un chisme político lo hizo caer prisionero en la ciudad de La Romana, que era la capital de la provincia, siendo auxiliado por unos prisioneros francomacorisanos que le ayudaron a salir de la prisión, en la que purgó varios meses sin haber cometido delito alguno. Luego se fue a la Universidad de Santo Domingo, donde estudió periodismo. En los momentos de vacaciones lo ví ejercer el periodismo en esta ciudad en el diario el Caribe.