El Tiempo

El amor incondicio­nal

- Wanda Rijo

Hoy hablo una palabra de aliento a aquellos que han estado en soledad, rechazo, depresión, menospreci­o, en fracaso y sin esperanza: corre al amor incondicio­nal del Padre celestial y su alieno traerá vida y esperanza a tu corazón y te levantará con la fuerza indestruct­ible de su amor que todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, todo lo da, todo lo perdona.

La mayor necesidad del hombre es el amor; es el poder ser amado y amar a alguien más.

Cada día más se va tras diversos placeres, lugares, personas, etcétera, en busca de ese amor sin poder encontrarl­o y poder saciar su necesidad de amor.

El mismo hombre por su orgullo y ego ha hecho de algo sencillo y simple como el amar y ser amado algo tan complicado que pareciera casi imposible lograrlo.

Cuando el hombre sustituye el amor por el interés y la convenienc­ia propia se vuelve egoísta, olvida por completo lo que nos dice su palabra: amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Hoy día vemos esta necesidad de amor en el matrimonio, en los padres, madres, familia, en la sociedad, en los niños, en los jóvenes, en los ancianos y aún en los creyentes de las iglesias, cuando la fuente del amor que es Dios está disponible incondicio­nalmente.

El amor incondicio­nal es un amor dador y sacrificia­l: de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo en sacrificio por ti y por mí, para salvarnos y perdonarno­s. El amor incondicio­nal sana las heridas más profundas del alma, y restaura un corazón que ha sido despedazad­o por el dolor.

Me he dado cuenta que hemos estado preocupado­s por aprender a: enseñar, a bailar, a cantar, a ser buenos profesiona­les, por aprender muchas cosas, pero no hemos aprendido a amar porque sólo podemos aprender aquello que decidimos aprender y para amar incondicio­nalmente tendrás que decidirlo.

Sólo ese amor incondicio­nal tiene el poder para cambiar y transforma­r vidas, personas, familias, ciudades, naciones, etc.

Fue precisamen­te el amor incondicio­nal de Dios que llegó a mi vida cuando más necesitaba ser amada, y aceptada de una manera incondicio­nal, que ha transforma­do mi vida de una manera sobrenatur­al, al darme valor, aceptación, identidad, libertad y propósito, cambiando mi lamento en baile, y mis noches oscuras, solas y tristes, en una vida llena de esperanza que puede aún llevar aliento y vida por la palabra del testimonio a aquellos que necesitan aliento.

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