El amor incondicional
Hoy hablo una palabra de aliento a aquellos que han estado en soledad, rechazo, depresión, menosprecio, en fracaso y sin esperanza: corre al amor incondicional del Padre celestial y su alieno traerá vida y esperanza a tu corazón y te levantará con la fuerza indestructible de su amor que todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, todo lo da, todo lo perdona.
La mayor necesidad del hombre es el amor; es el poder ser amado y amar a alguien más.
Cada día más se va tras diversos placeres, lugares, personas, etcétera, en busca de ese amor sin poder encontrarlo y poder saciar su necesidad de amor.
El mismo hombre por su orgullo y ego ha hecho de algo sencillo y simple como el amar y ser amado algo tan complicado que pareciera casi imposible lograrlo.
Cuando el hombre sustituye el amor por el interés y la conveniencia propia se vuelve egoísta, olvida por completo lo que nos dice su palabra: amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Hoy día vemos esta necesidad de amor en el matrimonio, en los padres, madres, familia, en la sociedad, en los niños, en los jóvenes, en los ancianos y aún en los creyentes de las iglesias, cuando la fuente del amor que es Dios está disponible incondicionalmente.
El amor incondicional es un amor dador y sacrificial: de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su hijo en sacrificio por ti y por mí, para salvarnos y perdonarnos. El amor incondicional sana las heridas más profundas del alma, y restaura un corazón que ha sido despedazado por el dolor.
Me he dado cuenta que hemos estado preocupados por aprender a: enseñar, a bailar, a cantar, a ser buenos profesionales, por aprender muchas cosas, pero no hemos aprendido a amar porque sólo podemos aprender aquello que decidimos aprender y para amar incondicionalmente tendrás que decidirlo.
Sólo ese amor incondicional tiene el poder para cambiar y transformar vidas, personas, familias, ciudades, naciones, etc.
Fue precisamente el amor incondicional de Dios que llegó a mi vida cuando más necesitaba ser amada, y aceptada de una manera incondicional, que ha transformado mi vida de una manera sobrenatural, al darme valor, aceptación, identidad, libertad y propósito, cambiando mi lamento en baile, y mis noches oscuras, solas y tristes, en una vida llena de esperanza que puede aún llevar aliento y vida por la palabra del testimonio a aquellos que necesitan aliento.