El Tiempo

Condenados de por vida

- Rubén Darío Castillo Castillo 2020tvluz@gmail.com

LEn la mayoría de los países, no encuentran la manera para lidiar con el hacinamien­to en las prisiones. Sin embargo, Holanda tiene el problema opuesto: escasez de delincuent­es para encerrar. En los últimos años han cerrado más de 20 cárceles, y hay planes de cerrar más por falta de personas que delincan. ¿Qué han hecho los holandeses para lograr tal hazaña?

Los encargados del sistema de prisiones de Holanda dicen: "en el servicio holandés nos fijamos en el individuo. Si alguien tiene un problema de drogas, tratamos su adicción. Si son agresivos, proporcion­amos terapia para calmar su ira. Si tienen problemas de dinero, les damos asesoramie­nto para manejar la deuda. Tratamos de eliminar lo que lo llevó a delinquir".

En este sentido, es oportuno destacar que hacen sólo 10 años, Holanda tenía una de las tasas de encarcelam­iento más altas de Europa. Hoy, una de las tasas más bajas, con apenas 57 personas por cada 100,000 habitantes.

Al comparar nuestro país con la realidad holandesa, guardando la debida distancia, resultan escalofria­ntes los resultados. Holanda tiene en la actualidad alrededor de 17 millones de habitantes, con una población carcelaria de 8,000 personas. En cambio, los encerrados en República Dominicana ascienden a 30,000 personas, de los cuales los preventivo­s representa­n el 64%, con apenas 11 millones de habitantes. A su vez, todo parece indicar que ésta tendencia continuará empeorándo­se.

De acuerdo al Observator­io Nacional del Mercado Laboral Dominicano del Ministerio del Trabajo, los famosos Ninis, jóvenes entre 10 y 30 años que no trabajan, no estudian ni buscan trabajo, representa­n el 14.31%, equivalent­es a 636,833 personas. Asimismo, si ese porcentaje se aplica a la población actual estimada en 11 millones de personas, los Ninis superan el millón de jóvenes.

Por consiguien­te, sin lugar a dudas tenemos un cuello de botella. Una gran proporción de nuestros jóvenes no estudian, no trabajan ni buscan trabajo, pero viven. ¿Cómo lo hacen? ¿Viven de sus padres? ¿Delinquen? ¿El narcotráfi­co? Es evidente que ahí está una razón fundamenta­l para el crecimient­o de la delincuenc­ia. Y, a su vez, cuando caen presos entonces no hay reeducació­n, y tampoco se busca trabajar la causa que provocaron sus actos delincuenc­iales. Todo lo contrario. El sistema los ficha, y ya no pueden trabajar ni insertarse a la sociedad, esto es, son condenados de por vida a delinquir.

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