El trono de la Virgen de La Altagracia
El trono en la cual se coloca la venerada imagen para ser sacada en procesión
es de plata y luce muchas incrustaciones y campanillas de oro. Fue construido en 1811. En el 2011 cumplió 200 años, y se adquirió siendo cura párroco el caritativo don Marino Herrera y Saviñón, falleció el 24 de enero de 1839, siendo sepultado en el presbiterio, del lado del Evangelio.
También es de plata el guion, regalo del presidente de la Sala de la Real Audiencia de Santo Domingo, don Fernando Fernández y del Villar de Francos, en el 1737. Las varas del palio, así como la cruz parroquial y los ciriales, son también de plata.
De este mismo metal son: los candelabros del altar mayor, los platillos y otros muchos objetos consagrados al culto. El copón y dos de los cálices son de oro, lo mismo que la corona de la Virgen, joya valiosísima rematada por una rica cruz de diamantes.
El monograma de la corona es también de oro macizo, y el par de ángeles que sostienen la corona son de plata y tiene 7 kilos entre los dos. Se conservan en el tesoro del santuario, entre otras cosas, los atributos de la pasión ejecutados en plata. Colgados de las paredes interiores se conservan todavía muchos medallones antiguos, que representan prodigios realizados por mediación de la Santísima Virgen en distintas épocas.
Muchas otras pinturas han desaparecido a la acción del tiempo. Las riquezas que atesoraba el santuario eran valiosísimas, pero durante la dominación haitiana, cuando el gobierno se incautó de los bienes de la iglesia, desaparecieron muchas. También se perdieron algunas cuando se fueron los españoles la última vez que tuvieron mando en la isla.
El marco del sagrado cuadro es lo más valioso que posee hoy el santuario. Es de oro, lleno de hermosas piedras, en las que se encuentra la rica esmeralda, rodeadas de brillantes que Su Santidad el Papa Pio X.
“El monograma de la corona es también de oro macizo, y el par de ángeles que sostienen la corona son de plata y tiene 7 kilos entre los dos”.